miércoles, 23 de mayo de 2018

TRADUCCIÓN DE LAS CARTAS MODIFICADAS EN EL CID DE TERRORES PRIMIGENIOS

Absylonia1
Thagrosh2

Carnivean
Ravagore
Scythean
Typhon1
Archangel
Blightbringer

Blighted Ogrun Warmongers
Hellmouth

Warmonger War Chief


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ABSYLONIA, TERROR DE PLAGAETERNA

Por lo general, los nyss (cuya esencia ha sido estudiada exhaustivamente por el dragón) obsequiados con un fragmento del athanc de Plagaeterna sufren cambios sutiles en sus cuerpos y almas. Sin embargo, la transformación plagada de Absylonia continúa modificando su carne y no hay indicios de que nunca vaya a estabilizarse. Es una encarnación única de Plagaeterna, ya que puede adaptar su carne y sus huesos para satisfacer sus necesidades. Su mente y cuerpo ya no se parecen a lo que fueron anteriormente. La sangre de sus venas fluye en armonía empática con los engendros que crea para la batalla. Muchos llamarían horror a Absylonia, pero entre la Legión representa la perfección dracónica singular.

Para la mayoría de los elegidos de Plagaeterna, el auténtico cambio ocurre en su interior. Deben abrir sus mentes para controlar energías plagadas y asumir un papel de líderes de la Legión a la vez que ofrecen obediencia absoluta al dragón. Todos deben adaptarse a la presencia vigilante y a la voz influyente de Plagaeterna. La forma retorcida de Absylonia puede que sea el resultado de la resistencia involuntaria de su cuerpo a este cambio. Apenas tiene recuerdos de estos primeros días excepto un batiburrillo de dolor y confusión, y recuerda incluso menos de su antigua vida como nyss. Que sea prácticamente una página en blanco agrada a Plagaeterna, ya que es fácil habitar en su consciencia e influenciarla y no desarrolla la confusión causada por los recuerdos residuales. En muchos sentidos, Plagaeterna trata a Absylonia con una paciencia particular, como si fuese su hija favorita. Pasa bastante tiempo conteniendo sus instintos animales y preparándola para lo que está por llegar.


A los pocos días de su transformación, Absylonia ya demostró ser completamente devota del dragón y receptiva a su voluntad. A pesar de no tener recuerdos de su anterior existencia y de no saber al principio el lenguaje de su antiguo pueblo, demostró tener una astucia inhumana respaldada por los poderes con los que fue imbuida durante su transformación. Posee un control intuitivo sobre los engendros que la rodean, y aquellos generados a partir de su sangre crecen con una velocidad sorprendente (un don que supera al de los demás brujos y que rivaliza con el del mismísimo Thagrosh). Puede restaurar completamente su propio cuerpo o el del engendro más mutilado con una sola efusión de poder plagado.

Cuando Plagaeterna se llevó el grueso de su ejército a enfrentarse con Pyromalfic en el Castillo de las llaves prefirió dejar atrás a Absylonia, poniendo así a salvo una parte de su esencia durante la batalla con el dragón enfermo. Mientras el resto de la Legión se movía hacia el sur para esta violenta confrontación, Absylonia continuó creando nuevos engendros en su ausencia. Después, se llevó estas tropas de reserva para que volvieran a unirse a la Legión de Plagaeterna, siendo capaces de reemplazar a casi la mitad de los engendros perdidos en la destrucción de Pyromalfic.

Absylonia es más abominación que nyss. Se desliza rápidamente por el campo de batalla sobre unas elegantes membranas de carne que se extienden entre sus dedos y brazos. Sus apéndices pueden alargarse en segundos, sus huesos creciendo y estrechándose con un sonido nauseabundo. Púas y pinchos quitinosos brotan de su carne y cambian de manera impredecible durante las batallas, dejando unas heridas espantosas allí donde golpea. Su forma mutante y la resistencia de sus engendros aterrorizan a todos los que se le oponen.


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THAGROSH, EL MESÍAS

Plagaeterna no advirtió a Thagrosh sobre la dolorosa transformación que seguiría a la absorción del athanc de Pyromalfic. Desde el primer momento, tras el triunfo en el Castillo de las llaves, Thagrosh empezó a experimentar una mezcla de agonía y éxtasis a causa de las energías plagadas que bañaron su ser. El proceso de sublimar la esencia de Pyromalfic dentro de la consciencia de Plagaeterna trajo consigo una gran cantidad de recuerdos confusos, sensaciones y cambios fisiológicos. Thagrosh ya no es un ogrun sino que se ha convertido en algo que el mundo nunca había visto antes; su forma es más parecida y, aún así, distinta, de la de los propios dragones. Se ha convertido en el auténtico avatar de Plagaeterna.

Thagrosh nunca se ha sentido cómodo con su nuevo cuerpo. Su piel, huesos y tendones continúan cambiando, como si lucharan por contener el poder crudo que se encierra en su interior. Sin embargo, esta incomodidad se desvanece en las batallas, donde se deleita en su nueva fuerza y en poder evocar casi sin esfuerzo su poder plagado. Una parte de él sabe que, al final, su carne mortal dejará de poder abarcar el poder de los dragones, pero mientras está en combate disfruta de estas sensaciones divinas. Las dudas sobre su futuro se arrastran por los rincones de su mente en esos raros momentos de tranquilidad en los que vela a su ejército proteico, en los que mira pensativamente cómo se reúnen su fuerzas para el siguiente enfrentamiento.

La metamorfosis de Thagrosh empezó justo cuando su identidad empezaba a separarse de la de Plagaeterna. El ogrun había llegado a un acuerdo tácito con su amo y había empezado a dar hacer sus propias propuestas como líder de la Legión. Sin embargo, desde que consumió el athanc de Pyromalfic, la presencia de Plagaeterna es más fuerte que nunca, como si fuese un tornado embravecido de inteligencia y soberbia. Parece que Plagaeterna se estuviese revolviendo justo por debajo de la superficie de los pensamientos de Thagrosh, una vasta presencia alienigena que mira con impaciencia a través de sus ojos y que, a veces, habla a través de su boca. Thagrosh se queda ensimismado durante horas, subsumido por la mente del dragón, y siempre que sale de esas profundidades nota que su tirón gravitacional es más fuerte.

El cada vez mayor temperamento dracónico domina el estado de humor de Thagrosh. Thagrosh nota que, a medida que la mente del dragón se expande y su poder crece, cada vez le es más difícil contener el impulso de liberar toda su fuerza. Siente su furia como el toque de un hierro candente que prende fuego a la sangre pura de dragón que corre por sus venas. A veces, el ansia por entrar en batalla por la más mínima provocación puede llegar a ser abrumadora, y el dejarse llevar durante estas carnicerías le sirve para calmar sus pensamientos aunque solo sea por un tiempo. No basta alzarse sencillamente con la victoria, debe aniquilar completamente a todos los enemigos.


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TIFÓN

Incluso aquellos acostumbrados al horror e insensibles ante la violencia encuentran terrorífica la visión de Tifón. Esta monstruosa criatura es la consecuencia orgánica de una inteligencia malévola dedicada a la creación de armas generadas a partir de su sangre, carne y hueso. Sus tres cabezas emiten chillidos disonantes al buscar victimas a las que destrozar con sus poderosas mandíbulas o empapar con chorros concentrados de cenizas sobrecalentadas capaces de fundir el metal y la carne. La resistencia de la criatura es más formidable aún: las heridas de Tifón se cierran tan rápidamente como aparecen.

A diferencia de los antiguos engendros de Plagaeterna Tifón representa un triunfo nuevo, ya que fue creado después de la batalla del Castillo de las llaves. Sin embargo, sus orígenes se remontan bastante más atrás, a las esotéricas teorías derivadas por el dragón durante su exilio en forma de espíritu. Por encima de todo Plagaeterna se ve a sí mismo como un creador, aunque muchos encuentren incomprensible su "arte". Se enorgullece de sus investigaciones en forma y función, de su aguda comprensión de la fisiología dracónica y de su aplicación deliberada de las energías plagadas. Al no sentirse nunca satisfecho, Plagaeterna siempre acaba intentando mejorar lo que ya hizo antes. Tifón es la culminación de siglos de cuidadosa planificación: el primero de una nueva estirpe que contiene verdadera esencia dracónica.

Durante mucho tiempo Plagaeterna ha intentado consumir el athanc de otro dragón, ya que cuando un dragón devora el corazón de otro los dos athancs se fusionan y el vencedor gana la vitalidad del vencido. Todos los athancs sienten el ansia innegable de reunirse para formar uno solo, pero siempre hay un periodo de luchas y ajustes antes de la síntesis completa de dos athancs. Durante este tiempo vital Plagaeterna vio la posibilidad única de crear algo nuevo. Tras la destrucción de Pyromalfic Plagaeterna puso en marcha su experimento.

Forzó a Thagrosh a usar a Rapto para tallar el trozo más pequeño posible de su esquirla de athanc mientras se fusionaba con la de Pyromalfic. Thagrosh sumergió este pedazo en una considerable cantidad de su propia sangre derramada. El truco estaba en controlar los tiempos, ya que Plagaeterna sabía que se arriesgaba a debilitar a Thagrosh por la pérdida de sangre. Pero Thagrosh tuvo éxito y Tifón nació. Aunque la criatura está conectada a Plagaeterna y se siente obligada a obedecerle por presión simpática, en realidad no forma parte de la consciencia dividida de Plagaeterna como sí pasa con los brujos del dragón.

Como consecuencia del inusual nacimiento de Tifón el fragmento de athanc del núcleo de la criatura está íntimamente vinculado a Thagrosh, pero puede pensar y actuar con más independencia que los engendros normales y generar su propia sangre plagada. Por rudimentaria y bestial que pueda ser su mente, gracias a esta pequeña esquirla Tifón ganó consciencia de sí mismo. En algunos aspectos es, de pleno derecho, un dragón reducido en miniatura. Igualmente, posee la inmortalidad de los dragones: Tifón puede regenerar su cuerpo por completo siempre y cuando su fragmento disociado de athanc perdure. Con Tifón, Plagaeterna ha tenido éxito al crear un engendro que es casi invulnerable. Mientras no sea consumido por otro dragón siempre será capaz de volver alzarse de sus cenizas como nuevo.

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