Notas del autor sobre "El coste"
"El coste" es una historia
escrita para cubrir un trozo de trasfondo perdido sobre el personaje
Eilish Garrity, el cual se sitúa entre el momento en el que le vimos en la
novela Black Crowns y su encarnación como "Eilish el
ocultista", como miniatura jugable en Warmachine. Ahora se acerca
Oblivion y Eilish está a punto de tomar una senda siniestra. Esta historia trata sobre uno de sus primeros pasos por
este camino insidioso, ayudado por un cameo protagonizado por uno de
los primeros personajes de nuestra ambientación, y también uno de los más importantes.
Para aquellos que no estéis
familiarizados con él, Eilish Garrity ha participado en bastantes
aventuras antes de convertirse en una miniatura jugable de
Warmachine. En sus orígenes, era un personaje inventado para las
demos del juego Iron Kingdoms Roleplaying y, después, junto
con sus amigos de la compañía mercenaria "Los irregulares del
Río Negro", protagonizó varios libros de Skull Island eXpeditions y
juegos de mesa como Undercity o Widower's Wood. El autor
Richard Lee Byers lo recuperó para la novela Murder in Corvis, seguida por Black
Dogs y Black Crowns.
Eilish siempre ha sido un investigador y mago muy extraño. Su entrenamiento formal en técnicas forenses y
de investigación siempre le ha resultado útil, teniendo en cuenta
los raros misterios con los que su grupo se suele topar.
Pero su curiosidad hacia el lado más oscuro del ocultismo ha
aumentado. El conocimiento puede ser bastante peligroso, y el poder
es seductor. Aseguraos de volver a encontraros con Eilish en
Warmachine: Oblivion.
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Les habían advertido de que la barcaza
llamada "La esposa del jugador" tenía un horario
irregular. Durante su ruta por la Lengua del Dragón se detenía dónde
querían sus ricos y excéntricos pasajeros, y durante el tiempo que
pidiesen. Eilish Garrity estaba empezando a preocuparse por si se
había perdido algo cuando vieron la característica proa del barco
aproximándose. Asentados en una taberna rústica situada junto al
río, en el caserío de Briv, se habían procurado una mesa desde la
que se podía ver bien el agua. Briv había resultado ser un lugar
miserable habitado por unas pocas familias de ariscos pescadores y
granjeros. Un sitio que Eilish estaba deseando abandonar.
- Ahí está, - dijo. Remató lo que le
quedaba de cerveza y recogió la faltriquera que se encontraba
protegida entre sus piernas, metiendo su brazo entre los tirantes para
que pudiese descansar de manera segura contra su costado. Se encontraba nervioso pero intentó que no se le notara. A lo largo de los años había aprendido que fingir confianza era casi tan bueno como
sentirse confiado. - Será mejor que estemos preparados en el puerto, ya que dudo que se pare si no hay nadie. Yo no lo haría si fuese el timonel.
El pistolero rhúlico emitió un
quejido: - bah. Acababa de comprarme esto - dijo, levantando un vaso
lleno con un gesto de disgusto. - Es una cerveza mala, pero no me gusta
desperdiciarla.
- ¿Qué clase de enano no puede vaciar
un vaso de un solo trago?
- No todos somos unos patanes borrachos
- se quejó el enano en voz baja.
- Acaba con ella y vámonos.
Barl se irguió, como si le hubiese
ofendido, y se levantó lentamente, ajustándose su chaqueta de cuero
y el pañuelo que llevaba anudado alrededor del cuello. Era un
enano bien vestido, con su barba y sus patillas arregladas, y un
aspecto más elegante y adinerado que el de la mayoría de los
mercenarios. Se enorgullecía de su apariencia y, a veces, se
esforzaba para evitar mancharse con sangre o mugre, aunque Eilish
sabía que, en los combates, era capaz de dejar de lado esas exquisiteces.
En el caso de este trabajo, Eilish no
se sentía inclinado a decirle lo que estaba haciendo a ningún otro de los irregulares del Río
Negro (especialmente a Colbie). Barl era el
único en el que podía confiar que le guardase el secreto, lo que
quería decir que tenía que tolerar la idiosincrasia del enano.
Había un paseo corto hasta el
destartalado y mal conservado embarcadero, el justo para ver llegar
al navío. Las cubiertas superiores del barco a vapor estaban
fuertemente iluminadas, e incluso desde lejos podían oír el ruido de las voces, la música y la juerga. Contrastaba fuertemente con la silenciosa
ciudad y sus habitantes taciturnos. Eilish levantó las manos y
saludó vigorosamente. Se quedó aliviado al ver que la nave empezaba
a frenar y aproximarse al puerto.
- Podríamos habernos montado en esta
cosa en Point Bourne - apuntó Barl. - No me habría importado echar
un par de manos de cartas. ¿Por qué hemos venido aquí primero?
- El hombre con el que me voy a reunir
es cauto. Y con razón. Como es probable que nadie más vaya a
embarcar aquí, puede identificarme en un momento y
decidir si vale la pena hablar conmigo.
Barl resopló. - A ver si me aclaro: ¿le dejas dictar el momento y el lugar de la cita, y no tienes ni
idea de quién es o de cuánta gente le acompaña?
Eilish soltó una risita y dijo:
- por eso te traje. Si intentan matarnos, dispárales. Es fácil.
- Eso haré. Maldita sea, los magos
sois bastante rápidos. Te he visto disparar un rayo mágico antes de
que me diese tiempo a parpadear.
- La persona con la que nos reuniremos
es mucho más poderosa y hábil que yo. Podría hundir el barco
entero con solo pensarlo.
- Oh, eso es tranquilizador - dijo el
enano.
- Estaremos bien - dijo Eilish haciendo
un gesto de desdén con la mano, fingiendo una total falta de
preocupación que no concordaba con lo que sentía en realidad. - No
hay razones para que nadie sea apuñalado, disparado ni asesinado de
ninguna otra forma. Este es un lugar público y el hombre con el que
nos vamos a reunir es un miembro de la Orden fraternal. Valora su
reputación. Si decide matarnos mandará a algunos secuaces para que
lo hagan, como se hacía antiguamente.
- Si le importa su reputación, ¿por
qué se reúne contigo?
Eilish suspiró. - Le mandé una carta
para convencerle de que no puede permitirse no hablar conmigo. Esto
también quiere decir que lo más seguro es que esté nervioso. A
nadie le gusta que le arrinconen. Mantente calmado, incluso si se
pone agresivo.
- Contendré mis impulsos de saltar a
defenderte - dijo Barl con una sonrisa taimada.
- Me preocupa menos tu lealtad
fraternal que lo mucho que te gusta disparar a gente.
- Ahí me has pillado. Pero las balas
no son gratis. Me alegraré de que me pagues por no hacer nada.
- Ese es el espíritu. Irá con sus
matones, de eso no hay duda, y tú eres el mío. Un elemento
disuasorio mutuo. - La voz de Eilish no traicionaba la incertidumbre que
sentía. Llevar un guardaespaldas, sin importar lo habilidoso que
fuera, era algo inadecuado. Seguramente debería haber venido solo pero
odiaba no tener a nadie con quien hablar.
Un par de vecinos corpulentos que
trabajaban en el embarcadero aseguraron las sogas que les tiraron
desde la barcaza fluvial y, al poco, una rampa de embarque cayó sobre
la superficie. La subieron para encontrarse con un marinero malencarado.
En cuanto Eilish y Barl pusieron un pie en la cubierta principal dio
la orden de retirar la rampa y gritó que desataran el navío.
Cuando Eilish intentó pasar por su
lado, el marinero se interpuso con firmeza en su camino con la palma
de la mano extendida.
- Esto es un barco casino, ¿no? - dijo
Eilish. - No pensaba que hubiese una tarifa de embarque.
- Es obligatorio apostar en las mesas -
explicó el hombre, con una sonrisa desagradable. Tenía en una mano
un par de cordones trenzados y cortos, teñidos de dorado y de negro.
- Necesitaréis uno de estos para sentaros en ellas. Diez coronas
cada una.
- ¿Y si solo hemos venido para beber y
comer un poco?
- Igualmente compraréis los nudos de
jugador si no queréis que os tiremos por la borda. El río está
frío, así que no os recomiendo daros un baño. - Al marinero se le
habían unido una pareja de tripulantes, firmes, cruzados de brazos y claramente preparados para intervenir si era
necesario usar la fuerza.
- Págale y vámonos - refunfuñó
Barl.
- Vale. - Eilish metió la mano en una
de sus faltriqueras y extrajo las monedas necesarias para comprar los
cordones.
Una vez hubo pagado, el marinero y sus
socios se relajaron. Su tono se volvió más civilizado. El marino
hizo un gesto con la mano para abarcar al todo el barco y dijo: -
disfrutad de vuestra estancia a bordo de La esposa del jugador.
- Van a seguir sacándote la pasta -
apuntó Barl amablemente mientras se dirigían a las escaleras que
conducían a la cubierta inferior. - Así es cómo estos sitios hacen
dinero.
- Apostar no es uno de mis vicios -
dijo Eilish. - Y el coste de este encuentro podría ser mucho más
que unas pocas monedas.
- Probablemente deberíamos jugar un
par de manos. Solo para pasar desapercibidos, - sugirió Barl con la avaricia
brillando en sus ojos. - Además, hemos comprado esos nudos. Sería
una pena no usarlos.
- No hemos comprado
nada - le corrigió el arcanista. - Y no estamos aquí para eso.
El ruido aumentaba exponencialmente a
medida que descendían hacia la segunda cubierta, donde se
encontraban todas las partidas y la diversión. Estaba llena de mesas
de juego y docenas de clientes, así como tripulantes con atuendos
coloridos que repartían cartas, recogían dados y llevaban las
partidas de otras maneras. La bebida fluía libremente,
dispensada por los camareros de un par de bien abastecidas barras.
A veces, entre el barullo general, se podía oír el sonido de la
música. Mirando a través de la niebla producida por el humo de los
puros, Eilish pudo ver lo que parecía ser un escenario en la otra
punta del barco en el que estaban trabajando unos animadores. Este
estaba parcialmente oculto por un acuario de tamaño considerable que
contenía varios peces que parecían peligrosos, con unos dientes grandes y serrados.
Todo lo del lugar era agobiante, y
Eilish intentó fichar a la vez a todo y a todos. Este era el
típico sitio atestado que era perfecto para los carteristas, los
espías y los asesinos. Vio a un par de trollkins y gobbers entre los clientes y la tripulación, así como a algunos enanos, aunque
casi todos eran humanos. Un examen visual rápido no reveló a nadie
que llevase los colores de la Orden fraternal de hechicería.
Eilish se detuvo delante del acuario. Era un sitio tan bueno como cualquier otro para ser visto por
aquellos que le buscaban. Se quedó mirando embobado a los
peces-demonio. Una vez se comió uno, y le resultó bastante sabroso.
Sin embargo, verlo en el plato era bastante diferente a tener a uno
vivo devolviéndole la mirada, con sus mandíbulas abiertas y llenas
de dientes afilados como cuchillas. Retrocedió cuando el más
cercano embistió contra el cristal y chasqueó las fauces.
Al echarse hacia atrás, un hombre que
estaba sentado en la mesa más próxima se levantó y se le acercó.
Era un individuo musculoso, fornido y de pelo castaño. No parecía
un mago, aunque a veces era difícil adivinarlo. Al examinar las
manos ásperas del hombre, las cicatrices que recorrían sus
antebrazos y su manera de caminar, resultaba más fácil clasificarlo
como un guardaespaldas o un mercenario.
- ¿El maestro Garrity, supongo? -
preguntó el hombre con educación, teniendo que alzar la voz para que
se le oyera por encima del estruendo. Cuando Eilish asintió, dijo: -
soy Vorral. Trabajo para el magus. Si es tan amable de seguirme,
hemos reservado una suite donde nos será más fácil conversar.
Aunque Eilish estaba contento de no
verse obligado a intentar hablar en código velado en medio de una
sala llena de jugadores, también se le ocurrió que, si algo iba
mal, a su anfitrión le sería más fácil eliminarle una vez
estuviesen dentro de su suite privada. Pero ya era demasiado tarde para
preocuparse por esas cosas, y desde que partió en esta expedición
sabía que tendría que aceptar algunos riesgos. Barl se sitúo detrás de él
mientras seguían a Vorral.
El barullo general se fue atenuando a
medida que descendían por otro tramo de escaleras hasta la siguiente
cubierta, una reservada para las habitaciones de los invitados.
Pasaron de largo varios angostos camarotes individuales hasta
alcanzar los de los clientes más adinerados. Vorral abrió uno y le
hizo señas para que entrara.
La habitación era espaciosa y lujosa,
y estaba claramente fuera de lugar en un barco. Bien podrían haber
sido transportados a una cara posada de Caspia. Los muros estaban
adornados con cuadros, el ojo de buey estaba escondido elegantemente
detrás de una suntuosa cortina, y había un gran diván de felpa,
una gruesa mesa de madera de roble y varias sillas de aspecto
confortable repartidas por toda la sala. Podría haber sido el salón
o la sala de lectura de una rica hacienda, aunque le faltaban las
obligatorias estanterías repletas de libros.
Varios hombres vestidos de manera
sencilla estaban posicionados por los bordes de la habitación, todos
alertas y preparados de tal manera que daban a entender que eran
guardias mercenarios. Pero de pie, cerca de la entrada, se encontraba
un hombre mayor con el pelo plateado y fino que llevaba la túnica
distintiva de la Orden fraternal de hechicería. Rodeando su cuello
se encontraba una cadena que llevaba el símbolo de esa organización:
un ojo llameante encima de un libro abierto. El atuendo era poco
práctico y parecía incómodo, pero resultaba bastante impresionante.
- ¿Magus Conleth Norweth? - dijo
Eilish.
Normalmente, habría avanzado para
darle la mano, pero, en este caso, el magus estaba muy quieto y
parecía disgustado, con sus manos situadas detrás de la espalda.
Inclinó la cabeza una vez, muy serio.
A Eilish le recordaba a su antiguo
mentor y sintió varias emociones conflictivas a la vez, incluyendo
envidia, desdén, indignación e, incluso, un ligero toque de pena.
Lo cierto es que nunca se llevó especialmente bien con él, pero
siempre creyó que cualquier posibilidad de alcanzar todo su
potencial se esfumó junto con la vida del magus. Intentar
mejorar aprendiendo por su cuenta había resultado ser difícil. A
veces, imposible. Eilish sabía que alguien como Norweth era parte de
una élite selecta: aquellos lo bastante cultos y poderosos como para
impresionar a la Orden fraternal, una organización que era conocida por sus altos estándares. Estándares que, aunque a Eilish le
dolía reconocer, nunca podría alcanzar por sí solo.
- Eh, sí - Eilish se aclaró la
garganta. - Permítame que me presente. Eilish Garrity de Corvis. Este
es Barl Blackheel.
El magus dijo: - ese nombre no me dice
nada. ¿Acaso debería? Tu carta daba a entender que estás familiarizado
con materias que no son ampliamente conocidas. Me gustaría mucho
saber como has obtenido ese conocimiento. ¿Qué esperas ganar al
exigir esta reunión?
- ¿Exigir? Eso suena menos amistoso
de lo que era mi intención - dijo Eilish.
- Teniendo en cuenta la extorsión,
parece lo más apropiado - intervino Norweth.
Eilish negó con la cabeza. - No, esa
no era mi intención. Pensé que era importante que usted entendiera que
no soy un ignorante de ciertas materias y así dejar atrás algunas
evasivas. No soy ninguna amenaza. En este caso, estoy en una
desventaja grave, como estoy seguro que ya sabe.
Norweth no se rindió. - Todo lo que te
atañe es sospechoso, y el hecho de que hables de cosas de las que no
deberías no hace nada para mejorar la situación. No estoy seguro de
lo que esperabas al venir aquí, o a quién sirves en realidad, pero
no me engañarás tan fácilmente para que confiese.
- Esperaba evitar parte de esto - dijo
Eilish. - Solo he venido en busca de información. La cual solo
conseguiré hablando con un progenesista.
Los ojos del magus se desviaron al oír
esa palabra, como si le preocupase oírla en voz alta.
Eilish continuó. - Decidí ser franco
sobre mis metas con la idea de ahorrarnos tiempo. Sé de buena tinta
que pertenece a esa cábala. O, al menos, que una vez lo hizo.
Negarlo no servirá de nada.
- ¡Lo niego! Pisas terreno peligroso al pronunciar ese nombre tan a la ligera.
Eilish podía sentir el cambio en el
ambiente: un hormigueo en el vello de sus brazos y su cuello, y un olor
como el de una tormenta en ciernes. Le parecía que los ojos de
Norweth se volvían brillantes y se llenaban con un fuego interior.
No había dudas de que tenía su poder arcano listo, en las puntas de
sus dedos. Podría ser una bravata pero, teniendo en cuenta su
reacción, Eilish se vio forzado a considerar que realmente el magus
podría estar dispuesto a matar para proteger su reputación si
fuese necesario. Al mirar a Barl, Eilish notó que el pistolero
rhúlico parecía tranquilo y no echaba mano a su arma, lo cual,
probablemente, fuese algo bueno. Sin embargo, por otra parte, le hacía
preguntarse si el enano estaba prestando atención.
Levantó rápidamente una mano. - ¡Hey,
hey! Escuche, no estoy aquí para acusar a nadie. Estoy contando con su ayuda. Estoy buscando información que no se encuentra con
facilidad y necesito de un experto. Todo esto quedará entre
nosotros. Tengo varios tomos raros que sé que le interesaría ver.
Estoy buscando un intercambio de beneficio mutuo.
Dio unos golpecitos a la faltriquera
que traía con él, considerando que el magus y sus
matones podrían decidir, sencillamente, matarle y robarle los
libros. Era una posibilidad muy real, aunque tenía algunos de sus
tesoros más preciados bien escondidos por si acaso necesitaba
endulzar el trato.
- Si estuviese involucrado con ese
grupo con una reputación tan extremadamente mala, esto me resultaría
fascinante - dijo Norweth arrogantemente. A pesar de sus palabras, la
oferta de Eilish parecía haberle producido cierto impacto, ya que la
mayoría de la tensión violenta se disipó.
El magus siguió: - sea cual sea
el extraño rumor o mentira que hayas oído, no pertenezco a esa
sociedad. De hecho, ni siquiera sé si existen realmente. Puede que
hayan sido una invención de los guardianes de la puerta para exponer a
los incautos. Siempre he cooperado con los guardianes. Si trabajas
para ellos, esta misión es infructuosa. Sin embargo, los
estudios Esotero Editio podrían estar interesados en los volúmenes
que has mencionado. Te pagaría para que nos los entregaras.
Eilish consideró sus palabras,
intentando que no se le notase que nunca había oído hablar de las
otras organizaciones. Gracias a su ahora fallecido mentor, sabía que
la Orden fraternal estaba plagada de conspiraciones secretas. Demasiadas como para que nadie pudiese llevar la cuenta. Cuando tres
magos se juntaban para cenar, nacía una nueva cábala.
Honestamente, no sabía gran cosa sobre
los progenesistas, solo que eran eruditos que recolectaban
conocimientos prohibidos. Como los trabajos que coleccionaban estaban
clasificados como magia negra, el grupo estaba obligado a operar en
secreto. Sin importar sus metas actuales, sus acciones se veían como
siniestras y también eran ilegales. Las palabras y la el lenguaje corporal de
Norweth daban a entender que suponía que Eilish estaba trabajando
para un agente de la Orden fraternal, los llamados "guardianes
de la puerta". Aunque esto podía hacer más improbable que el
hombre matase a Eilish, no ayudaba a convencerle de que fuese más
comunicativo.
- Su cautela es comprensible. Déjeme
asegurarle de que no estoy asociado con nadie de su orden, y que
tampoco estoy en su nómina. Nunca me hablarían. Soy un advenedizo
autodidacta. - No necesitaba fingir desprecio hacia sí mismo al usar
ese término. - Respecto a cómo sé lo que sé, fui el último
aprendiz del magus Gilmartin Reed. Fui el que confirmó que fue
asesinado por los lordgrises.
Norweth frunció el ceño. - La muerte
de Reed fue una grave pérdida. Era un visionario. No sabía que
tuviese aprendices.
El teniente del BRI suspiró y se rasco
detrás de la oreja. - No era nada que valiese la pena mencionar.
Estoy bastante seguro de que fui una decepción. Demasiado arrogante
y cabezota para mi propio bien, como solía decirme.
Esta confesión produjo que la
expresión del otro hombre se suavizara y que apareciera un atisbo de
interés. - Intenté arreglar los asuntos de Reed tras su muerte y
fui a recoger sus notas, pero nunca las encontré.
Eilish dijo: - yo me las llevé.
Mientras investigaba su muerte encontré sus cartas, su archivo
privado. Así es como supe la identidad de usted. Usaba un código cifrado,
por supuesto, pero al final fui capaz de romperlo. Sé que usted y el
magus Reed erais cercanos. No le he mencionado a nadie nada de esto.
Si no le gusta oírme hablar de los progenesistas, no volveré a
mencionarlos, pero las cartas daban a entender que usted y mi mentor
compartíais creencias muy arraigadas sobre la libre adquisición de
conocimientos místicos. Eso es algo que yo también valoro. Puede
que mi vida y las de mis amigos dependan de ello.
Eilish echó mano a la faltriquera que
estaba a su costado, lo cual hizo que, inmediatamente, todos los que
estaban cerca de él se pusiesen tensos y echasen mano a sus armas.
Alzó una mano para que esperaran y empezó a moverse lentamente,
para que pudiesen ver con claridad lo que estaba haciendo. Sacó
un un trozo de pergamino, viejo y sucio, y se lo entregó al magus.
Le dijo: - una de sus cartas, para que
pueda ver que digo la verdad. Reed la escondió bien. Si quisiese
causarle problemas habría llevado esta información a vuestra sede,
en Ceryl. Lo que es seguro es que no habría acordado reunirme aquí con usted, siguiendo sus términos. Y solo.
- Eh, que estoy aquí - murmuró Barl,
pero Eilish le ignoró.
- Encontré estas cartas hace años pero en aquel entonces no me servían para nada. Puede que usted no lo
supiera, pero llevo todo este tiempo guardando sus secretos. Puede confiar en mi discreción.
Norweth tenía gesto pensativo y,
tras una pausa, dijo: - aceptaré tu aseveración de que has
entrenado bajo la tutela de Reed. Explica por qué estás aquí. ¿Qué
buscas?
Eilish respiró profundamente, ya que
había pasado mucho tiempo considerando como afrontaría este momento. Había
un gran trato que quería decir, preguntar, pero sabía que debía ir
al grano rápidamente. - He llegado al límite de lo que puedo
hacer por mí mismo, siendo autodidacta. He estado buscando más
conocimientos útiles, intentando expandir mi saber, mi maestría. Ha
sido difícil, como usted podría imaginar, pero no he dejado que eso me
detenga. He seguido la pista a textos difíciles de encontrar y a
enseñanzas ancestrales. He visitado bibliotecas donde los secretos
han sido acumulados en rincones apartados. Mi mejor progreso vino
tras ir a Elsinberg. Allí obtuve acceso al tercer volumen del Libro
Aeterna Noctem.
Norweth reaccionó al oír el nombre,
tal y como esperaba Eilish. - Un volumen sumamente raro.
- Necesito leer los otros del conjunto.
Creo que me pueden ayudar a alcanzar un nuevo nivel de potencial. A
través de su correspondencia, he podido entender que colecciona este juego. ¿Puede que tenga uno o más estos volúmenes?
Intercambiaría los tomos que nombré en mi carta por el derecho a
acceder a esos libros. No espero que esté dispuesto a separarlos
permanente.
- Lo que ofreces es un intercambio muy
razonable, y muy favorable para mi. Normalmente, sospecharía que hay
algo más, ya que está claro que no eres un imbécil.
Eilish dijo: - solo me importa el
conocimiento. No tengo interés en crear una biblioteca privada. No
tendría ningún lugar donde mantener a salvo estas cosas, pero tengo
una memoria extremadamente buena. Retengo todo lo que leo.
- Una habilidad muy útil, - concedió
Norweth. - ¿Puedo ver lo que ofreces, para verificar que es genuino?
Alargó una mano, expectante.
Eilish se desabrochó la faltriquera
que llevaba y sacó de su interior un tomo forrado en cuero, y solo
dudó ligeramente antes de dárselo. Su superficie tenía manchas
oscuras, casi negras, y sobre su lomo había escritas con plata
varias formas rúnicas poco usuales. Eilish dijo: - tengo más que sé
que usted apreciará. No los he traído conmigo, por si acaso, pero
también serán suyos si alcanzamos un acuerdo.
El magus cogió el volumen con
respeto, casi con reverencia, y le echó un vistazo rápido, pero
que se notaba realizado por un experto. Lo inspeccionó por
todos los ángulos posibles y, luego, lo abrió y ojeó varias
páginas.
- Es el artículo genuino. Me gustaría
mucho añadirlo a mi colección, pero hay un problema.
Eilish se quejó para sí mismo. Claro
que tenía que haber un problema. Se aclaró la garganta. - ¿Y cuál
es?
- La verdad es que, por desgracia, he
experimentado un robo hace muy poco. Afortunadamente, su alcance fue
muy limitado. Tenía varios tomos antiguos siendo restaurados por un
experto de confianza y se desvanecieron en el proceso. Aún no tengo
ninguna pista. Así que, por el momento, no puedo satisfacer tu
petición.
El teniente del BRI puso mala cara,
desconcertado. Había sido tan cuidadoso para poner esto en marcha,
para engatusar a este mago hasta traerle a una conversación
potencialmente comprometedora.... nunca se le había ocurrido que
Norweth no tuviese acceso a los libros que buscaba.
- ¿Robados? Qué desafortunada
coincidencia que se perdiesen justo cuando los estoy buscando. - Se
había ido volviendo cada vez más paranoico desde las desventuras
por las que había pasado en Llael, aunque entendía que, en
realidad, el mundo no estaba en su contra. Últimamente, solo se lo parecía.
Norweth extendió una mano. - Así es
la vida de los exploradores de los misterios más profundos. Las extrañas coincidencias abundan.
Su tono se volvió más condescendiente
cuando añadió: - de hecho, recientemente han tenido lugar varios
robos de obras importantes en las bibliotecas privadas de la región.
Debo admitir que, al acordar reunirme contigo, pensé por un momento
que podrías estar involucrado. Era una de las razones por las que
acepté tu invitación a hablar.
Eilish asintió. - Una sospecha
comprensible. He llegado muy lejos para conseguir conocimientos
ocultos como este, pero nunca hasta el punto de asaltar bibliotecas
privadas. Le aseguro que soy mejor resolviendo crímenes que
perpetrándolos. De hecho, quizás pueda ayudarle con este asunto.
Estudié ciencias forenses en la Universidad de Corvis. Si llegase al
fondo de este asunto y recuperase sus obras robadas, ¿me culparía por leerlas antes de devolverlas?
- No veo cómo podría impedírtelo, -
dijo Norweth, - aunque apreciaría claramente el regreso de esos
libros. Su valor es incalculable.
- ¿Tiene usted información sobre esos
otros robos recientes? Si se han producido en el mismo área, parece
muy probable que esté involucrado el mismo culpable.
Norweth lo consideró, con el gesto
pensativo. - No he oído nada que sugiera ninguna característica en
común. Eran volúmenes muy diferentes de colecciones bastante
distintas. Si te diese más detalles pondría en riesgo a ciertos
intereses, individuos que tienen buenas razones para que sus
identidades sigan siendo desconocidas.
- Entonces, ¿quizás haya algo en
común que haya pasado por alto? He sido entrenado en estos asuntos
y se me dan bien. Puedo esforzarme para que los secretos que sean
necesarios para la investigación sigan siéndolo. Puede que no necesite los detalles para
resolver el asunto.
Al final, Norweth fue persuadido para
satisfacer las preguntas de Eilish. Este no tardó mucho en
determinar que, probablemente, todos los libros robados fuesen unos
que sus propietarios habían adquirido recientemente, cuyas
circunstancias apuntaban a que podían ser el resultado de la misma
venta: una subasta de la biblioteca privada de un colega fallecido
recientemente. Aunque los tomos robados no estaban relacionados entre
sí, anteriormente habían formado parte de la misma colección. Todo esto
daba a entender que el ladrón tenía acceso a los documentos que
llevaban las cuentas de la venta de esa colección. Al principio,
Norweth era reticente a nombrar a los otros colegas suyos que habían
participado en la puja; aquellos que, por lo que él sabía, aún no habían sido robados.
- Si se corre la voz de que te he dado
esta información, mi vida estaría en peligro. - A pesar de sus
palabras, Norweth no parecía estar asustado. Eilish sospechaba que
el mago era lo bastante poderoso para defenderse y que estaba más
preocupado por su reputación que por su vida.
- Tengo mis propias razones para no
hablar, - dijo Eilish. - Prometo que nadie sabrá que usted ha tomado
parte en esto.
Norweth bajó la voz. - Debes saber
que, si rompes la promesa que me has hecho, dedicaré todos los
recursos de la orden para orquestar tu destrucción de forma
dolorosa.
Desde luego que era una amenaza
terrible. Eilish sentía que el mago estaba obedeciendo a su sentido
del decoro y a sus obligaciones hacia los demás miembros de su
fraternidad. Esperaba cierto grado de hostilidad de alguien de su
posición, pero estaba claramente ansioso por los libros con los que
Eilish le había tentado.
- Por dejar las cosas claras, - dijo
Barl inesperadamente, dirigiéndose por primera vez al magus. - Solo
soy una pistola de alquiler. No soy parte de nada más.
- Mi ira empezará y terminará con
Eilish Garrity, siempre y cuando no te interpongas en mi camino, -
tranquilizó Norweth al enano, quien asintió satisfecho.
- Gracias, - susurró Eilish.
- Esto es lo que sé. - dijo Norweth,
por fin. - Tengo un colega que vive en una hacienda en las colinas de
las afueras de Carre Dova. Su nombre es Upton Waller y es un
coleccionista de manuscritos raros. Un hombre con una maestría
considerable en el saber ocultista. Realizó unas cuantas
adquisiciones caras durante la subasta en cuestión. No he oído
ningún informe de que le haya ocurrido nada inapropiado, ni a él ni
a su morada. Seguramente sea el siguiente.
- ¿Hay alguna posibilidad de que sea el que está detrás de estos robos? - Eilish planteó la pregunta,
sopesando la posibilidad de que un coleccionista obsesionado le
negase los volúmenes que tanto deseaba.
- No puedo descartar la posibilidad, -
dijo Norweth frunciendo el ceño, - aunque lo considero improbable.
Waller es un anciano inocuo y endeble, y depende en gran medida de la
benevolencia de nuestra orden. No me parece posible que afrontase un
plan tan temerario.
- Está bien. Lo comprobaré. ¿Habrá
un sitio mejor para contactar con usted más adelante? ¿O tendré que
volver a encontrar esta barcaza?
- Estaré en los Cinco Dedos. - Norweth
se dirigió a un cercano escritorio pequeño y allí garabateó algo
sobre un trozo de papel. Lo dobló y se lo ofreció
a Eilish. - Ve a la taberna el "Profesor de terciopelo", en
la Isla del toro, y dale esto a cualquier camarero de allí.
- Más maniobras encubiertas, -
pensó Eilish. Aceptó el papel plegado y se lo guardó. El viaje a
Carre Dova le llevaría mucho tiempo; un tiempo que no quería perder.
Había confiado en volver a Corvis antes de que notasen su ausencia pero parecía que siempre había algún problema. No estaba seguro de
cuánto más podría tener a oscuras a los demás sobre lo que estaba
haciendo, pero había aceptado esas necesidades dado el giro que
había tomado su investigación sobre lo arcano. Era un camino oscuro
y traicionero, y parecía que ahora era demasiado tarde para darse la
vuelta.
******
Como necesitaban pasar por los Cinco Dedos, Eilish consintió a Barl y le permitió gastarse el dinero en
las mesas de cartas mientras bajaban por el río. Nunca había visto al enano tan
animado como cuando estaba jugando, y resultó ser un tahúr
moderadamente bueno. Eilish vio varias oportunidades en las que podía
aprovecharse de la situación para obtener la ventaja, apoyando
sutilmente al enano en la mesa, pero resistió la tentación. Decidió
que era mejor no hacer nada que atrajese la ira de los supervisores
que pululaban cerca. Pensó que lo mejor era evitar darles una excusa
para tirarles al río. Además, Barl lo estaba haciendo bastante bien
sin necesidad de trampas.
Entre partidas, al tomarse un descanso
para tomar un trago en el bar, era cuando Barl se volvía más
social. Preguntó a Eilish: - ¿por qué estás tan interesado en
esos libros? Parece que dan muchos problemas.
- Desde luego. Pero son la única forma
de hacerme más fuerte.
- ¿Quieres decir más poderoso? Parece
que lo estás haciendo bastante bien por tu cuenta. A mi no me verás buscando pistolas cada vez más grandes. Trabaja con lo que
tienes, es lo que digo siempre.
Eilish le dedicó una sonrisa
sardónica. - Te recuerdo que antes tenías pistolas de un solo
disparo. Te gastaste bastante en estas, personalizadas con cañones
dobles. Estabas intentando mejorar. Una forma de potenciar tu juego.
Ahora, tienes un disparo más en cada una antes de recargar, lo que
te permite esperar unos segundos más antes de tener que hacerlo. Ese
tipo de ventaja te puede salvar la vida. Quizás ya lo haya hecho.
- No es lo mismo, - dijo Barl,
descartando el alegato con un gesto de la mano.
- Yo creo que sí. Tú confías en tus
pistolas para tu sustento. Tienes lo mejor que puedes encontrar y
permitirte, y las mantienes en buen estado y practicas para conservar
tu ventaja. La mayor parte de la magia que llevo haciendo casi toda
mi vida son trucos de salón. Un mago como Norweth podría barrer el
suelo conmigo. Lo importante es cuánto sabes. Ahora mismo, no sé lo
suficiente.
Tras considerar esto, Barl dijo: -
pillo lo que dices, pero mis pistolas mejoradas solo requirieron
pagar algunas monedas extra a un armero. Estás intentando encontrar
un atajo y asumiendo riesgos extra. Hay una razón por la que
no quieres que Colbie o los demás sepan lo que estás haciendo, y
por la que yo estoy aquí. Todos esos tipos con los que hablas son
sospechosos y quieren citarse en lugares extraños. Está bastante
claro que estamos buscando algo que es peligroso.
Eilish sintió una punzada, ya que las
palabras de Barl habían dado en el clavo. - No estás equivocado. Es
un atajo y hay peligros, pero es la única forma en la que podré
hacerlo. Necesito ponerme al día. No soy un miembro de un grupo
exclusivo como la Orden fraternal. Soy demasiado viejo como para
hacer esto de forma lenta y segura. Esa puerta se cerró el día en el que
los lordgrises mataron a mi antiguo profesor.
- Mi poder me ha permitido
arreglármelas, pero no puedo seguir contando con ello. No estuviste
con nosotros en Llael. No viste a lo que tuvimos que enfrentarnos.
Los cryxianos no se andan con tonterías. Si tengo que cumplir con mi
parte para mantener a los otros a salvo..., Colbie, Milo, Gardek,
Candice, Pog, incluso Gardek..., necesito mejorar mi juego. No puedo
apañarme con trucos de salón. Es un riesgo, pero tengo que
asumirlo. Ensuciarme las manos.
Tras escuchar este largo monólogo,
Barl recuperó su sonrisa de antes. - Puedo entender que necesites
ensuciarte las manos. Sea como sea, no es mi problema. Solo me lo
preguntaba, ya que siempre me ha parecido que Colbie y tú erais
amigos cercanos. Un buen equipo. Me sorprendió que le ocultases
secretos tan gordos.
- Hay algunas cosas que es mejor que
ella no sepa, - dijo Eilish, dándose cuenta de que Barl no era el
único al que estaba intentando convencer. Quería el poder para
salvar a sus amigos, pero esa no era toda la verdad. Había perdido
su toque, aquello que solo él tenía. Tras lo ocurrido en Llael, se
sentía vacío, como un fraude. Allí, había tocado brevemente el
poder auténtico. Había hecho que se diera cuenta de lo pequeño que
era y lo poco que sabía. No quería volver a sentir eso nunca. Sin
su ventaja, bien podría marcharse y ser olvidado.
******
- No hagas ruido y agáchate, –
susurró Eilish. - Alguien se nos ha adelantado.
Dirigió la atención de Barl a una de
las ventanas del primer piso situada en el lado este de la casa, la
cual parecía estar entornada. Caía el ocaso y la luz restante era tenue, pero Eilish se dio cuenta de que la ventana estaba rota gracias a haber atisbado unos reveladores destellos de cristales en el suelo,
cerca de ellos. Barl asintió, desenfundando una de sus pistolas a
medida que se acercaban. Intentaban mantenerse tras la cobertura de
los setos que delimitaban el camino y de varios arbustos bien
cuidados que se encontraban a lo largo del lado de la casa.
Habían conseguido llegar sin
incidentes hasta la finca Waller, cerca de Carre Dova, alquilando
caballos de un establo a las afueras de los Cinco Dedos. No habían
visto al magus ni a ninguno de sus matones durante el resto del viaje
río abajo, ni tampoco en la ciudad, lo cual no parecía ser fortuito. Eilish
se veía obligado a tratar con un pistolero de alquiler un
poco gruñón y descontento, ya que Barl descubrió que no pasarían nada de
tiempo en los Cinco Dedos, lo que consideraba que era una oportunidad
malgastada y que casi era un crimen. Era cierto que la ciudad era
conocida por sus entretenimientos diversos, siendo uno de los sitios
favoritos de los marineros de las armadas órdica y cygnariana que
estaban de permiso en tierra, así como de incontables corsarios,
piratas de mala reputación y una cantidad equivalente de
mercenarios. Sabiendo lo fácil que se distraería con los encantos
de la ciudad, Eilish insistió en que fuesen directamente desde los
puertos del este hasta la carretera septentrional que se dirigía a
Carre Dova. En ese momento ya estaba preocupado por si llegaban a la finca después
de que la hubiesen saqueado.
Ahora parecía que sus miedos estaban
fundados, aunque había indicios de que el suceso podría ser reciente. Había visto el parpadeo de la llama de una vela en una de
las ventanas superiores, que en un principio atribuyó a uno de los
habitantes de la casa. También vio un hilo de humo que se escapaba
de una de las chimeneas, junto con otras cuantas pistas sutiles que
daban a entender que se trataba de una ocupación normal.
El hedor de algo fétido y pútrido fue
la única advertencia que tuvo antes de que varios no muertos
avanzasen pesadamente hacia él desde detrás de la casa.
Incluso a pesar de la luz menguante no
podía equivocarse con las formas, con su carne en putrefacción, sus
bocas abiertas y las motas brillantes de malevolencia en los huecos
de sus ojos que, por lo demás, estaban vacíos. Una de las figuras
esqueléticas blandía una espada muy agujereada con sus dos manos
huesudas y avanzaba velozmente, dando a entender que tenía más
consciencia y que era la amenaza mayor.
Barl alzó inmediatamente una pistola
pero Eilish hizo un gesto de corte con una mano para detenerle,
preocupado porque el estallido del disparo alertase a cualquier
nigromante que, claramente, estuviese dentro. Solo podía suponer que
quienquiera que hubiese entrado por la fuerza en la finca había
dejado atrás estas criaturas para evitar que le interrumpiesen.
Actuando más por instinto que por
pensamiento, Eilish reunió su poder interior y se dirigió
mentalmente a por los siervos. En vez de invocar las runas que desatarían
rayos de energías que les perforarían, recordó la sensación que
había sentido cuando le obligaron a emplear el poder de las coronas
del rey negro en Umbrey. Recordó cómo esa energía fluyó a través
de él y lo diferente que le había parecido a blandir
sus propios dones innatos. Había sido como coger poder de algo fuera
de él mismo, extrayéndolo de las corrientes oscuras y frías que
esperaban dentro de la carne muerta que temblaba en el interior de
su propia sangre y huesos.
Una energía verde fluyó desde él
hasta los siervos, y boqueó sorprendido al sentir de nuevo ese poder
extraño. Era como meter de golpe la cara en un arroyo frío, y podía
sentir algo oscuro reptando hacía él a través de esos flujos, como
unos gusanos reptantes. Reprimió esta sensación apretando los
dientes y, de repente, los siervos se quedaron congelados, sujetos
firmemente por su voluntad. Era una sensación emocionante, pero también
aterradora. Oyó a Barl jadear por la sorpresa, pero estaba tan preocupado
que no registró los otros sonidos que venían desde detrás de él,
no hasta que resonó una voz dura.
- ¡Nigromante!
Eilish se dio la vuelta y pudo ver a
varias figuras con capa que se acercaban rápidamente, incluyendo la feroz cara del hombre que había gritado el epíteto.
Apenas lo había digerido cuando Barl le empujó a un lado justo en
el momento en el que una bala pasó silbando cerca de su cabeza, rompiéndose contra un árbol cercano. Barl ya había sacado sus pistolas
y estaba devolviendo el fuego. Adelantó a Eilish, manteniéndose
agazapado y buscando a toda prisa el refugio parcial que le
proporcionaba la esquina de la casa. Esto requería que se aproximase
a los siervos pero, como estaban congelados, parecía aceptar la
amenaza menor por encima de la más activa: llevarse un disparo.
Probablemente, el teniente del BRI
debería haberle seguido, pero en vez de eso apoyó su espalda contra
el árbol e intentó ordenar sus pensamientos. Ser empujado no había
roto su control de la magia mediante la cual había congelado a los
siervos, y apenas había caído en el peligro de los pistoleros
cuando los no muertos se pusieron otra vez en marcha, esta vez
dirigiéndose hacia los que disparaban a la posición del arcanista.
- ¡Tu magia impía no te servirá de nada! - gruñó el interlocutor. Eilish echó un vistazo por detrás del árbol para ver aparecer una flor de fuego en las manos juntas del hombre y un anillo de runas alrededor de sus muñecas, abrasando a dos de los siervos más débiles mientras que el tercero era abatido a tiros por los demás. Sin embargo, el no muerto más rápido, el de la espada, consiguió alcanzar a uno de los hombres armados y hundió su arma profundamente en su costado. Este soltó un grito ahogado y cayó. El siervo espadero consiguió herir a otro de los tiradores antes de que el fuego también le consumiese.
- ¡Tu magia impía no te servirá de nada! - gruñó el interlocutor. Eilish echó un vistazo por detrás del árbol para ver aparecer una flor de fuego en las manos juntas del hombre y un anillo de runas alrededor de sus muñecas, abrasando a dos de los siervos más débiles mientras que el tercero era abatido a tiros por los demás. Sin embargo, el no muerto más rápido, el de la espada, consiguió alcanzar a uno de los hombres armados y hundió su arma profundamente en su costado. Este soltó un grito ahogado y cayó. El siervo espadero consiguió herir a otro de los tiradores antes de que el fuego también le consumiese.
Las balas desgarraron la corteza del
árbol de Eilish y arrancaron piedras del edificio detrás del que se
había agachado Barl. El pistolero esperó cuidadosamente su momento
y se asomó para ejecutar varios disparos de experto, cada uno de los
cuales mandó a un hombre retrocediendo trastabillando o derribado.
El último alcanzó en el hombro al arcanista que utilizaba magia de
fuego, haciendo que se tambaleara. Eilish levantó su mano y extrajo poder de su reserva interior para disparar un rayo arcano a ese
hombre, impactándole cerca de la cintura. Este tropezó con un muro de contención que se encontraba detrás de
él y se cayó.
Eilish no notó movimientos inmediatos
ni disparos de represalia, así que se arriesgó a salir de su
cobertura a toda prisa, desenfundando su espada para acercarse al
hombre caído. Utilizó su magia para protegerse de cualquier daño
mientras avanzaba, ya que sabía lo peligroso que podía ser un mago,
aunque estuviese herido.
El adversario sangraba, pero se estaba
levantando cuando Eilish estampó la parte plana de su espada contra
la cabeza del hombre, volviendo a tirarle al suelo. Barl también
había avanzado. Levantó una de sus pistolas de cañón doble, ya
recargada, para acabar con él, pero Eilish se interpuso. - ¡Espera!
¡No le mates!
- Él iba a matarte. Parece lo justo, - se quejó Barl, como si hubiese herido sus sentimientos.
- Vigila a los otros, - dijo Eilish,
lanzando un vistazo a los árboles que rodeaban la finca. El cielo se
oscurecía rápidamente a medida que las últimas luces del día se
desvanecían. Se agachó para inspeccionar al mago caído y puso mala
cara al darse cuenta del pequeño símbolo del libro y el ojo que
tenía cosido en la tela de sus hombros. - Estaban con la Orden
fraternal. Que Urcaen los acoja.
Maldiciendo entre dientes, le arrancó
la capa al hombre e intentó taparle la hemorragia de encima de
su pecho. El mago seguía respirando, aunque le costaba. En el
proceso, Eilish descubrió que el atacante llevaba un anillo grande
con un sello que mostraba un rastrillo cerrado rodeado por un círculo
y una serie de runas místicas simbólicas.
Barl lo observó todo frunciendo el
ceño, y preguntó después: - ¿le ha enviado el que conocimos en el
barco?
- No creo. Probablemente sean los ya
mencionados guardianes de la puerta. - Le enseñó el sello. -
Investigadores de la Orden fraternal. Su equivalente a los iluminados. No quiero que vengan a por mí.
- Entonces deberíamos acabar con este,
¿no crees? - Barl le señaló con su pistola.
- No. Matarle solo atraería a más.
Dudo que llegase a verme bien y no creo que nos sigan. Ya estaban viniendo.
Será mejor que le dejemos aquí y esperemos que viva. Cuando vuelva
a estar de pie podría intentar cazarnos.
Barl bajó la pistola para apuntar a la
pantorrilla izquierda del hombre y, luego, apretó el gatillo con toda tranquilidad. Se produjo otro sonido explosivo y la bala se hundió
en su pierna.
- ¡Hey! - gritó Eilish, demasiado
tarde. La sangre empezó a empapar los pantalones del mago herido.
Barl le miró con calma. - Eso debería
ralentizarle.
- ¡Que Thamar te lleve! - Eilish usó
su espada para cortar una tira de tela de la capa y se preparó a
taparle también la pierna. - Sabes que un hombre puede morirse por la pérdida de sangre.
- Probablemente vivirá. Será mejor
que salgamos de aquí, por si acaso.
Eilish apretó la tela ensangrentada
que estaba anudando. - No hasta que vayamos dentro y veamos si
podemos encontrar ese libro. Será mejor que nos movamos deprisa. Si
hay un nigromante de verdad por aquí habrá oído todo el tiroteo.
Barl se encogió de hombros mientras
volvía a recargar su pistola y dijo: - tú verás. Ve delante. Te
cubriré.
******
Treparon hasta la misma ventana que
rota que, presuntamente, había usado el primer intruso. Eilish iba
delante, intentando ser silencioso y estar alerta. Se le ocurrió que
el alboroto del tiroteo afuera podría haber asustado al potencial
ladrón de libros y presunto nigromante, quien seguramente no querría más problemas. Esperanzado, se imaginó por un momento a un ocultista sorprendido dejando caer los libros que había reunido
cuidadosamente mientras saltaba por otra ventana y huía en la noche.
Eso habría sido ideal, aunque Eilish nunca había tenido tanta buena suerte.
Cuando llegaron a las escaleras
principales que conducían al segundo piso pudieron oír sonidos de
golpes sordos y de objetos rompiéndose que venían de arriba. El oído
experto de Eilish captó el ruido de lo que tenía que ser una
librería cayéndose con todos sus volúmenes desparramándose sobre
un suelo enmoquetado. Era un sonido que ya había oído antes:
durante una de las rabietas periódicas de su maestro. Apretó los
labios y frunció el ceño, ya que nunca había sido alguien que
aprobara que se dañase a los libros.
En lo alto de las escaleras, otro
siervo trastabillaba hacia ellos, y este llevaba el atuendo de un
mayordomo. Eilish se encargó de él con otra descarga de energía
mágica sin preocuparse de intentar el truco que había conseguido
con los de afuera. Por lo que había leído, tenía la impresión de
que no funcionaría con no muertos que estuviesen cerca de su amo. Y, eso, en el hipotético caso de que pudiese volver a hacerlo de
manera fiable.
Teniendo en cuenta el ruido y las
señales obvias de perturbación, era fácil decir adónde necesitaban
ir. Justo al atravesar la entrada había unas puertas dobles que
habían quedado entreabiertas. Una de ellas se había salido de sus
goznes. Eilish se acercó con cautela, avanzando con la espalda
pegada a la pared, esforzándose para avanzar sin ser visto. Barl le
siguió no muy de lejos con una pistola en cada mano.
Echando un vistazo dentro, Eilish vio
una librería medio rota, varias estanterías tumbadas
y el suelo lleno de volúmenes. Dominando la escena se
encontraba una mujer sorprendentemente joven con el pelo negro, que
tenía una espada a dos manos oscura casi tan alta como ella
colgada por encima de su hombro. En la habitación había también al menos tres siervos de
aspecto formidable y con armaduras hechas de retales. Uno armador con una espada, otro con un hacha y un tercero con
una alabarda. La mujer ojeaba impacientemente un libro que había
cogido de una balda cercana, antes de arrojarlo a un lado con un
gruñido. Murmuraba para ella misma, como si discutiese con alguien a
quien Eilish no podía ver. Se dio cuenta de que había otro siervo
menos impresionante de pie no lejos de ella, encorvado bajo la carga
que llevaba: lo que parecía ser una mochila de tamaño considerable
atada sobre su espalda, llena de libros y pergaminos.
Eilish notó que se le secaba la boca mientras el miedo le atenazaba. Nunca la había visto antes, pero
nadie que hubiese vivido en Corvis en los últimos ocho años se
hubiese equivocado al reconocer a Alexia, la obstinada sobrina de un
prelado morrowano que había invocado a un ejército de muertos.
Supuestamente había asesinado a todos los iluminados que habían
mandado tras ella, y había matado y reanimado a incontables otros. Se
decía que era una nigromante, pero era mucho más. Era una amenaza
maldita por los dioses que esgrimía un artefacto impío, un arma de
la que se decía que disfrutaba particularmente matando arcanistas y
robando sus almas.
- Atrás, - susurró lo más bajo
posible, aunque con vehemencia, haciendo un gesto a Barl para que se
retirase.
Antes de que el enano pudiese dar
siquiera un paso, una imponente voz de mujer proveniente de la
habitación dijo: - sé que estáis ahí. ¡Acercaos de una vez!
Dudó y consideró salir corriendo,
pero entonces una gran bola de fuego torvo se estampó
contra el muro justo a su izquierda, abriendo un agujero ardiente de tamaño
notable.
Barl apretó los dientes y, a juzgar
por su postura, parecía estar dispuesto a entrar corriendo y
disparando. Eilish alargó una mano hacia él para contenerle.
- Aparta esas cosas, - siseó,
envainando su propia espada. Su corazón latía con fuerza. Tuvo que
combatir un ataque de pánico. Intentó tranquilizarse. - No vamos a
salir de esta peleando.
Levantó las manos para mostrar que no
era una amenaza y entró con cuidado en la habitación. Tras dudar un
momento, Barl enfundó sus pistolas y le siguió.
Alexia se les quedó mirando con
evidente curiosidad y la cabeza inclinada hacia un lado. Había algo
inquietante en su mirada. Dijo: - no sois mis perseguidores. ¿O sí?
Caras nuevas...
- No, no somos ellos, - dijo Eilish. -
No quiero hacerte ningún daño.
- Disparé afuera a varios de ellos, - añadió Barl amablemente. - Creo que acabamos con la
mayoría.
A Eilish le resultaba difícil apartar
la mirada de la espada enfundada de encima de su hombro, con sus
grotescos elementos góticos, las caras con bocas abiertas de las que
salían lo que parecían ser espesas lenguas con pinchos que servían
como garfios. Fuego de bruja. Había algo en la espada que hacía que
los ojos le escociesen. A través de sus sentidos místicos pudo
notar una energía oscura y palpable que irradiaba del artefacto, y que empapaba a todo lo que le rodeaba. Podía sentir motas que recorrían
la carne de sus brazos, de su cuello y de su cara.
- ¿Por qué estáis aquí? - preguntó
casi absorta mientras alargaba una mano para seleccionar otro libro
de un balde cercano. Lo ojeó, y su expresión se oscurecía mientras
lo hacía: estaba claro que no le gustaba lo que había encontrado.
- Quizás, por razones similares a la tuya, - dijo Eilish. - Por el conocimiento. Hay algunos libros que busco.
- A menudo, los libros son decepcionantes, - dijo ella, tirando a un lado el que había estado mirando. Eilish lanzó una mirada de deseo a la cubierta y a los diagramas de sus páginas. Sospechaba que él no lo habría encontrado tan inútil como estaba claro que ella lo había hecho. Sus manos se movieron involuntariamente hacia él mientras caía al suelo, rebotando hasta quedarse con la cubierta abierta y sus páginas aplastadas. Le parecía tan perturbador como un cadáver que yacía con sus miembros extendidos en ángulos antinaturales.
- ¿Eres un mago? - Ella se había girado hacia él tras echar un vistazo rápido a las baldas más cercanas, sus ojos fijos con una intensidad inquietante, como si le viese por primera vez.
- Um... no exactamente, - dijo Eilish.
Ella se movió de una forma extrañamente elegante pero antinatural, encogiendo los hombros y retorciéndose, echando mano a su espalda para empuñar a Fuego de bruja. Estaba en sus manos antes de que pudiesen parpadear y, entonces, cruzó el espacio que les separaba con una celeridad similar, acercándose para enfrentarse a él, la hoja ennegrecida de la espada descansando sobre el hombro de Eilish con su frío filo muy cerca de su garganta. Se quedó sin aliento y sus ojos se abrieron como platos al notar, sin lugar a dudas, que había oído algo susurrándole al oído. Luego, un ruido extraño, agudo, sonó dentro de su mente y recibió la nítida impresión de que la espada estaba hambrienta. Nunca había estado tan asustado en toda su vida.
- Sé... sé algo de magia, – tartamudeó.
Por el rabillo del ojo vio que Barl había dado un paso atrás y que tenía las manos en las culatas de sus pistolas, pero aún no las había desenfundado. Quizás estaba calculando su velocidad contra la posibilidad de provocar a Alexia y que le cortase la garganta a Eilish.
Ella apartó la mirada diciendo: - sé que podríamos. Eso sería un desperdicio. Ni siquiera es un buen aperitivo. Matarle estaría por debajo de nuestro nivel.
Dijo estas palabras a alguien a quien nadie podía ver, y le provocaron escalofríos a Eilish. Sospechaba que estaba discutiendo sobre su vida. ¿Era un arcanista tan malo como para ser digno de ser sacrificado? Eso parecía, con toda seguridad. Era difícil no sentirse insultado.
Alexia preguntó: - ¿entiendes de nigromancia? ¿Cómo se transfieren las almas de un lugar a otro?
Cuando negó con la cabeza, ella siguió: - hay cierta experiencia en ese asunto de la que carezco. Nadie parece poseer suficiente comprensión.
Tragó saliva e intentó recuperar el control de su lengua. - Sé algo de nigromancia, un poco, pero no soy ningún experto. Tengo acceso a tomos que pueden ser útiles y algunos de los libros que no te sirven podrían ser de ayuda para mí.
Ella continuó mirándole, como si apenas oyese sus palabras. Sentía que le analizaba no como persona, sino como cosa. Era difícil no imaginarse que estaba "ojeando sus páginas", en sentido figurado, como había hecho con el último volumen. Su expresión daba a entender que le encontraba igual de insuficiente. Sin embargo, su alma podría resultarle más útil, arrancada de su cuerpo para potenciar su magia o, sencillamente, guardada para más tarde. Sabía que era así como los nigromantes experimentados miraban a veces a la gente: como bolsitas sucias de recursos potenciales.
- Puedo ser de utilidad, - dijo Eilish un poco desesperado. - Soy un lector rápido, excelente para encontrar información clave. - Hizo una pausa y su mente se quedó en blanco cuando lo único en lo que pudo pensar era en esa espada negra. - Quizás... quizás pueda ayudar con lo que estés buscando aquí.
Hizo un gesto hacia el siervo de los libros. - Y yo también tengo mis propios recursos. - Por si acaso, dio unos golpecitos a la faltriquera de su cintura.
Tras valorarlo unos momentos, ella dio un paso atrás y bajó la punta de la espada, perforando la alfombra al apoyarse en su empuñadura. - ¿Qué es lo que tienes?
Extrajo con cuidado un libro pequeño y delgado que había traído con él, un diario copiado meticulosamente de uno de los primeros devotos del vástago Delesle. - Es un trabajo prohibido e inestimable. No me interesan sus enseñanzas, pero a ti podrían serte útiles.
Lo recibió alzando una ceja. - Aquellos que ofrecen ayuda solo porque temen a la muerte no son de fiar. Aceptaré tu oferta pero deberías recibir algo a cambio. ¿A por qué has venido?
Eilish mantuvo la templanza. Ella era mentalmente inestable e impredecible. No quería hacer nada que despertase su ira.
- ¿Te importa? - señaló al siervo de los libros.
Asintió para mostrar su consentimiento. Ya estaba inspeccionando el diario que le había dado. Eilish lanzó una mirada rápida a Barl y, luego, se aproximó al siervo sobrecargado. Le miraba con malicia pero sin inteligencia y, al acercarse, la visión de la carne putrefacta que cubría su cara le revolvió el estómago. Cuánto más cerca le miraba, menos apreciaba la nigromancia. Rebuscó entre los libros de la mochila de la criatura y, con manos temblorosas, sacó dos de los volúmenes perdidos del Libro Aeterna Noctem. Se los enseñó a ella y esta le hizo un gesto de indulgencia con una mano, tras lo cual se escabulló con el corazón latiéndole con fuerza al pensar en su suerte. Ahora tenía que vivir lo bastante como para devolverlos.
Alexia se dirigió al escritorio del mago, donde colocó el diario con las páginas abiertas mientras inspeccionaba otros libros que se encontraban allí. - Ayúdame con esto, - le ordenó.
Eilish se acercó obedientemente, nervioso y tragando saliva mientras pasaba por encima de un cadáver que no había visto. Era la forma de un anciano vestido con una túnica. Probablemente, el propietario de la finca: Upton Waller. Su cabeza estaba separada de su cuello y sus ojos miraban al techo con la vista perdida. Se había formado un gran charco de sangre debajo de su cuerpo, empapando varios de los libros que estaban tirados por el suelo. Para intentar sacar esa imagen de su cabeza, Eilish se centró en los libros del escritorio y enseguida se concentró, intentando pensar en cualquier cosa que pudiese decir para mantener su interés. Intentó ignorar su letalidad y se centró en las materias arcanas de los libros que se encontraban delante de él, todos ellos relacionados con aspectos de un ritual nigromántico superior. Era una colección singular de conocimientos prohibidos.
- Este patrón, - tartamudeó Eilish. - Es recurrente. C... creo que lo vi en los márgenes del diario que acabo de entregarte. ¡Justo aquí! - Ojeó el libro hasta encontrar la página, y la señaló. - Estos glifos aparecen en varios trabajos. Deben de ser importantes. Este podría representar la esencia espiritual y su transferencia.
- Hmmm..., - dijo Alexia, cogiendo la página para escudriñar el pequeño texto escrito al lado de los símbolos. - No, soy muy consciente de eso. ¿Qué? No, eso no es cierto. Lo intentamos pero esto podría sernos útil. Tengo una idea.
Una vez más, parecía estar hablando con alguien que no era Eilish. Estaba seguro de que oía voces que él no podía discernir. Había algo en ella que le llevaba a pensar que no eran producto de su imaginación. Se le puso la carne de gallina en los brazos. Esperaba que las voces no la estuviesen aconsejando convertirle en un siervo.
Se giró hacia él y le dijo: - puede ser que yo no hubiese encontrado eso. Gracias.
Barl cambiaba nerviosamente su peso de un pie a otro cuando refunfuñó: - necesitamos salir de aquí. Ese hombre de fuera no dormirá eternamente.
Alexia lanzó una mirada dura a Eilish y entrecerró los ojos. Él dijo titubeando: - esto no tiene por qué ser el final de nuestra colaboración. Si permites que me marche, prometo que volveré a buscarte. Una vez que reúna... eh... otros volúmenes interesantes. Tengo escondido un alijo proveniente de la biblioteca de Elsinberg. Estaría encantado de prestártelos. Podrían ayudarte.
Ella levantó una ceja y, por un momento, estuvo seguro de que le empalaría en el sitio. Pero entonces, Alexia habló: - de acuerdo. Haré que cumplas tu palabra. No intentes esconderte de mí. Puedo encontrarte.
En su estómago solo había un foso de miedo, pero aún así consiguió asentir lo suficiente para que no resultase evidente. - Estoy deseando que llegue el día.
Mientras se giraba para irse, ella le dijo: - espera. Una cosa más.
Combatiendo el instinto de salir corriendo, se detuvo mientras ella se dirigía a una de las estanterías del otro lado de la habitación. Allí, recogió algo y volvió con él. A medida que se acercaba vio que llevaba una calavera humana, una que había sido ornamentada y grabada con muchas runas diferentes y ostentosas.
Jadeó y susurró asombrado: - ¡La valija de Ipsortus!
La reconoció al momento a raíz de unos dibujos que había visto. Ipsortus había sido un lingüista y un erudito de Calacia, y se decía que poseer su cráneo podría conceder varios dones, siempre y cuando el portador fuese lo bastante fuerte. También se le describía como un artefacto maldito.
Se la lanzó descuidadamente y él se apresuró a cogerla al vuelo, tropezándose un poco. A duras penas consiguió evitar que se le cayera y se rompiese al golpear el suelo al lado de la alfombra que estaba pisando. Alexia dijo: - esperaba que me ayudase, pero es inútil. Quédatela. Puedo usarla para volver a encontrarte.
- Quizás, por razones similares a la tuya, - dijo Eilish. - Por el conocimiento. Hay algunos libros que busco.
- A menudo, los libros son decepcionantes, - dijo ella, tirando a un lado el que había estado mirando. Eilish lanzó una mirada de deseo a la cubierta y a los diagramas de sus páginas. Sospechaba que él no lo habría encontrado tan inútil como estaba claro que ella lo había hecho. Sus manos se movieron involuntariamente hacia él mientras caía al suelo, rebotando hasta quedarse con la cubierta abierta y sus páginas aplastadas. Le parecía tan perturbador como un cadáver que yacía con sus miembros extendidos en ángulos antinaturales.
- ¿Eres un mago? - Ella se había girado hacia él tras echar un vistazo rápido a las baldas más cercanas, sus ojos fijos con una intensidad inquietante, como si le viese por primera vez.
- Um... no exactamente, - dijo Eilish.
Ella se movió de una forma extrañamente elegante pero antinatural, encogiendo los hombros y retorciéndose, echando mano a su espalda para empuñar a Fuego de bruja. Estaba en sus manos antes de que pudiesen parpadear y, entonces, cruzó el espacio que les separaba con una celeridad similar, acercándose para enfrentarse a él, la hoja ennegrecida de la espada descansando sobre el hombro de Eilish con su frío filo muy cerca de su garganta. Se quedó sin aliento y sus ojos se abrieron como platos al notar, sin lugar a dudas, que había oído algo susurrándole al oído. Luego, un ruido extraño, agudo, sonó dentro de su mente y recibió la nítida impresión de que la espada estaba hambrienta. Nunca había estado tan asustado en toda su vida.
- Sé... sé algo de magia, – tartamudeó.
Por el rabillo del ojo vio que Barl había dado un paso atrás y que tenía las manos en las culatas de sus pistolas, pero aún no las había desenfundado. Quizás estaba calculando su velocidad contra la posibilidad de provocar a Alexia y que le cortase la garganta a Eilish.
Ella apartó la mirada diciendo: - sé que podríamos. Eso sería un desperdicio. Ni siquiera es un buen aperitivo. Matarle estaría por debajo de nuestro nivel.
Dijo estas palabras a alguien a quien nadie podía ver, y le provocaron escalofríos a Eilish. Sospechaba que estaba discutiendo sobre su vida. ¿Era un arcanista tan malo como para ser digno de ser sacrificado? Eso parecía, con toda seguridad. Era difícil no sentirse insultado.
Alexia preguntó: - ¿entiendes de nigromancia? ¿Cómo se transfieren las almas de un lugar a otro?
Cuando negó con la cabeza, ella siguió: - hay cierta experiencia en ese asunto de la que carezco. Nadie parece poseer suficiente comprensión.
Tragó saliva e intentó recuperar el control de su lengua. - Sé algo de nigromancia, un poco, pero no soy ningún experto. Tengo acceso a tomos que pueden ser útiles y algunos de los libros que no te sirven podrían ser de ayuda para mí.
Ella continuó mirándole, como si apenas oyese sus palabras. Sentía que le analizaba no como persona, sino como cosa. Era difícil no imaginarse que estaba "ojeando sus páginas", en sentido figurado, como había hecho con el último volumen. Su expresión daba a entender que le encontraba igual de insuficiente. Sin embargo, su alma podría resultarle más útil, arrancada de su cuerpo para potenciar su magia o, sencillamente, guardada para más tarde. Sabía que era así como los nigromantes experimentados miraban a veces a la gente: como bolsitas sucias de recursos potenciales.
- Puedo ser de utilidad, - dijo Eilish un poco desesperado. - Soy un lector rápido, excelente para encontrar información clave. - Hizo una pausa y su mente se quedó en blanco cuando lo único en lo que pudo pensar era en esa espada negra. - Quizás... quizás pueda ayudar con lo que estés buscando aquí.
Hizo un gesto hacia el siervo de los libros. - Y yo también tengo mis propios recursos. - Por si acaso, dio unos golpecitos a la faltriquera de su cintura.
Tras valorarlo unos momentos, ella dio un paso atrás y bajó la punta de la espada, perforando la alfombra al apoyarse en su empuñadura. - ¿Qué es lo que tienes?
Extrajo con cuidado un libro pequeño y delgado que había traído con él, un diario copiado meticulosamente de uno de los primeros devotos del vástago Delesle. - Es un trabajo prohibido e inestimable. No me interesan sus enseñanzas, pero a ti podrían serte útiles.
Lo recibió alzando una ceja. - Aquellos que ofrecen ayuda solo porque temen a la muerte no son de fiar. Aceptaré tu oferta pero deberías recibir algo a cambio. ¿A por qué has venido?
Eilish mantuvo la templanza. Ella era mentalmente inestable e impredecible. No quería hacer nada que despertase su ira.
- ¿Te importa? - señaló al siervo de los libros.
Asintió para mostrar su consentimiento. Ya estaba inspeccionando el diario que le había dado. Eilish lanzó una mirada rápida a Barl y, luego, se aproximó al siervo sobrecargado. Le miraba con malicia pero sin inteligencia y, al acercarse, la visión de la carne putrefacta que cubría su cara le revolvió el estómago. Cuánto más cerca le miraba, menos apreciaba la nigromancia. Rebuscó entre los libros de la mochila de la criatura y, con manos temblorosas, sacó dos de los volúmenes perdidos del Libro Aeterna Noctem. Se los enseñó a ella y esta le hizo un gesto de indulgencia con una mano, tras lo cual se escabulló con el corazón latiéndole con fuerza al pensar en su suerte. Ahora tenía que vivir lo bastante como para devolverlos.
Alexia se dirigió al escritorio del mago, donde colocó el diario con las páginas abiertas mientras inspeccionaba otros libros que se encontraban allí. - Ayúdame con esto, - le ordenó.
Eilish se acercó obedientemente, nervioso y tragando saliva mientras pasaba por encima de un cadáver que no había visto. Era la forma de un anciano vestido con una túnica. Probablemente, el propietario de la finca: Upton Waller. Su cabeza estaba separada de su cuello y sus ojos miraban al techo con la vista perdida. Se había formado un gran charco de sangre debajo de su cuerpo, empapando varios de los libros que estaban tirados por el suelo. Para intentar sacar esa imagen de su cabeza, Eilish se centró en los libros del escritorio y enseguida se concentró, intentando pensar en cualquier cosa que pudiese decir para mantener su interés. Intentó ignorar su letalidad y se centró en las materias arcanas de los libros que se encontraban delante de él, todos ellos relacionados con aspectos de un ritual nigromántico superior. Era una colección singular de conocimientos prohibidos.
- Este patrón, - tartamudeó Eilish. - Es recurrente. C... creo que lo vi en los márgenes del diario que acabo de entregarte. ¡Justo aquí! - Ojeó el libro hasta encontrar la página, y la señaló. - Estos glifos aparecen en varios trabajos. Deben de ser importantes. Este podría representar la esencia espiritual y su transferencia.
- Hmmm..., - dijo Alexia, cogiendo la página para escudriñar el pequeño texto escrito al lado de los símbolos. - No, soy muy consciente de eso. ¿Qué? No, eso no es cierto. Lo intentamos pero esto podría sernos útil. Tengo una idea.
Una vez más, parecía estar hablando con alguien que no era Eilish. Estaba seguro de que oía voces que él no podía discernir. Había algo en ella que le llevaba a pensar que no eran producto de su imaginación. Se le puso la carne de gallina en los brazos. Esperaba que las voces no la estuviesen aconsejando convertirle en un siervo.
Se giró hacia él y le dijo: - puede ser que yo no hubiese encontrado eso. Gracias.
Barl cambiaba nerviosamente su peso de un pie a otro cuando refunfuñó: - necesitamos salir de aquí. Ese hombre de fuera no dormirá eternamente.
Alexia lanzó una mirada dura a Eilish y entrecerró los ojos. Él dijo titubeando: - esto no tiene por qué ser el final de nuestra colaboración. Si permites que me marche, prometo que volveré a buscarte. Una vez que reúna... eh... otros volúmenes interesantes. Tengo escondido un alijo proveniente de la biblioteca de Elsinberg. Estaría encantado de prestártelos. Podrían ayudarte.
Ella levantó una ceja y, por un momento, estuvo seguro de que le empalaría en el sitio. Pero entonces, Alexia habló: - de acuerdo. Haré que cumplas tu palabra. No intentes esconderte de mí. Puedo encontrarte.
En su estómago solo había un foso de miedo, pero aún así consiguió asentir lo suficiente para que no resultase evidente. - Estoy deseando que llegue el día.
Mientras se giraba para irse, ella le dijo: - espera. Una cosa más.
Combatiendo el instinto de salir corriendo, se detuvo mientras ella se dirigía a una de las estanterías del otro lado de la habitación. Allí, recogió algo y volvió con él. A medida que se acercaba vio que llevaba una calavera humana, una que había sido ornamentada y grabada con muchas runas diferentes y ostentosas.
Jadeó y susurró asombrado: - ¡La valija de Ipsortus!
La reconoció al momento a raíz de unos dibujos que había visto. Ipsortus había sido un lingüista y un erudito de Calacia, y se decía que poseer su cráneo podría conceder varios dones, siempre y cuando el portador fuese lo bastante fuerte. También se le describía como un artefacto maldito.
Se la lanzó descuidadamente y él se apresuró a cogerla al vuelo, tropezándose un poco. A duras penas consiguió evitar que se le cayera y se rompiese al golpear el suelo al lado de la alfombra que estaba pisando. Alexia dijo: - esperaba que me ayudase, pero es inútil. Quédatela. Puedo usarla para volver a encontrarte.
Eilish sintió un
cosquilleo en las yemas de los dedos que subió por sus manos: una
descarga eléctrica que recorrió sus brazos al sujetar la
calavera. Vino seguido por un sentimiento extraño en toda su piel y
algo parecido a un zumbido sonando en sus oídos... o dentro de su
cabeza. Notaba que el cráneo era poderoso y sintió inmediatamente
una resonancia en su interior. Con gran emoción, consideró que
podría ser justo el catalizador que necesitaba.
Alexia pareció
perder el interés en él, dándole la espalda para volver a los
libros que se extendían por el escritorio. Eilish le hizo un gesto
con la cabeza a Barl y ambos se retiraron rápidamente. A Eilish no
le cabía la calavera en su faltriquera, así que la envolvió en un
mantel que cogió de una mesita cercana. Una vez estuvieron fuera, se
aseguraron de evitar el área donde habían dejado al guardián
de la puerta herido y se apresuraron para alejarse todo lo posible de la
finca.
******
A Eilish le resultó imposible relajarse hasta alcanzar las afueras de Carre Dova. Ya había caído la noche, y la ciudad estaba oscura y silenciosa. No habían dicho una sola palabra desde que salieron de la casa. Eilish estaba completamente ensimismado en sus pensamientos.
Mientras buscaban
una posada por las tranquilas calles, el enano rompió el silencio. -
Vaya, eso fue un poco desastroso. Pero lo has manejado bien. Esa era
la infame Alexia de la Noche más Larga, ¿eh? En cuanto la reconocí,
pensé que eramos fiambres.
- Poco nos ha
faltado, - dijo Eilish. - Con esa espada en sus manos nos podría
haber matado fácilmente a los dos.
- Y no solo con la
espada, ¿verdad? Su magia es poderosa.
Eilish le dedicó
al enano una mirada de apreciación. - Es bastante poderosa, y es
difícil decir cuánto le debe a la espada. Hay un montón
de rumores locos sobre ella.
- ¿Estaría bien
decir que ella ha tomado algunos atajos? Si me preguntas, no parece
que hayan ayudado a su estabilidad mental. Parecía estar
más que chiflada. Tengo que creer que no es ninguna coincidencia.
- Ya sé por dónde
vas, - le cortó Eilish.
Barl levantó una
mano. - Vale, vale. Solo pensaba que era algo interesante a
considerar. Bueno, pues... ¿Conseguiste lo que estabas buscando?
¿Recuperaste los libros que quería ese mago?
Eilish bajó la
mirada al bulto vagamente esférico que tenía en sus manos. - Oh,
sí. He conseguido mucho más de lo que podría esperar.
Hizo una pausa y
añadió en voz baja: - aunque supongo que conllevará un coste.
- Suele pasar con
estas cosas, - dijo Barl. - Eres un chaval listo, así que estoy
seguro de que no pasará nada. Te recomiendo que te alejes todo lo
posible de esa mujer en el futuro. Es peligrosa.
- No creo que tenga
mucha elección. Hará que cumpla mi promesa.
Barl suspiró y
añadió: - bueno, si no cambian las cosas, preferiría que me
dejases fuera de tu siguiente aventura. Soy más de disparar a gente
normal. Para ti los demás. Tus Órdenes fraternales y tus guardianes
con puertas, nigromantes y eso. Esas cosas no son para mí.
- Tu contrato se habrá cumplido hasta que no lleguemos a Corvis, así que tendrás que
seguir conmigo un poco más.
- Estúpidos
contratos. Los clientes siempre te pillan con la letra pequeña,
¿verdad? - dijo Barl.
Eilish pestañeó
al oír esas palabras, las cuales se quedaron resonando en su cabeza
debido a su reciente cambio de mentalidad y a la senda ocultista que
había considerado explorar. - Sí. Eso es. Puede que negociar
contratos sea un arte perdido. Uno que todos los mercenarios
deberían intentar dominar.
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Dedicado al pequeño Miguel
Interesante entrada versión novela. No hay ninguna de este grupo en español, no?
ResponderEliminarPerdona, no te entendí. Ninguna qué?
ResponderEliminarnovela
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