Helldiver
Inflictor
Kharybdis 1
Aiakos 1
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AIAKOS, AZOTE DEL MEREDIUS
Habiendo afinado sus habilidades tras años de ejercer la piratería sobre el Meredius, Aiakos se mueve sin esfuerzo tanto por mar como por tierra con su grupo de batalla, como si fuera un espectro de la muerte, acabando con sus enemigos con una efectividad maligna. Su crueldad no se ve más clara en ninguna otra parte que en su arma favorita: un arpón con cadena que usa para empalar a sus víctimas antes de arrastrarlas hacia él para darles el golpe mortal.
La reputación de Aiakos es un crédito a su astucia, crueldad y voluntad indomable. Empezó como un isleño de Scharde de baja estofa que intentaba hacerse un hueco en las calles inmisericordes de Aguanegra. Todos los que vivían allí aspiraban a alcanzar la vida en libertad como incursores y, cuando Aiakos vio la oportunidad de hacerse con un puesto a bordo de un barco incursor, la tomó, convirtiendo despiadadamente en ejemplos a aquellos que intentaron interponerse en su camino. Para cuando su habilidad de warcaster se manifestó, ya era temido y respetado.
Aunque habituado a los barcos, la verdadera motivación de Aiakos nunca han sido los placeres sencillos del saqueo, ni siquiera la emoción de perseguir a una presa por el mar. En pocas palabras: las incursiones le permiten tener incontables oportunidades de entrar en batalla. Como un acechador silencioso que se aprovecha de los miedos de un enemigo para superarle, espera ansioso el descenso a tierra firme para aterrorizar a los continentales bajo la cobertura de la oscuridad. Es el deporte de sangre que más le gusta, junto con la libertad que ha encontrado como parte de la flota dirigida por la almirante Axiara Wraithblade. Los demás incursores de los barcos a los que elije unirse le evitan ya que saben que, en realidad, no es uno de ellos. Los capitanes de la flota le obedecen porque se ha ganado el favor de su almirante, quien raramente se digna a hablar bien de nadie.
Aiakos ya se ha ganado la infamia gracias a sus acciones descaradas y salvajes. Participó en la incursión de la reina pirata Skarre Ravenmane a Puerto Vladovar, donde ayudó a desmoralizar a la guarnición portuaria masacrando oficiales delante de sus hombres. Su nombre se susurra con miedo en las comunidades costeras desde el norte de Khador hasta el sur de Cygnar, donde ha dejado trofeos macabros en las ruinas de las aldeas que ha quemado por completo. Sus acciones han empezado a atraer la atención de los generales de Cryx, quienes se preguntan si podría ser convertido en algo más interesante que en simple carne de cañón.
Aiakos valora su autonomía más que ninguna otra cosa. Responde cuando se le llama a las armas pero se va tan pronto ha cumplido con sus responsabilidades. Este distanciamiento se extiende a su forma de ver los campos de batalla. Prefiere atacar desde las sombras, separado de la fuerza principal, usando su poder arcano y su agilidad física para coger desprevenida a su presa. Es en estos momentos, cuando su hoja arranca la vida a un oponente, que siente más intensamente su libertad.
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CAPITÁN AIAKOS
Como degollador implacable de alta mar, Aiakos se ha alzado sobre su humilde origen entre las bandas de Aguanegra para convertirse en uno de los capitanes más feroces de la flota pirata de Cryx. Ha reunido a su tripulación miembro a miembro a partir de los habitantes del archipiélago de Scharde, seleccionando solo a aquellos piratas que daban muestras muestras de una crueldad y habilidad excepcionales.
Aiakos y su tripulación viven para probarse en combate. El warcaster corre hacia la primera línea de batalla en todos los conflictos, saltando de barco a barco y lanzándose desde los tablones de abordaje para ensartar a sus oponentes con arpón y cuchilla. Los helljacks siguen su estela, liquidando a los marineros en cubiertas hacinadas o saliendo de las aguas agitadas para sembrar el caos entre las ciudades costeras. Donde quiera que se presente la promesa de una batalla sangrienta, Aiakos y su tripulación no estarán muy lejos.
Tras ganar notoriedad en la flota pirata cryxiana y ganarse el favor de su líder, la almirante Axiara Wraithblade, Aiakos se propuso comandar su propio barco. Cuando el Rey pirata de Aguanegra, el lord Craethan Morvaen, exigió una parte mayor de las ganancias de Aiakos, el warcaster vio una oportunidad de mejorar su posición en la jerarquía de las Islas Scharde.
Fingiendo que había capitulado ante las demandas de Morvaen, Aiakos y su tripulación le ofrecieron un montón de riquezas recuperadas del buque insignia perdido del lord liche Daeamortus, un navío que fue visto por última vez en los días finales de las Invasiones Scharde. Morvaen fue tentado por el tesoro de artefactos, monedas y reliquias antiguas, seguro de que los lords liches le recompensarían generosamente cuando les ofreciese una parte del botín, y les concedió a Aiakos y a sus soldados la entrada a su fortaleza sin hacerles preguntas. Mientras los guardias de la entrada de la fortaleza cacheaban a la tripulación pirata en busca de armas, tanto ellos como Morvaen se vieron cegados por la avaricia y pasaron por alto el helljack de aspecto inerte y plagado de percebes, llamado Kharybdis, que esperaba en mitad de las ofrendas.
Durante la inspección de Morvaen del generoso tributo Kharybdis permaneció inmóvil, hasta que el Lord se agachó para ver al helljack más de cerca. Fue entonces cuando Kharybdis soltó un chorro de icor negro en la cara de Morvaen. Mientras Morvaen gritaba de agonía, la tripulación de Aiakos recuperó las armas acumuladas entre el botín y el warcaster ordenó a Kharybdis que se levantase. Juntos, mataron a todos sus oponentes y, pronto, Aiakos salió con la cabeza de Morvaen en su tridente para que todo Aguanegra lo viese.
Además de tomar el control de la fortaleza de Morvaen y del tesoro que contenía, Aiakos reclamó el formidable barco del Lord, Nocturnus. Aunque Aiakos conserva cierta influencia en Aguanegra es raro encontrarle en el puerto cryxiano. El warcaster deja los asuntos de las dársenas en manos de los Asesinos del embarcadero, la banda callejera a la que perteneció antes de empezar su carrera como incursor y que se manifestase su talento de warcaster. Ahora, la banda ocupa la antigua fortaleza de Morvaen y su poder e influencia han crecido notablemente.
Lo conseguido por Aiakos puede satisfacer a hombres menores pero el ansia ardiente del pirata por el derramamiento de sangre y los tesoros no le permite descansar. Hasta que se haya saciado de sangre derramada y saqueos, Aiakos continuará con su reinado de terror, alimentando su reputación cadáver a cadáver.
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KHARYBDIS
Kharybdis es uno de los helljacks más viejos que sigue sirviendo al Imperio pesadilla. El lord liche Daeamortus lo creó hace siglos, poco después de que el saber concerniente a este tipo de constructos fuese robado de los cadáveres de inventores continentales. Poseedor de una inteligencia tan alienígena como su forma, Kharybdis es una entidad críptica dispuesta a aterrorizar a aquellos que navegan por el Meredius. Emerge de entre las pesadas aguas para asaltar a los barcos atracados desprevenidos y hacer estragos en las defensas costeras. El helljack entra en batalla emitiendo un miasma asfixiante de vapor ácido vomitado desde su caparazón oscuro y atacando con sus zarcillos recubiertos de cuchillas. Cualquier valiente marinero que no se aparte es disparado con goterones de icor negro que le roban la vista a la vez que disuelven su carne.
Durante décadas se pensó que Kharybdis había sido destruido durante el punto álgido de las Invasiones Scharde, perdido cuando la armada cygnariana hundió el barco negro del lord liche Daeamortus. El propio Lord liche abandonó toda idea de rescatar la máquina, reticente a invertir en su recuperación. Tras su derrota a manos de Asphyxious se perdió cualquier oportunidad que quedase.
Sin embargo, intrigado por las historias de un poderoso helljack que dormía en las profundidades, el warcaster pirata Aiakos trató de localizar a alguien que supiese la localización del barco perdido de Daeamortus. Con nada más que un mapa basto, zarpó para buscar cualquier resto que pudiese encontrar. Aiakos mandó a esclavos de rescate para sondar el cementerio de barcos esparcidos por todo el suelo oceánico. Encontraron al inerte Kharybdis junto con otros artefactos perdidos y ataron cadenas a su cuerpo, sujetas por potentes motores situados a bordo del navío del warcaster. En seguida, los restos de la máquina fueron sacados del mar agitado para que Aiakos los inspeccionase.
Sintió inmediatamente una corazonada cuando su mente tocó la consciencia depredadora atrapada dentro del córtex de la máquina y, tras poner la palma de su mano sobre su casco y desbloquear los seguros que lo encerraban, una oscuridad llenó la mente del warcaster. En ese momento, hizo un pacto silencioso con la consciencia incomprensible que se agazapaba en su interior. El helljack sirve a Aiakos, aunque no puede decir que entienda completamente a la máquina.
Aiakos contrató a los necrotécnicos más hábiles de Aguanegra para que reparasen y reconstruyesen la máquina. Una vez restaurada, Aiakos ofreció a Kharybdis, junto con otros tesoros reclamados del barco de Daeamortus, al Rey pirata vigente de Aguanegra, el lord Craethan Morvaen. Con la promesa de unos regalos como esos, el Lord concedió a Aiakos el acceso a su fortaleza. Una vez dentro, el warcaster usó al helljack para matar a Morvaen y a sus soldados. La masacre sirvió tanto como declaración del regreso del helljack como demostración del poder y la osadía de Aiakos. Los lords liches a los que servía Morvaen no se vengaron, lo que daba a entender que lo aprobaban, al menos nominalmente.
Ahora, Kharybdis aterroriza a las víctimas de las incursiones sanguinarias de Aiakos, haciendo pedazos a cualquiera que se ponga dentro de su alcance. Los piratas a las ordenes de Aiakos procuran mantenerse alejados del warjack, incapaces de leer sus intenciones y temerosos de que pueda atacar por propia iniciativa. En algunas ocasiones la máquina ha envuelto a tripulantes desprevenidos entre sus anillos y les ha exprimido la vida antes de lanzar a un lado el cuerpo para que los colegas de la víctima dispusiesen de él. Por su parte, Aiakos no ha hecho nada por frenar estos actos tan violentos, permitiendo así que magnifiquen su reputación.
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