jueves, 12 de julio de 2018

EL FUEGO Y LA FORJA, PT. 17: LA FUTILIDAD DE LA EXCELENCIA

Al este de Merywyn, 6 de rowan.

Casi habían llegado a ponerse a distancia de tiro cuando un avistador les vio y dio la voz de alarma, lo que hizo que los guardias del invierno más cercanos se lanzasen a una actividad frenética. El cielo estaba oscuro, cubierto de nubes negras, y la lluvia y una suave colina coronada por un bosquecillo les había ayudado a mantenerse ocultos mientras se aproximaban. Tampoco les había venido mal el estruendo incesante de las ráfagas de artillería disparadas contra las lejanas murallas. Ashlynn d'Elyse saboreó el miedo que apareció en los ojos de los rojos más cercanos al ver cómo la infantería de élite de la Lanza de plata de Llael les cargaba con sus pistolas disparándoles de manera implacable. El sonido del vapor que liberaban sus siervos de guerra al salir de entre los árboles se asemejaba al de unos aullidos.

- ¡Quédate cerca de mi y a la izquierda! - gritó a su padre por encima del ruido de la batalla, quien le seguía el ritmo con su estoque favorito en la mano.

- ¿Esperas que acepte órdenes de ti? - le respondió lord Benoir d'Elyse, aunque las comisuras de sus ojos se arrugaron a causa de su mueca de diversión. La edad del maestro duelista se evidenciaba en el color blanco de su pelo y de su barba, pero tenía un aspecto regio con su armadura de placas y seguía moviéndose con la gracia de un felino. Cuando luchaba a su lado se sentía orgullosa y en absoluto preocupada. Pocos eran tan hábiles con la espada como él, aunque su destreza como duelista no le protegería de las balas. Esperaba que su armadura le bastase para eso.

La velocidad de sus soldados estaba potenciada por su magia, lo que les permitió llegar al cuerpo a cuerpo cuando los guardias aún estaban levantando sus rifles y trabucos para disparar. Fueron recibidos por el tamborileo de una secuencia de pistolas descargándose, y varios de esos disparos brillaron con poder mágico al salir de sus cañones con runas grabadas. Aquellos pocos miembros de los magos pistoleros de la Orden de la Rosa amatista que le acompañaban disfrutaban de esta oportunidad de obtener venganza.

A pesar de que la primera linea de la guardia del invierno cayó bajo una granizada de disparos bien colocados, los khadoranos que estaban detrás mostraron su disciplina y su resolución al levantar sus rifles para contraatacar. El aire se llenó con el humo de la pólvora, proyectiles letales cruzaron el aire y varios de ellos impactaron contra la infantería llaelesa que se les aproximaba. El campo de fuerza emitido por la armadura de hechicero de guerra de Ashlynn crepitó y se hizo visible a su alrededor cuando varias balas pasaron cerca de ella, zumbando como un enjambre de abejas furiosas.

Varias balas que iban hacia sus soldados fallaron también, gracias en parte a la magia que aceleraba sus reacciones. Su segunda andanada derribó a algunos guardias más, abriendo una amplia brecha. En este momento cada disparo contaba. La fuerza de Ashlynn estaba considerablemente superada en número. Sabía que no tenía que subestimar al enemigo que tenía delante, ya que entre algunos de los que llevaban el uniforme regular había otros que vestían el blanco de la 111ª compañía Irrompible de la Primera legión fronteriza. Aunque era raro verlos desplegados fuera de Ravensgard, esos soldados elegidos a dedo debían haber sido enviados como refuerzos de última hora para asegurarse el éxito del asedio.

Sintió la urgencia de acabar con esto tan rápido como fuese posible. Sus propios refuerzos provenientes de Rhydden deberían llegar en cualquier momento. De no haber sido por el ataque de Ashlynn, esos soldados habrían sido emboscados y masacrados. El área estaba llena de rojos, y llegarían más en cualquier momento y desde cualquier dirección.

Ashlynn disparó su cañón de mano al corpulento sargento que estaba más cerca y la bala impactó contra su pecho, tirándole de espaldas sobre el barro. Su mente estaba dividida, ya que también estaba prestando atención a los siervos de guerra que guiaba hacia el combate. A su izquierda, justo delante de su padre, estaba el Nomad al que llamaba Gladiador, su pesado de cuerpo a cuerpo favorito. Aunque originalmente había sido construido por Cygnar, llevaba un siglo siendo un siervo de guerra llaelés y parecía estar orgulloso de ir pintado con los colores púrpura y dorado.

El otro pesado era un problemático Marksman al que aún tenía que dignificar con un apodo, una máquina que, desafortunadamente, había demostrado con creces todo lo que les quedaba por pulir a los diseños del Ejército llaelés. La intención del Marksman era que sirviese para lo mismo que el Destroyer khadorano o el Defender cygnariano, pero se había quedado corto. Hubiese preferido tener un Mule o dos. Al menos los viejos siervos de segunda mano cygnarianos estaban bien construidos. El Marksman estaba equipado con un cañón ancho que había demostrado ser terriblemente impreciso, a pesar del nombre optimista del chasis. Lo dirigió para que lanzara un obús a un cañón que les estaba disparando, pero el disparo falló por mucho y reventó a unos matorrales dispersos que estaban detrás del campamento.

Tendría que fiarse del Vanguard y del Duelist, sus siervos de guerra ligeros, más caros pero también mucho más fiables. Dejó al Vanguard cerca del capitán Kynier, el oficial herido que había decidido unirse a su ataque a pesar de preocuparle desobedecer a sus superiores. Tenía el brazo izquierdo en cabestrillo pero eso no le impedía blandir su espada con su otra mano y dirigir a sus hombres, todos ellos voluntarios de la 2ª Brigada blindada de la División occidental.

Cada vez le irritaban más las decisiones tomadas por los oficiales al cargo de las defensas de Merywyn. La gota que colmó el vaso vino cuando le ordenaron quedarse dentro de la ciudad asediada a pesar de saber que los refuerzos de Rhydden estaban en camino. Su intento de persuadir a cualquiera de ellos para asegurarse de su llegada había fracasado, así que lo tuvo que hacer por su cuenta.

Mandó agresivamente al Duelist al frente de su flanco derecho, disparando su cañón dual antes de entrar en cuerpo a cuerpo con la espada corta festoneada que llevaba en su mano derecha. Gladiador arrolló a toda una escuadra de guardias del invierno en el flanco izquierdo, haciendo que se dispersaran. Su larga espada pesada estaba hecha para atravesar el blindaje de un siervo de guerra, así que sus impactos contra soldados de carne y hueso eran repugnantemente efectivos.

Ashlynn vio por el rabillo del ojo a Benoir realizando barridos con su larga espada a dos manos, ensartando guardias del invierno en lo que casi parecía ser una danza. Cuando ella chocó con sus enemigos, aún se estaban recuperando el shock inicial y estaban reposicionándose para contraatacar.

Una escuadra de colmillos de hierro surgió de entre el grupo de guardias del invierno para cargar a su Marksman. Este llevaba una enorme guja en su mano derecha, y consiguió usarla para trinchar a varios de los piqueros antes de ser asaltado. Se oyó una secuencia de fuertes explosiones cuando sus cargas explosivas impactaron contra su chasis blindado. Sus piernas cedieron y cayó, atacando frenéticamente con su guja hasta que la cabeza del arma se rompió. Ashlynn apretó los dientes con fuerza y se dirigió hacia allí, invocando a su Duelist.

Se metió entre medias de los pesados colmillos de hierro, disparando a uno en la cara con su cañón de mano y atravesando la placa pectoral de otro con Némesis en su siguiente aliento. Su oficial se giró para encararle e hizo un barrido bajo con su pica, usándola contra sus piernas e intentando barrerla. Ashlynn saltó hacia arriba para que solo golpeara el aire vacío donde había estado. Su espada encontró un hueco debajo de su yelmo y perforó su cuello.

Mientras soltaba el arma con un tirón, liberando un chorro de sangre, un oficial de la guardia del invierno armado con un sable le cargó por la izquierda. Se detuvo abruptamente al ser interceptado por un trozo de acero que le atravesó el pecho. Benoir había vuelto a su lado diciéndole: - vigila tus alrededores, querida. Y no estás apoyando correctamente tus golpes con todo tu peso. Tienes que inclinarte más.

Le hizo un gesto con la cabeza, pero su padre ya había pasado al siguiente enemigo y no lo vio. Avanzó hasta ponerse a su lado y dejó que le cubriera las espaldas.


- Y tú no estas acostumbrado a blandir una espada mecánika - le respondió con rencor. Él no podía evitarlo. Desde la disolución de la Alta guardia real hace muchos años había estado enseñando a otros a luchar. De hecho le había enseñado bastantes trucos.

Justo en ese momento recibieron la carga de una formación compacta de la Primera legión fronteriza, hachas en mano, separando a padre de hija mientras intentaban defenderse de múltiples atacantes.

Ashlynn mandó a su Duelist a proteger a su padre antes ser arrastrada por el caos producido por la evasión y los contraataques, y solo consiguió ganar un momento de pausa cuando vio a un robusto oficial khadorano dirigiéndose hacia ella. Le reconoció como el legendario kovnik Josef Grigorovich. Le hizo un gesto de saludo con Némesis y vio sus ojos brillar como respuesta a su propia sonrisa maliciosa. Sus espadas chocaron.

Habría disfrutado del duelo de no ser por los guardias del invierno que se habían vuelto locos al ver a su oficial enfrentándose a una hechicera de guerra.

- ¡Por la Madre Patria! ¡Por Josef! - gritaron mientras presionaban.

Recordó los cuerpos apaleados de los soldados llaeleses que encontraron en el exterior de Fort Llernas y los cuerpos de los civiles inocentes muertos en las calles de Merywyn por las balas perdidas, y saboreó cada picotazo y estocada que mandaba a un khadorano sangrando al suelo.

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INTELIGENCIA: EL VANGUARD
Generalmente, los siervos de guerra llaeleses tenían una mala reputación, problema nacido de la poca disposición por aportar el presupuesto necesario para crear diseños competitivos. Beneficiándose de la generosidad de Cygnar (su aliado más rico y tecnológicamente avanzado), al Ejército llaelés se le envió hardware militar anticuado y retirado del servicio, como el Mule, el Nomad y el Talon. Muy a menudo, los hechiceros de guerra del Ejército llaelés tenían que depender de estas máquinas en vez de las construidas por su propio reino. La excepción más notable era el Vanguard, junto con el Duelist y otras variantes basadas en ese chasis.
El Vanguard, invento original del duque Bastian di Maxinault, fue un intento de proporcionar al arsenal llaelés un arma de guerra lo bastante sofisticada. Di Maxinault esperaba modernizar el ejército, un sueño que estuvo muy lejos de cumplirse, aunque el Vanguard fue un éxito notable. Al carecer del apoyo del rey y de los demás nobles, el duque financió el desarrollo del Vanguard con la fortuna de su familia, contratando los servicios de la Orden del crisol dorado para diseñarlo.
Los primeros Vanguards salieron de la fortaleza Thunderhead en el 566 AR. Sus córtex avanzados eran caros de fabricar y, por lo tanto, no se produjeron grandes cantidades de Vanguards. Con el tiempo se convirtieron en unos de los principales siervos de guerra mercenarios y los preferidos de los hechiceros de guerra de la Resistencia llaelesa. Otras iteraciones de este siervo de guerra luchan con la nueva Guardia del crisol.

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El kovnik Dorek Markov y los demás uhlans colmillos de hierro del 29º batallón de asalto que estaban patrullando con él se acercaron rápidamente a la colina donde sus compatriotas estaban bajo ataque. Le habían enviado para cubrir precisamente ese tipo de eventualidades, ya que se sabía que los cygnarianos y los llaeleses que estaban fuera de Merywyn aprovecharían cualquier oportunidad de atacar al ejército sitiador. Incluso desde esa distancia, a su oído entrenado le había resultado fácil discernir la agitación de una batalla campal en contraste con la cadencia uniforme de los disparos contra las murallas de la capital.

Este no era uno de los sitios que Markov pensaba que iba a ser atacado por el enemigo. Es más, había sido sorprendido por partida doble gracias a la fuente de la agitación, ya que reconoció a la joven hechicera de guerra y a sus máquinas al verlos lanzarse contra los enemigos acampados que les superaban en número. Debía de haber un motivo importante para que ella estuviese aquí. Daba igual lo que fuera, lo que estaba claro es que sus compatriotas estaban en peligro.

- ¡A mi! - gritó, reagrupando a los demás a su alrededor. - ¡Formad filas y preparaos!

Motivado como estaba por la preocupación por aquellos que estaban bajo el ataque de Ashlynn d'Elyse, sintió su sangre bullir al pensar en eliminar a ese problema en particular. Los informes de sus acciones durante la invasión daban la impresión de que estaba en todos los sitios a la vez. Se le había presentado una oportunidad poco común: acabar rápidamente con una enemiga declarada de la Madre Patria.

- ¡Preparad las lanzas y cargad! - gritó Markov cuando estuvieron en formación según sus órdenes. Bajaron sus armas y tiraron de las palancas que tenían para colocar unas nuevas cargas explosivas en sus puntas. Hincaron los talones en los flancos de sus impacientes corceles y galoparon a través del terreno que les separaba.

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INTELIGENCIA: HECHICEROS DE GUERRA LLAELESES
En Llael, a diferencia de lo que ocurría en el resto de los Reinos de Hierro, los hechiceros de guerra no eran reclutados directamente por el ejército. Los reales Ministerios del Tesoro y de la Guerra habían llegado a la conclusión de que no podían permitirse ni un programa de entrenamiento exclusivo para hechiceros de guerra ni el gasto regular que suponía tenerlos en nómina como soldados profesionales. En vez de eso, se animaba a los hechiceros de guerra a estar disponibles cuando fuesen necesarios para la defensa voluntaria del reino. Por ley, se les podía obligar a servir, pero su posición dentro de la cadena de mando era difusa aposta.
Muy a menudo a los hechiceros de guerra se les daba el mando de unos cuantos soldados para que realizaran una tarea concreta, aunque algunos, como Ashlynn d'Elyse, establecieron lazos con unidades específicas: en su caso, la 2ª Brigada blindada de la División occidental, alias "la Lanza plateada de Llael". En otros tiempos estos hechiceros de guerra sirvieron como mercenarios, alquilando a los nobles sus servicios como guardaespaldas y afinando sus talentos según creyesen conveniente.

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Grigorovich no era ningún duelista pero era diestro con el sable, y la combinación de su altura y peso le daba la ventaja de tener un alcance superior. Aún así, Ashlynn habría acabado rápidamente con él de no estar distraída por aquellos que le rodeaban. Dejó una apertura en su lado izquierdo al estirarse demasiado, pero otro guardia del invierno se tiró delante de su estocada y le libró del problema. Dada la reputación del kovnik, la hechicera no dudó en que el soldado moría feliz cumpliendo con su servicio. A su manera, los soldados como los de la 111ª Irrompible eran tan fanáticos como los del Protectorado, ya que su estúpido patriotismo era tan fuerte como cualquier fervor religioso.

Oyó a su alrededor el martilleo de unos cascos por encima del estruendo de los disparos de las armas de fuego, justo unos momentos antes de sentir un aviso mental de alarma proveniente de Gladiador. El Nomad ya se había puesto en marcha y atravesaba a zancadas el espacio que les separaba. Un grupo de uhlans colmillos de hierro recién llegados cargaban hacia ellos en formación de cuña invertida, arrollando a varios desafortunados soldados llaeleses antes de golpear con sus lanzas a su Duelist y a su Vanguard, resultando en un choque tremendo seguido por la detonación de las cargas explosivas de sus puntas. Estaban limpiando el camino. El oficial situado en la punta de la cuña fue directamente a por ella.

Desvió por los pelos un golpe de Grigorovich y, dando un paso, evadió el hachazo descendente de un guardia del invierno. No tenía ni tiempo ni espacio para apartarse del camino de la carga del uhlan. Todo lo que podía hacer era hacer acopio de su energía mística, verterla en su campo de fuerza y preparse para el impacto.

Gladiador llegó a tiempo de interponerse entre ella y el jinete, girarse para encararle y cubrirla con su enorme masa de acero. La lanza del uhlan golpeó su estructura blindada y la explosión resultante fue mucho mayor de lo que Ashlynn había esperado. Se quedó temporalmente ensordecida por el estruendo, y sus pies se separaron del suelo cuando el siervo de guerra y todo lo demás que estaba a su alrededor fueron derribados. Lo que fuese que ese uhlan había puesto en su lanza era mucho más fuerte que una carga explosiva normal.

Ashlynn intentó levantarse mientras aún le pitaban los oídos. Sintió un dolor pulsante en su costado pero, por el momento, lo apartó de su mente. No creía que sus heridas fuesen serias, gracias sobre todo a que había reforzado su campo de fuerza. Tenía un encantamiento que habría evitado su caída pero, desgraciadamente, no había gastado energía en él, ya que se había cegado demasiado en la agresividad de su ataque. Al menos su padre no se encontraba luchando cerca suya.

A pesar del humo y la confusión que la rodeaban vio que varios de los guardias del invierno más cercanos habían muerto en la explosión, lo cual implicaba que al uhlan no le importaban sus vidas. Sin embargo, si era para matar a una hechicera de guerra enemiga, era un buen coste estratégico a pagar.

Se metió en la mente del Nomad y le apremió para que se levantara a la vez que ella misma luchaba por recuperar el equilibrio. No pudo evitar que el siervo de guerra se llevara un nuevo impacto cuando uno de los uhlans hizo explotar otra carga en la máquina, abriendo un agujero a través del blindaje de su pecho. Sin embargo, aún no estaba fuera de la batalla: su espada interceptó al espadero y casi le cortó por la mitad, y le incitó a derribar de su caballo a otro con un golpe mientras atropellaba a varios de los soldados más cercanos. Luego, la junta de su cadera rechinó, se puso a soltar chispas, emitió un sonido torturado de metal contra metal y se desplomó. El siervo se arrastró por el suelo con su mano libre intentando levantarse, pero parecía estar críticamente comprometido. Su Vanguard seguía de pie aunque, entre otros daños, su escudo estaba terriblemente abollado. Su Duelist seguía activo pero también estaba dañado, ya que el brazo de su cañón colgaba inerte.

El hombre que había sido desmontado por su Nomad rodó con la caída y se levantó con una celeridad impresionante. Era el líder que había ido a por ella; un kovnik según su insignia. Le había dado la vuelta a su lanza, a la que ahora le faltaba un buen trozo de su punta, allí donde había estado colocada la carga explosiva. Las lanzas de todos los uhlans podían girarse y ser usadas como lanzas cortas. Grigorovich también había conseguido levantarse y fue a por ella, ignorando la sangre que brotaba de una herida en su frente.

El baile se había complicado y, a pesar del peligro y del pitido de sus oídos, Ashlynn se movió entre los dos khadoranos con su espada golpeando como si fuera una serpiente. El oficial era extremadamente hábil a pesar de la extraña naturaleza de su lanza corta. Dos veces habría conseguido una estocada certera de no ser por la habilidad de Ashlynn de verle venir un momento antes de que lo hiciera, ya que sus reflejos estaban afinados por la magia que había invocado.

No podía mantener este ritmo durante mucho tiempo contra dos adversarios tan hábiles así que se arriesgó, lanzándose de repente hacia el interior del alcance del uhlan y dándole una patada en el pecho a la vez que paraba el sable que se dirigía hacia ella desde detrás.

Se giró, dando una estocada en una junta de la hombrera de Grigorovich. Este retrocedió tambaleándose, agarrándose la herida sangrante mientras que varios guardias del invierno tiraban de él y se movían para interponerse en su camino, aunque sus ojos delataban su miedo. Se volvió a girar y se preparó para defenderse del kovnik uhlan desmontado, pero descubrió que también él se mostraba receloso ya que ahora no estaba siendo atacada por todos los lados a la vez. Era valiente, pero no tonto.

La naturaleza de los disparos próximos cambió. Los soldados llaeleses habían conseguido aventajar a sus adversarios. Los guardias del invierno parecían estar retrocediendo mientras disparaban.

Arriesgándose a echar un vistazo rápido detrás de ella vio a varios hombres y mujeres con uniformes llaeleses bajando la colina desde el este. ¡Los refuerzos de Rhydden! Los oficiales khadoranos llamaron a retirada. El corcel del kovnik uhlan había vuelto y este montó rápidamente. Se le quedó mirando pero, finalmente, espoleó a su caballo para unirse a los uhlans supervivientes, los cuales se movieron para cubrir la retirada de los guardias del invierno.

- Estás herida - dijo Benoir cuando llegó a su lado. Su armadura de placas, anteriormente resplandeciente, estaba cubierta de sangre. Sin embargo había limpiado su espada. Ashlynn vio que estaba cojeando y parecía probable que parte de esa sangre fuese suya.

- No es nada grave - dijo. Al ver que sus soldados se preparaban para perseguir y disparar a los khadoranos que se retiraban les gritó que se detuvieran. No era necesario tentar al destino y aún había cerca más khadoranos que llaeleses. También tenían más heridos y muertos.

Vio una bengala por encima de los árboles, a lo lejos, y frunció el ceño. Se preguntaba qué presagiaba.

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No tuvieron que andar mucho para volver a la capital sitiada y, a pesar de ello, Ashlynn consideró rápidamente la mejor forma de llevar a los recién llegados hasta el interior de las murallas. Habló con sus oficiales y todos se quedaron agradablemente sorprendidos al ver que parecían preocuparse poco sobre las posibles consecuencias de haberla seguido en esta misión. Insistían en que los generales nunca se atreverían a hacer nada para reprender formalmente a Ashlynn, y Lord d'Elyse estaba de acuerdo.

- Es una de las ventajas de que no seamos formalmente miembros del ejército - dijo Benoir. - Su disciplina no coincide completamente con nuestros gustos.

- Aún así siguen poniendo mala cara cuando se les desobedece directamente. - dijo Ashlynn con tranquilidad. - Después de todo, se supone que obedezco a los generales. Aunque nuestro nombre nos pueda ofrecer alguna protección, eso no se aplica a la mayoría de mis hombres.

Señaló con la cabeza a sus capitanes y tenientes. Su padre asintió.

- Tu preocupación por ellos es admirable, pero créeme cuando digo que están orgullosos de estar aquí contigo. Yo también. Nunca me he sentido tan eclipsado por mi hija en todos los sentidos. - Ella abrió la boca para protestar pero Benoir sonrió y abrió una mano para interrumpirla. - No hubiese querido que fuese de otra manera.

Sabiendo lo raro que era que oír un halago suyo, esta afirmación la emocionó profundamente.

Su discusión se interrumpió cuando vieron algo peculiar al acercarse al ancho camino que salía de la puerta oriental de la capital. Estaba extrañamente tranquilo, y se dio cuenta de que los khadoranos habían dejado de disparar periódicamente a las murallas. No es que no hubiese precedentes pero la disposición de los khadoranos parecía rara. Había fuerzas vigilando de cerca este camino y preparadas para moverse hacia la puerta, pero ya no estaban en sus posiciones.

Empezó a comprender cuando las puertas orientales se abrieron y una columna de soldados salió marchando. No era una fuerza pequeña y con armamento ligero que pretendiese hacer una incursión rápida contra los asediadores. Eran demasiados, y todos sus estandartes exhibían el Cisne dorado sobre campo azul. Es más, vio a algunas figuras familiares al frente de la columna: una pincelada de rojo que debía ser el pelo de Coleman Stryker y, a su lado y con una armadura voltaica, alguien que solo podía ser Sebastian Nemo.

- ¿Qué están haciendo? - preguntó en voz baja, aunque una parte de ella ya lo sabía. Sentía un peso en el estómago.

Benoir apretó los dientes. - Se van. Nos abandonan. - Miró a su izquierda donde, recortado contra el horizonte, podía ver uno de los muchos campamentos khadoranos que rodeaban Merywyn. - Y los khadoranos se están apartando para dejarles pasar.

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REPERCUSIONES: LA CAÍDA DE MERYWYN
Aunque la mayor parte de los oficiales y soldados llaeleses estaban decididos a seguir luchando, la retirada de la mayoría de las fuerzas cygnarianas de la ciudad asediada marcó el principio del fin de la Guerra llaelesa. A los valientes defensores de Llael esto les pareció una traición amarga, especialmente porque muchos soldados cygnarianos de bajo rango habían establecido fuertes lazos con sus contrapartidas aliadas. De todas formas, el Cisne miró por su seguridad y dejó a las banderas con la Corona y las Estrellas ondeando rasgadas y desgarradas contra el viento.
El 12 de cinten, solo seis días después de que el Ejército cygnariano empezase a marchar hacia el sur, los khadoranos realizaron su asalto final a la capital atacando desde el norte, el este y el oeste con el objetivo de abrir brecha en sus muros y abrumar a los defensores. En este punto, la moral llaelesa estaba bastante baja y estas batallas fueron ganadas de forma decisiva por los khadoranos. A pesar de sucederse algunas peleas por las calles, los khadoranos avanzaron con rapidez sobre los centros de gobierno y las fincas personales de los nobles privilegiados que gobernaban este reino. El primer ministro Deyar Glabryn y muchos de sus colegas se rindieron inmediatamente. Aquellos que no lo hicieron y fueron capturados fueron rápidamente ejecutados. Los que siguieron desafiantes y resolutos huyeron de Merywyn a Rhydden, que se convertiría en el cuartel general de la Resistencia llaelesa.

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