Me gusta cuando me piden escribir un Insider de un lanzamiento que está a punto de salir; siempre he creído que es un privilegio el compartir con toda la comunidad mi trabajo y parte de mi conocimiento y técnicas sobre cómo hacerlo. Y, seamos honestos: ¿a quién no le gusta hacer modelos para los juegos de Privateer Press? ¿A quién no le gusta leer sobre...?
Esperad...
¡LO SABÍA!
En realidad no leéis mis Insiders, ¿verdad? La verdad es que solo bajáis por la página hasta ver las imágenes de las novedades, ¿no? Decídmelo, no me haréis sentir mal... no mucho. ¿Estoy en lo cierto?
¿LO ESTOY?
¡DECIDLO!
Bien, no lo admitáis. Pero creedme, os pondré a prueba.
Así pues, en este Insider quiero compartir las previews de uno de los proyectos en los que he trabajado durante varios meses del año pasado: más Cryx, más Satyxis. Cuando llegó la hora de empezar con los re-esculpidos de las Incursoras Satyxis y con Skarre, Almirante de la Flota Negra, también me di cuenta de que había un par de nombres en el programa que no me eran familiares. Y solo estaban listados como "Individua de Cryx".
Hmmm. Interesante.
Después de investigar un poco fui capaz de confirmar que eran Satyxis, y que este tío del que he oído hablar un poco llamado Ron Kurzie estuvo de acuerdo en que serían unas buenas adiciones a mi masiva, sobrecargada, poco envidiable y menos aún apreciada carga de trabajo. Aún así, una de las mejores cosas de trabajar con Ron es bla bla bla porque él bla bla bla bla y eso siempre mola.
Por lo tanto, ¿quiénes eran estas individuas, Severa Mareanegra y Axiara Hojaespectral? Ya solo por el nombre tenían pinta de ser tipas duras. Cuando llegó el arte conceptual me emocioné aún más por añadirlas a mi lista de proyectos. Con Carlos Cabrera habiendo hecho el concepto de Axiara y con nuestro propio Nate Feyma habiendo hecho el concepto de Severa, tenía la sensación de que estas dos iban a ser muy bien recibidas.
Fuimos capaces de mostrar en enero una Severa Mareanegra pintada, en el Open de Las Vegas (tristemente no pude llevarme a hurtadillas a mi casa la miniatura pintada por el estudio que estaba en la vitrina). ¡Al igual que las Pistoleras Satyxis (y muy inspirada en ellas), Severa aporta a la mesa sus revólveres duales y un poquito de moda de alta mar, con un lado de su cabeza afeitado y una elegante chaqueta impermeable! Ella también bla bla no estáis leyendo bla bla bla bla solo estáis mirando las fantásticas imágenes porque bla bla bla.
Espero que lo hayáis pasado bien bajándoos las imágenes de mi Insider. Gracias por solo ojear y no leer en realidad nada de lo que he escrito porque teníais prisa por llegar hasta estos links (aquí y aquí) y añadirlas a vuestros ejércitos... ¡o para leer un relato corto BONUS genial hecho por Douglas Seacat!
EN EL SITIO EQUIVOCADO EN EL MOMENTO CORRECTO
por Douglas Seacat
Severa Mareanegra reposó su cabeza cornuda sobre las frías tablas del rincón posterior de la cubierta inferior del barco y suspiró, saboreando momentáneamente el aire fresco y la oscuridad de esta sección de la nave. Era un espacio donde la tripulación almacenaba los metros sobrantes de cables, cuerdas y jarcias para las redes. Era uno de los pocos sitios donde uno podía estar seguro de pasar algún tiempo a solas a bordo del, por lo demás, abarrotado y ruidoso bajío. Podía oír y sentir el golpeteo de las pisadas a medida que las voces se alzaban periódicamente para gritar órdenes y maldiciones, pero se compensaban con el agradable sonido rítmico de las olas golpeando el casco.
El pirata que estaba más alante gruño con incredulidad y bajó la mirada al chorro de sangre de su pecho. La bala había atravesado su caja torácica y había hecho puré su corazón. Intentó dar otro paso hacia delante y levantar la hoja curva de su mano, pero solo consiguió caerse de bruces.
El más cercano a ése gritó, quizás para armarse de valor, y luego levantó su propio cuchillo y arremetió. Aquellos detrás de él también empezaron a moverse. El de la pistola la levantó en su dirección y disparó. Ella ni siquiera se movió mientras la bala zumbaba al pasar junto a su oreja.
Severa cerró sus ojos por el desagradable destello del primer disparo. Se dio cuenta de que ya tenía su segundo revólver en su mano izquierda, aunque no recordaba haberlo desenfundado. Lo levantó y apretó el gatillo después de mandar otra oleada de poder a través de su brazo hacia la bala que estaba en su interior. La pistola estaba caliente, y tamborileó y aulló al dispararse el proyectil. No necesitaba abrir sus ojos para ver la llamarada de luz impía que se arremolinó y que azotó a sus pretendidos asaltantes, juntándolos como si fuera la cadena de un esclavista antes de que se produjera un golpe más profundo que se perdió bajo el ruido del revólver. La energía entre el grupo de piratas de Scharde explotó, despedazándoles miembro a miembro. Oyó el ruido de la madera al astillarse y sintió un breve momento de arrepentimiento al no haber considerado que podría dañar el barco en el intercambio. No habría sido mucho, de éso estaba segura. Nada que el carpintero no pudiese arreglar. Además, de todos modos no era su barco.
Abriendo un ojo para echar un vistazo al resultado vio que el más grande de los piratas, el de la voz rasposa, seguía respirando. Había estado lo bastante lejos de la explosión como para librarse. Había caído de espaldas y gateaba aterrorizado para alejarse de ella. Su cara y sus brazos sangraban por los fragmentos de metralla. Ella rodeó elegantemente el agujero en el suelo de la cubierta y se le acercó. Los muros estaban empapados de sangre y entrañas.
- ¿Cómo te llamas?
Tartamudeó al hablar. - T-Tuthor. ¡Te lo ruego, perdóname! ¡Haré lo que me pidas!
- Levántate - dijo. Se puso de pie obedientemente, temblando y con sus manos levantadas delante de él. Ella enfundó sus pistolas y dijo: - ¿eres el que se iba a encargar de Itaxera?
No pudo evitar reírse.
Él habló atropelladamente. - Puedo darte todo lo que tengo. Déjame marchar, nunca volveré a dar problemas en el barco, lo juro. Puedes decir todo lo que quieras de los demás.
- ¿Sabes qué es lo estúpido? No habría hecho nada para deteneros - dijo ella. - No me importa un carajo quién mande en este barco. Oh, bueno. Creo que el resultado final habría sido el mismo.
Estrelló su frente contra la de él, sintiendo como su blando cráneo cedía contra sus cuernos con un satisfactorio crujido. Mientras su cadáver inerte se derrumbaba sobre la madera en putrefacción Severa hizo una mueca de dolor y se tocó las sienes, considerando que su dolor de cabeza había empeorado. Encima de ella se oía el sonido de pies corriendo. Los marineros se habían alarmado y se apresuraban para investigar el alboroto. Empezó a subir las escaleras y decidió que necesitaba otro trago.
La tarde anterior se había unido a varios de los primeros oficiales para disfrutar de una cantidad ridícula de ron y uiske, y estaba pagando el precio. Su cabeza latía de forma que se combinaba desagradablemente con los movimientos de balanceo del barco. No les dejes decir que las satyxis se pueden marear, pensó. No, tenía una resaca horrible, harina de otro costal, aunque los resultados eran similares. Su estómago se revolvió.
Mientras que los vasos sanguíneos de sus sienes latían al mismo ritmo que los latidos de su corazón, Severa se dio cuenta de varias voces que susurraban cerca, su tono poniéndola de los nervios como si fueran un grupo de escandalosas gaviotas.
- Chicos, ésta es la noche - dijo la primera voz rasposa. - Afilad vuestros cuchillos y preparaos. Tened a vuestra gente lista.
- ¿Qué pasa con Itaxera? - preguntó otra, referiéndose a la primera oficial de la capitana, una Satyxis con una fiera reputación.
- Déjame encargarme de ella - dijo la primera voz. - Ella será la primera. Eso les quitará el viento de las velas. No les deis tiempo para pensar. A cualquiera que dude en apoyar nuestro juego le cortamos los brazos y le tiramos a los tiburones.
Una tercera voz dijo: - no voy a darle a Golvech la oportunidad de rendirse. A ese hijo de puta le voy a cortar la garganta de oreja a oreja. Veremos si le gusta eso.
Severa suspiró molesta, dándose cuenta de que no había posibilidades de que se calmasen y se callasen. Cuanto más hablaban sus voces se volvían mas animadas, a pesar de sus esfuerzos iniciales de hablar en tonos bajos. Empezaron a nombrar a los oficiales que más ganas tenían de asesinar. Podía asegurar que habría muchos planes y maquinaciones, ninguno de las cuales haría nada para ayudar a su dolor de cabeza.
Su suspiro debía haber sido más alto de lo que creía: sus voces se calmaron. Se levantó con paso vacilante y pasó sobre varias cuerdas enrolladas antes de abrirse camino a empujones a través de los seis sorprendidos tripulantes que estaban agachados cerca del final de las escaleras que conducían a la cubierta de los cañones. La siguieron con los ojos abiertos como platos y varios de ellos tenían sus manos sobre los cuchillos de sus cinturones. Otro sujetaba una pistola oxidada.
Les prestó poca atención, con su postura sugiriendo una total falta de interés, contrastando con cómo ellos mostraban abiertamente su tensión. Le había sido relativamente fácil pasar a través de ellos al no reconocer su presencia ni mostrar ninguna indicación de que les había visto echar mano a sus armas. La forma casual con la que había pasado tambaleándose a su lado les había dado algo de lo que hablar y les oía musitando en voz baja. Se agarró al borde de las escaleras con una mano para estabilizarse.
- No podemos. Ha oído demasiado - siseó el primero.
Severa no necesitaba mirar hacia atrás para sentirle inclinar sugerentemente su cabeza en su dirección, haciendo señas a sus co-conspiradores. Estaban razonablemente tranquilos mientras avanzaban hacia ella. Sus espadas bien engrasadas se liberaron de sus vainas con solo el más leve de los sonidos.
Tomó otra vez aliento profundamente y sacudió su cabeza, solo ligeramente. Idiotas.
Uno de los tablones del suelo crujió a unos pocos centímetros detrás de ella pero ya se había puesto en movimiento, su mano estaba firme ahora que desenfundaba uno de sus revólveres witchlock con un ademán suave y cegadoramente rápido. Con apenas una mirada en dirección al hombre, reunió su poder y disparó. Las energías nigrománticas recorrieron su brazo como si fueran una oleada de sangre recién derramada, fluyeron por su mano como un guante y entraron en la pistola. Las runas inscritas alrededor del cargador y a lo largo del cañón del revólver destellaron de color verde y el sonido erupcionó en el espacio anteriormente tranquilo. El ruido mandó un pinchazo de dolor a través de su cabeza.
El pirata que estaba más alante gruño con incredulidad y bajó la mirada al chorro de sangre de su pecho. La bala había atravesado su caja torácica y había hecho puré su corazón. Intentó dar otro paso hacia delante y levantar la hoja curva de su mano, pero solo consiguió caerse de bruces.
El más cercano a ése gritó, quizás para armarse de valor, y luego levantó su propio cuchillo y arremetió. Aquellos detrás de él también empezaron a moverse. El de la pistola la levantó en su dirección y disparó. Ella ni siquiera se movió mientras la bala zumbaba al pasar junto a su oreja.
Severa cerró sus ojos por el desagradable destello del primer disparo. Se dio cuenta de que ya tenía su segundo revólver en su mano izquierda, aunque no recordaba haberlo desenfundado. Lo levantó y apretó el gatillo después de mandar otra oleada de poder a través de su brazo hacia la bala que estaba en su interior. La pistola estaba caliente, y tamborileó y aulló al dispararse el proyectil. No necesitaba abrir sus ojos para ver la llamarada de luz impía que se arremolinó y que azotó a sus pretendidos asaltantes, juntándolos como si fuera la cadena de un esclavista antes de que se produjera un golpe más profundo que se perdió bajo el ruido del revólver. La energía entre el grupo de piratas de Scharde explotó, despedazándoles miembro a miembro. Oyó el ruido de la madera al astillarse y sintió un breve momento de arrepentimiento al no haber considerado que podría dañar el barco en el intercambio. No habría sido mucho, de éso estaba segura. Nada que el carpintero no pudiese arreglar. Además, de todos modos no era su barco.
Abriendo un ojo para echar un vistazo al resultado vio que el más grande de los piratas, el de la voz rasposa, seguía respirando. Había estado lo bastante lejos de la explosión como para librarse. Había caído de espaldas y gateaba aterrorizado para alejarse de ella. Su cara y sus brazos sangraban por los fragmentos de metralla. Ella rodeó elegantemente el agujero en el suelo de la cubierta y se le acercó. Los muros estaban empapados de sangre y entrañas.
- ¿Cómo te llamas?
Tartamudeó al hablar. - T-Tuthor. ¡Te lo ruego, perdóname! ¡Haré lo que me pidas!
- Levántate - dijo. Se puso de pie obedientemente, temblando y con sus manos levantadas delante de él. Ella enfundó sus pistolas y dijo: - ¿eres el que se iba a encargar de Itaxera?
No pudo evitar reírse.
Él habló atropelladamente. - Puedo darte todo lo que tengo. Déjame marchar, nunca volveré a dar problemas en el barco, lo juro. Puedes decir todo lo que quieras de los demás.
- ¿Sabes qué es lo estúpido? No habría hecho nada para deteneros - dijo ella. - No me importa un carajo quién mande en este barco. Oh, bueno. Creo que el resultado final habría sido el mismo.
Estrelló su frente contra la de él, sintiendo como su blando cráneo cedía contra sus cuernos con un satisfactorio crujido. Mientras su cadáver inerte se derrumbaba sobre la madera en putrefacción Severa hizo una mueca de dolor y se tocó las sienes, considerando que su dolor de cabeza había empeorado. Encima de ella se oía el sonido de pies corriendo. Los marineros se habían alarmado y se apresuraban para investigar el alboroto. Empezó a subir las escaleras y decidió que necesitaba otro trago.
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