Silshade, desde la proa de su barco, miraba maliciosamente el agua del océano en calma que reflejaba la faz de una de las lunas. Mientras el barco se acercaba a la cabeza de playa millones de motas de plancton luminiscentes iluminaban la costa imitando al cielo nocturno lleno de estrellas. Los skarlocks eran capaces de comprender la estética de los paisajes, pero prefería no malgastar el intelecto con el que le habían dotado con tales trivialidades.
Durante mucho tiempo se había considerado a sí mismo el sirviente favorito de su amo pero, tras esta noche, todos los demás verían la futilidad de su incesante competición por ascender. Incluso ese insufrible Vociferon se daría cuenta de que no era ni siquiera digno de sacar lustre a la armadura del Liche de hierro.
Colocando una garra sobre la barandilla más cercana, Silshade se giró para mirar al vasto y vacío océano que estaba más allá de la popa del barco. Se fijó en una niebla densa que avanzaba tras la estela del barco y se preguntó brevemente por qué no había reparado antes en ella. No importaba. Pronto, siglos de trabajo duro para el amo darían sus frutos. Asphyxious ascendería a una nueva cota de poder y, por lo tanto, también lo haría Silshade.
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INTELIGENCIA: SKARLOCKSLos skarlocks están entre los más inteligentes de los esclavos cryxianos y se les considera unos de los mejores productos de las artes nigrománticas. Mientras que los esclavos menores son esencialmente estúpidos y solo son capaces de realizar las acciones más simples, los skarlocks tienen mentes sofisticadas y complejas. Son capaces de pensar profundamente, hacer valoraciones astutas en base a sus observaciones y ejecutar órdenes condicionales complejas. Sus mentes se van diferenciando cada vez más tras décadas de ejecutar la voluntad de sus amos y van desarrollando personalidades y costumbres distintivas.
A pesar de todo esto, los skarlocks no poseen voluntad propia ya que carecen de alma, al contrario que otros no muertos más avanzados. La inteligencia de los skarlocks es completamente artificial. La mayoría de las veces, sus peculiaridades son ecos persistentes de los rasgos que poseían aquellos cuyos cuerpos han sido usados para crearlos. En el resto de casos, sus personalidades surgen de fragmentos de las mentes de sus amos, acumulados y ensamblados a voleo. Un skarlock viejo puede creerse un ser completo e independiente pero ninguno de ellos puede evitar hacer nada más que obedecer a los que les crearon y les controlan. Cualquier voluntad que aparenten tener no es más que un auto-engaño.
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Skarre Ravenmane y su grupo de abordaje llegaron a la orilla menos de una hora más tarde que el skarlock. El Enviudador llevaba días siguiendo al barco, usando un ritual de ocultación y la habilidad del barco negro de invocar una niebla antinatural para ocultar a los perseguidores. Skarre había ordenado a su bruja del mar de más alto rango, Talyx, que se quedase a bordo y mantuviese el hechizo tanto tiempo como fuera posible. Las satyxis elegidas para acompañar a Skarre eran suficientes para enfrentarse al magro séquito del skarlock, pero prefería esperar antes de dar a conocer su presencia.
Su mente volvió a la visión que le había llevado a esta travesía. Había visto una sombra amenazante de alas magníficas que se extendía por toda tierra firme (claramente, las alas del Padre dragón) pero había algo incorrecto. Su ojo había sido atraído a una región donde las alas no podían llegar, un luz que pulsaba débilmente y donde la sombra retrocedía como si le quemase. La llenó con un temor creciente. En las siguientes semanas le vinieron otras imágenes, incluyendo una calavera con un siniestro ojo verde que estaba segura que representaba al liche de hierro Asphyxious, al cual había servido en el pasado. No sabía por qué ahora se manifestaba como un presagio del desastre.
Hace varias décadas, una visión muy diferente había llevado a Skarre hasta Asphyxious para informar al liche de que estaba en una posición única para aprovechar una gran oportunidad: el nacimiento de una hechicera con un potencial sin precedentes. Skarre atacó la ciudad costera de Ingrane bajo las ordenes de Asphyxious, capturando y entregando a la chica que se convertiría en Deneghra. Aún así, Skarre se había peleado con el antiguo no muerto a raíz de esto. En vez de darle las gracias a Skarre, Asphyxious la regañó por no conseguir a la gemela de la chica. A pesar de que Cryx se ha beneficiado de la captura de Deneghra, la brecha entre la Reina pirata y Asphyxious permanece. Sin embargo, luchaban por el mismo fin y servían a los mismos amos... o eso creía ella.
La investigación de Skarre sobre la fuente de esta nueva visión la llevó al skarlock. Normalmente, estas criaturas no revolvían los vientos del destino pero esta estaba al frente de una tormenta. Estaba segura de que era la clave para desenmarañar los planes del liche.
Katixa, la primera oficial de Skarre, distrajo a la Reina pirata de sus cavilaciones. - Es bello, capitana. Es una lástima que no tengamos tiempo para un pequeño ritual de sangre. Las lunas parecen propicias.
- Quizás cuando hayamos completado nuestra tarea - concedió. - Por ahora, prepara al grupo de abordaje para explorar la jungla. Y procurad no alborotar. Solo porque no tengan orejas no quiere decir que los esclavos no puedan oírnos llegar.
Como si sintiese la incomodidad de su capitana, Katixa se acercó más para que no la oyera el resto del grupo de abordaje, que ya se acercaba. - Sí capitana. Tu tripulación sabe hacer su trabajo.
Con esto, Skarre se giró para encararse a su primera de a bordo, su breve molestia dando paso rápidamente al reconocimiento y luego a una pequeña sonrisa. - Tienes razón Katixa. Te dejo encargada de su supervisión.
Katixa levantó una mano entre ella y su capitana, un gesto de familiaridad que solo había conseguido ganarse tras décadas de compartir derramamientos de sangre. - No te preocupes, mi Reina. Harás que ese saco de huesos suelte todos sus secretos.
Skarre sonrió. - Asegúrate de llevarme adonde necesito ir.
Katixa le devolvió una sonrisa lobuna que le parecía estar ansiosa de violencia. - Sí capitana.
Se volvió hacia a las incursoras reunidos, las cuales ya formaban un círculo al pie de las escaleras del puesto de mando. - Ya habéis oído a vuestra capitana, babosas. ¡A la jungla! Es hora de partir unas cuantas cabezas.
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El crujido de las hojas arrastradas por el viento enmascaraba las suaves pisadas de las incursoras al moverse a través del sotobosque. A medida que el grupo de Skarre se movía hacia el interior de la islita, el sonido familiar de las olas del océano rompiendo se desvanecía para dar paso al zumbido de los insectos nativos y los gritos de las aves nocturnas. Los altos árboles de la jungla bloqueaban la mayor parte de la luz, envolviendo en la oscuridad todo lo que se encontraba bajo sus ramas espesas y retorcidas. A pesar de esto, el grupo de abordaje veterano se movía hábilmente, confiando en sus otros sentidos para compensar las oscuridad.
El estacato resonante de las criaturas de la jungla se calmó hasta que todo se quedó siniestramente silencioso. Las energías de un ritual oscuro tendrían este efecto sobre el entorno. Debían estar acercándose.
Katixa y sus incursoras se habían adelantado para llegar lo antes posible, dejando sola a Skarre. Oyó el débil sonido del acero de los látigos, seguido por algo que golpeaba la tierra. A continuación lo volvió a oír, esta vez justo al otro lado de un arbusto cercano.
Skarre avanzó a través del follaje y llegó hasta el cuerpo mutilado de un mecaniesclavo. Un lacerador había desgarrado su pellejo reanimado, cercenando sus miembros y dejando tajos profundos en su carne corrupta. Satisfecha con la eficiencia de su tripulación a la hora de neutralizar a este centinela Skarre continuó avanzando, cruzándose cada pocos metros con otro mecaniesclavo destruido, como si fuera un macabro rastro de migas de pan.
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Pronto, Skarre se topó con su tripulación, agachadas y escondiéndose al borde de un claro. Les imitó, arrodillándose cerca de Katixa y de otra incursora de rango superior. Katixa señaló al lado opuesto del claro.
Tras unos momentos, Skarre les vio: una escuadra de figuras con armadura que se movían por la maleza. La carne seca tensada sobre sus cráneos estaba cubierta de runas animadas. Guerreros ruina, equipados con armaduras pesadas y más peligrosos que ningún mecaniesclavo.
Usando una ramita, Skarre dibujó un plan de ataque en la tierra, una maniobra de flanqueo simple que, aún así, requería de una coordinación cuidadosa. Hizo un gesto a cada uno de las incursoras reunidas, indicándolas varias posiciones del diagrama. Luego, las incursoras se dispersaron, repartiéndose por la derecha y la izquierda a lo largo del perímetro del claro en dos grupos iguales. Tras esperar, midiendo el tiempo con el ritmo de su respiración, Skarre cruzó la mirada con la de su primera oficial y le asintió levemente con la cabeza. Las satyxis emergieron de los árboles para atacar.
Seis satyxis cortaron en dos a otros tantos guerreros ruina en cuestión de segundos. Otra media docena de incursoras se trabaron con los ruinas restantes. La mera proximidad de esos guerreros provenientes del vacío drenaba la vitalidad de los vivos pero, al trabajar en equipo para aprovecharse de las defensas de sus oponentes, las satyxis lograron mantener su ventaja.
Tras el éxito del asalto inicial, Skarre se levantó a la vez que Katixa y algunas incursoras elegidas a dedo que estaban esperando el siguiente paso del conflicto. Skarre ya había dirigido a ruinas en batalla anteriormente. Eran astutos y despiadados, pero la muerte les había arrebatado los sentimientos de solidaridad y amistad necesarios para luchar con pasión.
Los últimos guerreros ruina se retiraron hacia los arbustos solo para dar paso inmediatamente a toda una unidad de caballeros ruina que marchaban en tándem, con sus armas de asta y sus escudos dispuestos mientras sus formas espectrales atravesaban insustanciales el denso follaje. Les seguía otra escuadra completa de guerreros con un estandarte oscuro alzándose cerca del ruina al mando de ambas unidades.
Sin que se les dijera nada, las incursoras de primera línea se retiraron mientras que las satyxis restantes saltaron desde los árboles situados a ambos lados del enemigo, flanqueando a los ruinas recién llegados desde dos direcciones distintas a la vez. Skarre y su séquito se unieron a las incursoras centrales y, con un gesto de su alfanje Takkaryx, la Reina pirata ordenó a todas que avanzaran. Se unieron a la batalla dispuestas a todo.
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Matar a lo que ya estaba muerto no era tan emocionante como asesinar a los vivos. Skarre se recordó a sí misma que su objetivo era muy importante, no solo por las consecuencias terribles que sintió tras su visión sino porque interferir con Asphyxious era peligroso. No podía arriesgarse a que Silshade huyese ni que evitase su destrucción antes de saber cuál era su propósito. Al ser un skarlock podía comunicarse con su maestro incluso a grandes distancias, alertando potencialmente al liche de la interferencia de la Reina pirata.
Por lo tanto, en vez de desatar un torrente salvaje de poder arcano, Skarre confió en su habilidad con la espada. Lanzó una estocada ascendente, guiando la punta de acero de Takkaryx a través del cráneo de un caballero ruina. Liberó su espada con un tirón a tiempo de parar el escudo de un segundo ruina, evitando que le fracturase la mandíbula. El mismo ruina intentó un golpe en arco con su lanza pero Skarre dio un paso adelante y estampó sus grandes cuernos contra la placa pectoral del guerrero, abollando su armadura y derribándole. Un movimiento rápido de Takkaryx separó su cráneo del resto de su cuerpo.
A su izquierda, un gran grupo de ruinas se movió para trabarla pero se encontraron con Katixa y sus guerreras. Cada una de las fuerzas de Skarre llevaba una navaja de sangre, una daga ceremonial curvada, larga y retorcida potenciada mediante magia de sangre. Katixa recibió la distinción de llevar una navaja de sangre en cada mano, una hazaña que la mayoría no podría realizar. Dos ruinas convergieron sobre ella con sus hachas pesadas, obligándola a contorsionarse para esquivar sus golpes y colándose entre ellos a la vez que atacaba. Clavó una hoja en el cráneo de cada ruina y se giró para enfrentarse a dos más que la estaban presionando. Sus navajas de sangre ya estaban cargadas con el poder de la muerte y se volvían borrosas al atacar. Los cráneos de los ruinas se rompieron como si fueran de cerámica y sus cuerpos blindados se colapsaron sobre el suelo.
Dándose prisa, Skarre desenvainó a su daga Sierpesangre. Se cortó profundamente en la palma de la mano, usando el poder de su sangre derramada para incrementar su fuerza y la de varias de las que le rodeaban antes de dirigirse directamente a por los enemigos restantes. En apenas unos momentos había despachado ella sola a cuatro ruinas, llegando por fin hasta su oficial. Con un ataque ascendente partió al ruina en dos, desde la derecha de su cadera hasta su hombrera izquierda, con un solo golpe devastador.
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Las garras de Silshade temblaron por la anticipación al colocar la jaula de almas abierta sobre la tarima. Las energías contenidas dentro del artefacto, dormidas y sin ser usadas durante siglos, solo tardaron unos pocos momentos en volver a despertar. En momentos como este y a pesar de haber puesto en práctica perfectamente los cálculos de su amo, Silshade siempre sentía un atisbo de ansiedad. Tras detenerse un momento se dirigió a uno de los cinco guerreros ruina que rodeaban la tarima formando un círculo.
- Tú, el de la armadura arañada - dijo.
Dos ruinas cercanos se miraron mutuamente con sus cráneos expuestos incapaces de dar señas de su confusión.
- Tú no. Tú. El de la placa pectoral deslustrada y sin autoestima - dijo Silshade.
Un tercer ruina que llevaba una armadura de mallas mal cuidada se irguió con extrañeza, prestando atención.
- Sí, tú. Un poco a la derecha.
Cuando el ruina se colocó en su nueva posición, la piedra de obsidiana del centro de la tarima cobró vida. Un brillo verde emanó desde debajo, subiendo por el pilar de tres metros de alto situado en el centro. Cerca de la punta, una horripilante cara de piedra con la lengua expuesta brillaba con la misma energía. Entonces, el resplandor enfermizo comenzó a disminuir. La energía seguía resonando en las piedras que estaban debajo del skarlock.
- ¡Éxito! - siseó.
Silshade se concentró en su conexión con su maestro. La energía verde siniestra que emanaba de los ojos y la boca de Silshade cambió a un tono violeta.
La imagen del liche de hierro Asphyxious se formó en su mente, pero no podía percibir mucho de los alrededores de su maestro. El espacio parecía vacío salvo por una sombra cercana. La bruja de guerra Deneghra, sin duda. Una testigo más de la gloria de Silshade, musitó.
- Amo, soy yo, su humilde serviente - dijo Silshade.
- Ah, sí. Silshade. ¿Confío que tu misión en el sitio de resonancia haya sido un éxito? - preguntó el Liche de hierro.
- Sí, amo. Llegamos a la isla hace menos de tres horas e inmediatamente me puse a la labor. Al igual que con los tres sitios anteriores, la estructura orgoth de esta isla reaccionó después de recibir la energía de las almas.
- Un momento Silshade - Asphyxious se volvió borroso, difícil de ver y oír. El skarlock esperó, intentando reprimir su impaciencia. Pronto, la imagen del Liche de hierro volvió a la mente del skarlock. - Vociferon ha verificado tus descubrimientos. Parece ser que el alma que diste al túmulo orgoth ha sido trasferida a mi localización.
Vociferon, ese perro miserable. No, ni siquiera él podía arruinar este día.
- Lo has hecho bien - dijo Asphyxious. - Este éxito place a tu amo. Vuelve enseguida al bosque del Espino.
- Gracias amo. No puedo explicar lo que significa para mi oírle decir estas palabras... - comenzó Silshade, pero antes de poder continuar su conexión con Asphyxious terminó y el fuego del cráneo del skarlock volvió a su color verde habitual.
Silshade se giró hacia sus ruinas solo para encontrarles derrumbados formando un montón de huesos y placas de armadura desechadas.
El skarlock vio que estaba rodeado por varias satyxis.
- ¿Qué significa esto? - gruñó Silshade.
- Mira capitana - dijo una de las piratas. Llevaba un par de dagas grandes y decoradas. - Te hemos dejado uno.
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Skarre pasó al lado de su tripulación y se tomó un rato para observar al skarlock. Su armadura estaba más decorada que la de muchos de los suyos e incluso su porte denotaba la superioridad de su presencia y voluntad. Pero aún cuando el skarlock empezaba a escupir una diatriba santurrona, sus ojos se fueron a la tarima que estaba detrás de él.
De repente, su visión de las alas oscuras del Padre dragón extendiéndose por Immoren volvió de golpe. No. No eran las alas de Toruk, el legítimo Dios de Caen. Esas alas no proyectaban sombras. Estaban hechas de sombras. No disminuían ni retrocedían por el brillo verde peculiar de su centro sino que buscaban rodearlo y envolverlo.
Unas nuevas imágenes aparecieron en su mente. Vio un templo de diseño antiguo alzándose de la tierra rota, guardando dentro una fuente de poder aún más ancestral. Una reunión de ejércitos combatía a los pies de este gran edificio, cada muerte haciendo que las sombras a su alrededor se multiplicasen. A continuación vio la silueta de un guerrero que era tan roja como la sangre y que llevaba una corona de plumas de cuervo.
Clavó una espada rota en el pecho de un león albino. La imagen era extraña pero podía sentir el significado tras los símbolos. Sugerían un ritual de gran poder, una convergencia de energías que cambiarían el destino. Por encima de todo ello, Asphyxious.
Al volver en sí, Skarre se encaró con el skarlock. Le cogió de la garganta con una mano enguantada y le estampó contra uno de los pilares que rodeaban la tarima.
- No le detendrás, Ravenmane. Su poder es absoluto - rechinó con una voz seca y arrogante.
- Dime, skarlock: ¿qué planea hacer con todas esas almas? - su voz estaba llena de rabia apenas contenida. - ¿Cómo sirve esto al Padre dragón?
El skarlock miró directamente a la Reina pirata con sus ojos llameantes, expresando su orgullo y su condescendencia. - Tonta. Todas las almas de Urcaen pertenecerán a Asphyxious. Y respecto a Toruk, ¿cómo puede el padre de las sierpes prevalecer contra el nuevo dios de la muerte?
Sin dudarlo, Skarre golpeó su cráneo contra la fría obsidiana, convirtiendo su cabeza en poco más que polvo.
Las satyxis reunidas se quedaron en silencio, esperando a su Capitana y Reina. Fue Katixa quien rompió el silencio: - ¿capitana?
Skarre Ravenmane se giró hacia su tripulación con su expresión endurecida a causa de los peligros que estaban a punto de afrontar. - Volvemos al barco. Navegaremos para salvar a Cryx de sí misma.
Katixa avanzó para ponerse al lado de su Reina con una temible sonrisa extendiéndose por toda su cara. - ¿Crees que nos harán un desfile de héroes en Aguasnegras?
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REPERCUSIONES: LA ADVERTENCIA DE SKARREEl viaje clandestino del Enviudador y el descubrimiento de Skarre tras investigar las acciones de Silshade en nombre de Asphyxious pusieron en marcha una cadena compleja de eventos, que fue aumentando y acabó conduciendo a un cambio radical en los estratos superiores del liderazgo cryxiano. El primero de estos se desató cuando Skarre le contó su descubrimiento al lord liche Daeamortus, uno de los trece gobernantes del Imperio Pesadilla.Supuestamente, Daeamortus era también el superior de Asphyxious. Él y Terminus habían sido los dos lords liches responsables de las Invasiones Scharde, las cuales habían desembarcado un número importante de activos en tierra firme, acciones en las que Asphyxious jugó un papel clave al ser el liche de hierro encargado de establecer las nuevas bases. Asphyxious servía como el subordinado de más alto rango y más prominente de Daeamortus. Esto conllevaba que sus acciones potencialmente traicioneras serían responsabilidad del Lord liche.Sin la visión de Skarre y las visiones que tuvo, Asphyxious podría haber conseguido su objetivo. El destino de Cryx (y quizás el de todo Immoren) habría sido muy diferente. Incluso con su interferencia, Asphyxious demostró ser astuto y adaptable. Pronto conseguiría un poder considerable, aunque no como había planeado en un principio.
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