Castigator en castellano
Repenter en castellano
Revenger en castellano
Determinado a traer al mundo la gloria de Menoth, Malekus, la Verdad Ardiente, lleva con él el glorioso fuego del Creador. Su llegada es anunciada por su atronadora voz mientras lee en voz alta pasajes del Canon de la Ley Verdadera, y su partida es acompañada por las cenizas de los no creyentes.
Malekus pasó su juventud en un orfanato morrowano en una pequeña ciudad justo al lado de Caspia, donde fue sometido a trabajos forzados y abusos inenerrables por la autoridad de un director sin escrúpulos. Esta temprana experiencia instiló en Malekus el odio por la corrompible fe morrowana. No fue hasta que oyó la palabra de Menoth en gritos de un fanático sacerdote callejero que el chico vio una forma de acabar con esta horrible existencia: el fuego de la justicia del Creador limpiaría su pasado para hacer sitio a un futuro mejor. Tras prender fuego al orfanato se marchó al Protectorado y entregó su vida al servicio del Creador. Se sintió particularmente cautivado por la noción de la Llama sagrada y la libertad que le garantizaba.
Malekus pasó los siguientes años en las salas del Templo de la guardia de la Llama y entrenándose en los principios del combate, esperando convertirse en un soldado. Sus instructores no tardaron mucho en descubrir su latente talento como hechicero de guerra y, en ese punto, Feora, Sacerdotisa de la Llama, solicitó en persona su admisión en el Incendium. Allí acabaría sirviendo como sacerdote y purificador, con la tarea de quemar las impurezas tanto dentro de las fronteras del Protectorado como fuera de ellas. Malekus estaba eufórico por haber sido seleccionado entre sus iguales para este trabajo y nunca olvidó el rol de Feora en el moldeado de su camino. Desde el momento en el que entró al Incendium, Malekus se ha dedicado al servicio de Feoria, una dedicación que le ha ayudado a ella en su ascensión. Ahora sirve como intermediario principal entre Feora y sus purificadores.
Malekus pasó su juventud en un orfanato morrowano en una pequeña ciudad justo al lado de Caspia, donde fue sometido a trabajos forzados y abusos inenerrables por la autoridad de un director sin escrúpulos. Esta temprana experiencia instiló en Malekus el odio por la corrompible fe morrowana. No fue hasta que oyó la palabra de Menoth en gritos de un fanático sacerdote callejero que el chico vio una forma de acabar con esta horrible existencia: el fuego de la justicia del Creador limpiaría su pasado para hacer sitio a un futuro mejor. Tras prender fuego al orfanato se marchó al Protectorado y entregó su vida al servicio del Creador. Se sintió particularmente cautivado por la noción de la Llama sagrada y la libertad que le garantizaba.
Malekus pasó los siguientes años en las salas del Templo de la guardia de la Llama y entrenándose en los principios del combate, esperando convertirse en un soldado. Sus instructores no tardaron mucho en descubrir su latente talento como hechicero de guerra y, en ese punto, Feora, Sacerdotisa de la Llama, solicitó en persona su admisión en el Incendium. Allí acabaría sirviendo como sacerdote y purificador, con la tarea de quemar las impurezas tanto dentro de las fronteras del Protectorado como fuera de ellas. Malekus estaba eufórico por haber sido seleccionado entre sus iguales para este trabajo y nunca olvidó el rol de Feora en el moldeado de su camino. Desde el momento en el que entró al Incendium, Malekus se ha dedicado al servicio de Feoria, una dedicación que le ha ayudado a ella en su ascensión. Ahora sirve como intermediario principal entre Feora y sus purificadores.
A través de los eternos fuegos de Menoth, Malekus se ha visto renacer en una existencia libre del dolor y la miseria que una vez le atormentaron. Ha convertido en el trabajo de su vida el llevar esta misma liberación a aquellos oprimidos por la adoración a otros dioses. Malekus siempre está dispuesto a inteceder por aquellos que quieren volver al abrazo de Menoth, pero solo tiene llamas purificadoras para aquellos que persisten ciegamente en la herejía. La Cruzada norteña ha abierto nuevos caminos para que el hechicero de guerra intente guiar a los descarriados de vuelta a la adoración al Creador.
Por mucho que Malekus deteste la corrupción que encuentra en los demás nunca ha conquistado su miedo a la debilidad que hay inherente en su interior. Demasiado consciente de la rapidez con la que la impureza puede arraigar, se purifica regularmente a sí mismo a través de la flagelación y las quemaduras auto-infligidas para mantener su mente clara mientras realiza sus deberes esenciales. Las cicatrices recorren la carne bajo su armadura como si fueran un mapa de carreteras de las transgresiones del pasado.
Por mucho que Malekus deteste la corrupción que encuentra en los demás nunca ha conquistado su miedo a la debilidad que hay inherente en su interior. Demasiado consciente de la rapidez con la que la impureza puede arraigar, se purifica regularmente a sí mismo a través de la flagelación y las quemaduras auto-infligidas para mantener su mente clara mientras realiza sus deberes esenciales. Las cicatrices recorren la carne bajo su armadura como si fueran un mapa de carreteras de las transgresiones del pasado.
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