jueves, 19 de julio de 2018

EL FUEGO Y LA FORJA, PT. 18: ASALTO AL BOSQUE DEL ESPINO

Durante este periodo y en las guerras cada vez más brutales que le siguieron, rara fue la vez en la que los ejércitos de Cygnar lucharan batallas elegidas por ellos mismos. Por otra parte, Khador consiguió dictar los términos de la mayoría de sus conflictos, un logro acreditado a Gurvaldt Irusk. Así, en la primavera del 605 AR, esta nación lanzó una campaña extendida contra el norte del Bosque del Espino a pesar de estar aún enredada con el Asedio de Merywyn.

Estos esfuerzos de guerra no estaban separados sino que estaban unidos inextricablemente. Dada la posición geográfica de Merywyn y su proximidad al norte de Cygnar, Irusk ya había anticipado lo difícil que sería aislar a la capital llaelesa. Asaltar Merywyn usando la fuerza bruta habría acabado con un enorme número de bajas y la ciudad reducida a escombros, una victoria pírrica en la que la Madre Patria no habría ganado nada más que cenizas. Acabar con los defensores de Llael sin hacer arder el reino hasta los cimientos requería obligar a retirarse a los aliados de Llael.

La atención del Servicio de reconocimiento cygnariano estaba firmemente centrada sobre los movimientos de las tropas contrarias, con incontables agentes y contactos trabajando de incógnito tras las líneas enemigas. Eran plenamente conscientes de las fuerzas que se estaban reuniendo contra su frontera septentrional. Las órdenes del General de exploradores daban a entender que estaba terriblemente preocupado por la vulnerabilidad de las líneas de suministros de los ejércitos asignados a Llael. Si los khadoranos las cortasen y atascasen a los soldados asediados allí pondrían en peligro a un número importante de hechiceros de guerra veteranos de Cygnar.

Esto explica los múltiples ataques preventivos iniciados por Cygnar durante cinten (el quinto mes del año), empezando por el asalto a las defensas externas de Ravensgard. Lanzado bajo la cobertura de la noche por batallones de Guardianorte fue un intento de estorbar la acumulación de fuerzas de Khador. Aunque fue Cygnar quien inició esta batalla, había sido hábilmente provocada por los khadoranos.

El general Hagan Cathmoor de la 1ª división de Cygnar tenía puestas grandes esperanzas en que su asalto a Ravensgard el 5 de cinten lograse expulsar a los khadoranos de Merywyn, pero calculó muy mal el ataque y resultó ser un fracaso absoluto. Los soldados de Ravensgard ni fueron pillados por sorpresa ni estaban desorganizados y Cygnar sufrió una derrota aplastante.

Un segundo intento de interferir con los preparativos de Khador once días más tarde tuvo un poco más de éxito, logrando boicotear un punto de reunión situado a varias millas al suroeste de Ravensgard. Aunque los khadoranos fueron obligados a retroceder y su arsenal fue destruido sus bajas fueron escasas. En general, los cygnarianos estaban perdiendo batallas de desgaste por toda la frontera. Las fuerzas khadoranas consiguieron destruir varias torres de vigilancia situadas en la linde del Bosque del Espino e interceptar múltiples patrullas.

La derrota más reveladora de Cygnar tuvo lugar el 28 de cinten, cuando el gran príncipe Tzepesci lanzó un asalto total sobre la fortificación más importante situada entre Fellig y Guardianorte. La Batalla de la torre Bosquehondo fue terriblemente desigual gracias a la impecable elección del momento por parte de Tzepesci. Atacó cuando una parte importante de la guarnición de Bosquehondo marchaba hacia Guardianorte pero antes de que los refuerzos de Point Bourne llegaran para reemplazarlos. Los defensores fueron expulsados y Bosquehondo fue tomada por Khador.

Esta fue una victoria tremendamente simbólica y que repercutió por toda la estructura de mando cygnariana. Este acto permitió al general maestro de la guerra Turpin convencer al rey Leto de que ordenara la retirada de Merywyn, sellando el destino de Llael. Fue un momento triste para el reino más fuerte del sur, ya que sus líderes se dieron cuenta de que su capacidad para combatir a su rival del norte en tierras extranjeras en vez de en las suyas propias había llegado a su fin.

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