Mortenebra 2
Erebus 1
Guerreros Ruinas
- Oficial y Estandarte de los Guerreros Ruinas
Jinetes Ruinas
Supervisor Liche de Hierro
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MAESTRA NECROTÉCNICA MORTENEBRA
La maestra necrotécnica Mortenebra ha emergido de las fábricas humeantes de Skell para dirigir a sus constructos a la guerra. Es raro que los vivos tengan la oportunidad de maravillarse mucho tiempo ante su apariencia horripilante antes de que sus helljacks ataquen. Incluso los cryxianos la encuentran particularmente fría, y su tono de voz alienigena y su cadencia al hablar perfectamente calculada destacan incluso entre no muertos como los Lords liches.
Los necrotécnicos cryxianos tratan a Mortenebra con una adoración casi religiosa. La honran con muchos epítetos (la Doncella descarnada, la Señora de la precisión o la Forjadora cruel). Estos títulos apenas la divierten ya que la recuerdan a aquellos que se dan a la diosa a la que una vez sirvió: Cyriss, la doncella de los engranajes. Mortenebra reina suprema sobre su dominio. Cualquier necrotécnico lo suficientemente impertinente como para presentarse ante ella con una obra de ingeniería defectuosa se unirá rápidamente a su fracaso en una pila de materiales de desecho.
En vida, Mortenebra se vio atraída a uno de los primeros cultos organizados devotos de Cyriss, una diosa de las máquinas y las matemáticas. Se unió a este culto hace más de trescientos años, poco después de su fundación, y contribuyó a algunos de sus avances fundamentales (en particular, a la transferencia de consciencias sentientes a cuerpos mecánicos). No se sentía satisfecha con el progreso de la organización y percibía imperfecciones donde los demás veían belleza.
Al final, Mortenebra identificó el problema que la preocupaba: las creaciones no poseían un libre albedrío auténtico. Alguna fuerza externa ejercía un control sutil (aunque innegable) sobre las consciencias transferidas. Cuando presentó sus descubrimientos, sus colegas la acusaron de paranoica y rechazaron sus conclusiones diciendo que eran señales palpables de la guía de Cyriss.
Decidida a seguir adelante para demostrarles lo cortas que eran sus miras, Mortenebra optó por tomar un acercamiento más radical aunque ello la alienase para siempre del grupo que evolucionaría hasta convertirse en la Convergencia de Cyriss. Decidió experimentar con los Lords necromecánikos de Cryx, los cuales (según su mente analítica) le proporcionaban el símil más próximo a los trabajos del culto. Reclutó a miembros del culto que le eran leales para crear una trampa meticulosa y eligió con cuidado a su presa.
Los rumores que sembró sobre una biblioteca orgoth enterrada se ganaron la atención de un anciano Liche de hierro de Skell llamado Lorvetus. Aunque picó muy decididamente, demostró ser difícil de subyugar y mató a la mayor parte de su escolta antes de que Mortenebra pudiese poner a la criatura a buen recaudo para poder analizarla más a fondo. Luego, diseccionó al Liche de hierro en su laboratorio, trabajando para aislar, extraer y examinar el espíritu que le animaba. Llevó sus descubrimientos detallados al taller principal del culto, junto con los restos del liche. Sus colegas se quedaron pálidos por el horror cuando les sugirió incorporar elementos nigrománticos en su maquinaria.
Los cyrissistas denunciaron a Mortenebra y la expulsaron. Sin que ellos lo supieran, conservaba agentes dentro de la organización que le eran leales y que conspirarían contra sus superiores. Cuando el culto acabó teniendo éxito al transferir la consciencia de un sacerdote a un cuerpo mecánico, Mortenebra volvió haciendo uso de la fuerza. Desactivó a los guardianes, mató a todos los que se le opusieron y huyó a Cryx con el sacerdote mecánico.
Mortenebra les ofreció todo su saber a los Lords de Blackwater a cambio de asilo. El sacerdote mecánico la maldecía mientras los necrotécnicos exponían sus mecanismos internos, antes de que su consciencia se extinguiese definitivamente. Con el tiempo, empezó a aplicar sus teorías a su propia forma, iniciando su lenta transformación en una variante única de los liches de hierro.
Ahora, Mortenebra ha conseguido servir a los Lords liches sin llamar "amo" a ninguno de ellos. A medida que los esfuerzos de guerra en el continente iban escalando dedicó una gran cantidad de tiempo a servir a las tareas de Terminus y Asphyxious, pero aunque Asphyxious cada vez demanda más sus servicios nunca le ha jurado nada y sigue siendo autónoma.
El skarlock de la Maestra necrotécnica, Deryliss, constantemente merodea a su lado, prestándole sus considerables habilidades allá donde quiera que vaya. Mortenebra creó a Deryliss poco después de llegar a Cryx y, a lo largo de los siglos, le ha refinado hasta convertirle en un ayudante muy inteligente. Mortenebra ha delegado en Deryliss parte de su autoridad: a menudo, la criatura habla en su nombre. Durante décadas, Mortenebra ha usado a Deryliss y a otros secuaces para recolectar varias reliquias orgoth, arrancándolas de ruinas antiguas y adversarios destruidos.
Ahora, con su pasado casi olvidado, Mortenebra es completamente una criatura de Cryx. Su saber especializado y su empatía con las máquinas le otorgan un punto de vista único sobre los necro-horrores cryxianos. Mortenebra puede sincronizar su voluntad con los helljacks que están a sus órdenes para crear un ejército terrorífico que se mueve como una extensión virtual de su mente insondable y compleja.
Los rumores que sembró sobre una biblioteca orgoth enterrada se ganaron la atención de un anciano Liche de hierro de Skell llamado Lorvetus. Aunque picó muy decididamente, demostró ser difícil de subyugar y mató a la mayor parte de su escolta antes de que Mortenebra pudiese poner a la criatura a buen recaudo para poder analizarla más a fondo. Luego, diseccionó al Liche de hierro en su laboratorio, trabajando para aislar, extraer y examinar el espíritu que le animaba. Llevó sus descubrimientos detallados al taller principal del culto, junto con los restos del liche. Sus colegas se quedaron pálidos por el horror cuando les sugirió incorporar elementos nigrománticos en su maquinaria.
Los cyrissistas denunciaron a Mortenebra y la expulsaron. Sin que ellos lo supieran, conservaba agentes dentro de la organización que le eran leales y que conspirarían contra sus superiores. Cuando el culto acabó teniendo éxito al transferir la consciencia de un sacerdote a un cuerpo mecánico, Mortenebra volvió haciendo uso de la fuerza. Desactivó a los guardianes, mató a todos los que se le opusieron y huyó a Cryx con el sacerdote mecánico.
Mortenebra les ofreció todo su saber a los Lords de Blackwater a cambio de asilo. El sacerdote mecánico la maldecía mientras los necrotécnicos exponían sus mecanismos internos, antes de que su consciencia se extinguiese definitivamente. Con el tiempo, empezó a aplicar sus teorías a su propia forma, iniciando su lenta transformación en una variante única de los liches de hierro.
Ahora, Mortenebra ha conseguido servir a los Lords liches sin llamar "amo" a ninguno de ellos. A medida que los esfuerzos de guerra en el continente iban escalando dedicó una gran cantidad de tiempo a servir a las tareas de Terminus y Asphyxious, pero aunque Asphyxious cada vez demanda más sus servicios nunca le ha jurado nada y sigue siendo autónoma.
El skarlock de la Maestra necrotécnica, Deryliss, constantemente merodea a su lado, prestándole sus considerables habilidades allá donde quiera que vaya. Mortenebra creó a Deryliss poco después de llegar a Cryx y, a lo largo de los siglos, le ha refinado hasta convertirle en un ayudante muy inteligente. Mortenebra ha delegado en Deryliss parte de su autoridad: a menudo, la criatura habla en su nombre. Durante décadas, Mortenebra ha usado a Deryliss y a otros secuaces para recolectar varias reliquias orgoth, arrancándolas de ruinas antiguas y adversarios destruidos.
Ahora, con su pasado casi olvidado, Mortenebra es completamente una criatura de Cryx. Su saber especializado y su empatía con las máquinas le otorgan un punto de vista único sobre los necro-horrores cryxianos. Mortenebra puede sincronizar su voluntad con los helljacks que están a sus órdenes para crear un ejército terrorífico que se mueve como una extensión virtual de su mente insondable y compleja.
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MORTENEBRA, NUMEN DE LA NECROGÉNESIS
Mortenebra es la dama negra de la industria de guerra cryxiana. Con su mente, penetrante y fría, ha trabajado lejos de la vista de todos para impulsar el desarrollo de los horrores necromecánikos del Imperio pesadilla. Siempre opera con una templanza clínica, ordenando a sus helljacks matar usando los mismos cálculos inhumanos que emplea en sus experimentos.
Cuando el lord liche Asphyxious estableció su extenso necrofactorium bajo el Bosque del Espino le confió a Mortenebra una gran parte de las operaciones de la base, incluyendo las interacciones con los cephalyx locales, con los cuales el complejo compartía su red de túneles y talleres. Cuando las fuerzas aliadas de Khador y Cygnar descubrieron la estructura y acabaron destruyéndola, parte de sus investigaciones se perdieron durante la retirada de los túneles.
Sin embargo, para Mortenebra, estos contratiempos fueron insignificantes en comparación con las oportunidades que ganó participando directamente en los conflictos del continente. Había pasado demasiado tiempo trabajando duramente en las factorías de Skell, lejos de los enemigos del Imperio pesadilla y de las guerras que estaban en marcha. Ahora, con la oportunidad de observar a sus creaciones en batalla, la mente oscura de Mortenebra se había estimulado hasta alcanzar nuevas cotas de euforia.
Impulsada por encontrar el conocimiento a través del crisol del combate, ha seguido aumentando su propia forma física mediante reinvenciones iterativas de su cuerpo mecániko. Intenta alcanzar la perfección con cada uno de sus cuerpos nuevos y se deja a mano los sobrantes para poder pasar rápidamente de uno a otro en caso de necesidad. Cuando se prepara para la batalla, la Numen de la necrogénesis se pone un cuerpo de hierro impresionante con el que puede realizar análisis en mitad de los combates sin miedo a sufrir daños críticos o, peor aún, distracciones.
Aunque su trabajo ha continuado dentro de los necrofactoriums nuevos establecidos a lo largo de las Montañas Muro de Sierpe y en otros sitios, Mortenebra cada vez pasa más tiempo en expediciones, buscando conocimientos y recursos vitales para hacer avanzar tanto la industria de guerra cryxiana como sus propios objetivos. Así, se enfrenta con regularidad con las fuerzas de la Convergencia de Cyriss, el culto máquina al cual perteneció hace mucho. En los últimos años, la Convergencia ha incrementado exponencialmente sus actividades, construyendo complejos en localizaciones clave por todo Immoren occidental para recolectar las energías de Caen. Mortenebra busca cualquier oportunidad de luchar contra el culto, tanto como para poner a prueba su capacidad como para saquear sus avances tecnológicos y adaptarlos para uso propio. Aquellos cultistas a los que no mata en el momento sufren muertes largas, ya que ella desmonta sus cuerpos mecánicos en su taller antes de arrancar cualquier información útil de sus mentes.
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EREBUS
Todos los helljacks se construyen para que tengan un ansia terrible de violencia, pero la insaciable sed de sangre de la máquina llamada Erebus le hace destacar incluso entre los cryxianos. Nacido en las forjas negras de hierro de Skell, Erebus oye constantemente los susurros siniestros de su amo, el lord exhumador Scaverous, y se siente impelido a servirle. Cruza los campos de batalla al acecho y con los instintos de un depredador, asesinando a todo aquel con el que se cruza y reuniendo almas para alimentar las obras arcanas de Scaverous. Los canales impuros de su córtex bullen de impulsos salvajes e instintos asesinos, y sus garras de hierro negro se sacuden continuamente, incluso cuando Erebus está sentado y en reposo.
Scaverous no escatimó nada de su considerable agudeza en las artes nigrománticas cuando empezó a construir este extraordinario sirviente de hierro. Utilizando la información reunida interrogando a los cadáveres de los necrotécnicos de más renombre que jamás hayan sido destruidos al servicio del Imperio pesadilla, Scaverous diseñó meticulosamente la estructura del helljack basándose en sus conocimientos oscuros. Milenios enteros de genios se dedicaron por completo a terminar esta tarea, ya que Scaverous había reunido a todo un coro de ecos fantasmales.
Realizó rituales poderosos y profanaciones viles sobre el chasis inerte del jack, aprovechando el conocimiento acumulado tras siglos de saquear ruinas olvidadas y buscar en las mentes de los señores muertos del saber nigromántico. Scaverous ató a la cintura del constructo los cráneos de sus dos ayudantes más talentosos (sacrificios necesarios para esta tarea, aunque no voluntarios del todo), preservados en el caso de que alguna vez necesitase consultar sus recuerdos. El córtex de Erebus había sido montado por estos, siguiendo exactamente las instrucciones de Scaverous y tras muchos años de trabajo cuidadoso. Las extensiones de la espalda del helljack, forjadas en los necrofactoriums de Skell, son aparatos refinados y armonizados con Scaverous, diseñados para permitir a Erebus mandar a su creador las almas que absorbe, incluso cuando están separados. También se le equipó con unas garras alargadas que podían emitir una frialdad poderosa y antinatural, que drena todo el calor del aire a su alrededor e inflige un frío congelante en aquellos que son atacados por el helljack.
Todas las vidas que ha reclamado Erebus le han dejado envuelto en el detritus espiritual de un millar de muertes sangrientas. Invisible para la mayoría, este efluvio espectral envuelve al helljack y lanza oleadas de poder extraterreno a aquellos que golpean su caparazón ennegrecido. Esta fuerza preternatural repele los golpes de cualquiera que se atreva a desafiar a la infame máquina, derribando a sus oponentes como si fueran mosquitos atrapados en un vendaval. Ninguna acción de los mortales puede esperar rechazar a Erebus, de igual forma que el acero afilado no puede impedir por completo que desciendan inevitablemente a la tumba.
Scaverous no escatimó nada de su considerable agudeza en las artes nigrománticas cuando empezó a construir este extraordinario sirviente de hierro. Utilizando la información reunida interrogando a los cadáveres de los necrotécnicos de más renombre que jamás hayan sido destruidos al servicio del Imperio pesadilla, Scaverous diseñó meticulosamente la estructura del helljack basándose en sus conocimientos oscuros. Milenios enteros de genios se dedicaron por completo a terminar esta tarea, ya que Scaverous había reunido a todo un coro de ecos fantasmales.
Realizó rituales poderosos y profanaciones viles sobre el chasis inerte del jack, aprovechando el conocimiento acumulado tras siglos de saquear ruinas olvidadas y buscar en las mentes de los señores muertos del saber nigromántico. Scaverous ató a la cintura del constructo los cráneos de sus dos ayudantes más talentosos (sacrificios necesarios para esta tarea, aunque no voluntarios del todo), preservados en el caso de que alguna vez necesitase consultar sus recuerdos. El córtex de Erebus había sido montado por estos, siguiendo exactamente las instrucciones de Scaverous y tras muchos años de trabajo cuidadoso. Las extensiones de la espalda del helljack, forjadas en los necrofactoriums de Skell, son aparatos refinados y armonizados con Scaverous, diseñados para permitir a Erebus mandar a su creador las almas que absorbe, incluso cuando están separados. También se le equipó con unas garras alargadas que podían emitir una frialdad poderosa y antinatural, que drena todo el calor del aire a su alrededor e inflige un frío congelante en aquellos que son atacados por el helljack.
Todas las vidas que ha reclamado Erebus le han dejado envuelto en el detritus espiritual de un millar de muertes sangrientas. Invisible para la mayoría, este efluvio espectral envuelve al helljack y lanza oleadas de poder extraterreno a aquellos que golpean su caparazón ennegrecido. Esta fuerza preternatural repele los golpes de cualquiera que se atreva a desafiar a la infame máquina, derribando a sus oponentes como si fueran mosquitos atrapados en un vendaval. Ninguna acción de los mortales puede esperar rechazar a Erebus, de igual forma que el acero afilado no puede impedir por completo que desciendan inevitablemente a la tumba.
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