viernes, 13 de abril de 2018

EL FUEGO Y LA FORJA, PT. 6: EL CISNE ATRIBULADO

La corona y las estrellas de Llael
Las cosas no han sido exactamente pacíficas para Cygnar y las demás naciones de los Reinos de Hierro desde la invasión de Llael. Los conflictos fronterizos han sido comunes, con choques sucediéndose regularmente entre la 5ª legión fronteriza de Khador y el primer ejército de Cygnar a lo largo de todo el Bosque del Espino. Este derramamiento de sangre fue tomado como una consecuencia inevitable de los antiguos agravios entre las dos naciones. Aún así, para aquellos que gobernaban las naciones del sur, la posibilidad de una guerra total parecía remota ya que no veían ningún beneficio en ello. También estaban distraídos con otros problemas.

El año anterior, a principios del 693 AR, Cygnar vio como una de sus grandes ciudades era atacada por invasores procedentes de más allá de los yermos orientales: Corvis fue brevemente ocupada por fuerzas hostiles del este de Immoren. Un ejército del Imperio skorne dirigido por el antiguo Rey cygnariano Vinter Raelthorne IV cruzó las marcas Petrasangre en una misión de conquista. Vinter esperaba tomar esta ciudad cygnariana del noreste y usarla como punto de reunión para lanzar aún más incursiones hacia el interior de Cygnar, con la intención a la larga de asediar Caspia. La consumación de una antigua profecía morrowana provocó el levantamiento de un ejército de muertos inquietos que expulsó a esos invasores extranjeros de vuelta a los yermos. La amenaza en Corvis fue evitada, aunque por el más estrecho y extraño de los márgenes.

La costa occidental también experimentó una escalada de incursiones y ataques de barcos del Imperio cryxiano. Al este, el Protectorado de Menoth tenía toda la pinta de estar preparándose para la guerra. La Heraldo de Menoth emergió desde una pequeña aldea del Protectorado a finales del 603 AR y se presentó ante el sínodo. Pronto fue proclamada como consejera personal del jerarca Voyle y se confirmó que hablaba con la voz de Menoth, respaldó la cruzada que se estaba preparando y juró que llevaría a toda la humanidad a adorar al Legislador, mediante el fuego y la espada si era necesario.

El contacto entre la teocracia y el gobierno de Cygnar, ostensiblemente su estado progenitor, se fue tensando cada vez más a medida que se volvía obvio que los Sul-Menitas estaban violando flagrantemente los acuerdos sobre mantener un ejército permanente. Era imposible esconder por completo las pilas de armas acumuladas por la teocracia, al igual que sus fundiciones de siervos de guerra y el creciente número de ciudadanos que tomaban las armas como guardias de la Llama del Templo y ejemplares caballeros.

La corona cygnariana y su rama de inteligencia estaban preocupados por estas alarmantes señales. A principios del 604 AR el rey Leto ordenó a su consejo de guerra presentar propuestas militares con medidas pro-activas contra Cryx y el Protectorado, claramente intentando medir el coste de la guerra contra cualquiera de los dos. No se sabe si ésto podría haberse convertido en un plan de ataque real, ya que pronto les arrebataron la decisión. Todas las miradas se dirigieron hacia el norte.

Las noticias de ataques simultáneos a lo largo de la frontera occidental de Llael pronto alcanzaron Guardanorte, la fortificación grande cygnariana más próxima, y desde allí se extendieron a los demás comandantes y generales cygnarianos. Estas nuevas conmocionaron a los mandos superiores y les apresuraron para entrar en acción. En particular, todos los que servían en el Primer ejército estaban deseosos de unirse a la lucha ya que algunos tenían amigos, hermanos o hermanas estacionados en Fortaleza Murorojo, Laedry o en otras partes de Llael.

Anteriormente, el rey Leto Raelthorne había tenido algunos problemas con Llael durante su reinado y, en particular, nunca tuvo en gran estima al primer ministro Glabryn. A pesar de eso temía las consecuencias potenciales de una victoria khadorana y pensaba que el honor le exigía que atendiese a las antiguas promesas hechas a su aliado. La dificultad de defender Llael de forma inmediata se convirtió en un desafío para la logística cuando el ejército intentó hacer un re-despliegue rápido, dependiente de las longevas vías de tren de Cygnar así como de los conductos fluviales vitales que conectaban con Llael.

La prioridad principal era meter en la batalla a los veteranos y líderes militares más capaces y preparados de la nación antes de que fuese demasiado tarde como para que marcaran la diferencia. La única esperanza de comprar tiempo a sus aliados para que afianzaran su posición yacía en los curtidos y talentosos hechiceros de guerra de Cygnar junto con los grupos de batalla que incluían el hardware más avanzado militarmente de todos los Reinos de Hierro.

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