jueves, 21 de junio de 2018

EL FUEGO Y LA FORJA, PT. 16: MUERTE POR UN MILLAR DE CORTES

En el asedio prolongado de la capital de Llael hubo muchos factores a tener en cuenta, incluyendo el hecho innegable de que el Alto mando de Khador quería tomar la ciudad tan intacta como fuese posible. Las instalaciones industriales más importantes y, potencialmente, más útiles de todo el reino se concentraban en Laedry y en Merywyn, y no resultó ser ninguna sorpresa que la captura de estas ciudades se realizase con sumo cuidado. Toda la producción militar que los khadoranos pudiesen realizar en Llael en vez de en sus lejanas ciudades haría que se simplificase mucho su flexibilidad estratégica y su resistencia a la hora de aguantar pérdidas durante los futuros conflictos armados. Muchas de las fabricas y fundiciones adecuadas para las necesidades khadoranas estaban localizadas en las periferias occidental y septentrional de la ciudad, áreas vulnerables al daño colateral de la artillería.

Aparte del cuidado con el que los khadoranos intentaron tomar esta ciudad, Merywyn tenía ventajas defensivas que sirvieron para alargar el asedio. Realizar bombardeos para abrir una brecha en los muros podría haber sido efectivo, pero habría requerido un fuego sostenido. Y, aunque no fuesen tan impresionantes como las murallas de Caspia, los muros de Merywyn estaban bien protegidos. Sus almenas externas habían sido sujetas a minuciosos tratamientos alquímicos para mejorar la durabilidad de la piedra, haciendo que fuesen resistentes al daño de las explosiones. Es más, estas estaban equipadas con potentes cañones de largo alcance capaces de devolver el fuego a cualquier tipo de artillería que Khador pudiese usar en su contra.

La mayor ventaja de Merywyn era geográfica, y tenía que ver con el gran e impresionante Río Negro. La ciudad estaba situada en la orilla oriental del río, en un punto donde su cauce era profundo y ancho. El río rodeaba el oeste de la capital, que solo se conectaba con la otra orilla mediante un único e imponente puente, uno que era bastante defendible ya que tenía en su centro una torre fortificada y una guarnición capaz de aportar sus propias baterías de potentes cañones. Por necesidad, cualquier asalto exitoso necesitaría venir desde múltiples direcciones a la vez.

Los khadoranos rodearon la ciudad y construyeron varios campamentos al norte y al este de sus murallas. Se sucedieron varias batallas en los campos surcados de cráteres del sureste de la ciudad, en las que chocaron ejércitos khadoranos y cygnarianos. Aunque Khador fue capaz de limitar el reabastecimiento cygnariano, nunca fue capaz de interrumpirlo completamente. A pesar de sus primeras victorias, como la ganada en la Batalla del degollador, Khador solo fue capaz de retrasar (no de detener) el flujo de tropas proveniente de Northguard y Corvis.

Si esta situación se hubiese prolongado es posible que Merywyn hubiese aguantado más, especialmente si los khadoranos hubiesen fracasado al asegurarse la rendición de Leryn. Cygnar estacionó suficientes soldados cerca de Merywyn como para poder defenderla. Al final, la estrategia más efectiva para que los khadoranos terminasen con el asedio se desarrolló lejos de las murallas de Merywyn.

Coordinando sus esfuerzos con los de otros hechiceros de guerra como Vladimir Tzepesci y Sorscha Kratikoff, Irusk mandó varios ejércitos contra las fronteras cygnarianas. Los ataques contra Fellig, Torre Deepwood y las fortificaciones exteriores de Northguard alarmaron a los generales cygnarianos. Mientras que los llaeleses se habrían contentado con refugiarse en Merywyn, los cygnarianos tenían otras cosas de las que preocuparse y, al tener que elegir entre proteger la capital de Llael o sus propias fronteras, el egoísmo de Cygnar se impuso, tal y como Irusk había previsto.

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