jueves, 20 de diciembre de 2018

EL FUEGO Y LA FORJA: LA INFECCIÓN TAMBIÉN SE ALZA 2


VOLUMEN 2: LA AMENAZA DESVELADA (por Douglas Seacat)

El fuego y la forja es una serie de artículos que examinan los momentos clave de la historia reciente de Immoren occidental y de los grupos de allí que combaten por la supremacía o la supervivencia. Su intención es permitir a los lectores más nuevos familiarizarse con los sucesos del pasado, y servir como recordatorio y motivación a los lectores más antiguos.

En "La infección también se alza", exploraremos los eventos fundamentales relacionados con el inesperado ascenso del dragón Everblight a la posición de personaje crucial en los conflictos de Immoren occidental. Desde que el dragón consiguió liberarse de su encarcelamiento desafió todas las expectativas y predicciones, y pronto fue percibido como una amenaza única para toda la región.


LA VIGILIA DEL CÍRCULO



La destrucción de la cultura tribal nyss en las cumbres Esquirla tras la llegada de Thagrosh como Profeta de Everblight fue rauda y brutal. Esto resultó en la muerte de miles, la creación de la Legión de Everblight y la migración de todos los nyss supervivientes que no estaban infectados. A pesar de la severidad de este evento, sucedió en uno de los lugares más aislados de Immoren occidental y, por esa razón, pasó desapercibido para la mayoría de las potencias externas (al menos, al principio). Pasarían meses hasta que el gobierno khadorano empezase a a entender que algo verdaderamente malo había pasado dentro de sus fronteras, a medida que llegaban a la capital cada vez más informes de extraños ataques perpetrados por elfos infectados a ciudades cercanas a las tierras salvajes.

La primera organización externa en detectar e investigar lo que les había ocurrido a los nyss fue el Círculo Orboros. No consiguieron comprender de un día para otro la auténtica naturaleza de la Legión de Everblight pero lograron atar cabos rápidamente, principalmente gracias a los esfuerzos de numerosos túnicas negras de rango medio que operaban en las tierras septentrionales. En las semanas siguientes, se sucederían varios encuentros violentos con nyss infectados y engendros dracónicos. Estas primeras escaramuzas entre patrullas de exploradores fueron casuales pero pronto se convertirían en combates tácticos, ya que los potentes al mando y los 3 omnipotentes gobernantes lograron componer una imagen completa de este enemigo.

Varios señores de las bestias poderosos de dentro del Círculo Orboros estuvieron entre los primeros en encontrarse con los refugiados nyss y sus peligrosas contrapartidas infectadas. Acostumbrados a operar independiente y encubiertamente en las colinas, bosques y montañas del norte, estos túnicas negras investigaron ciertas señales de cambio en el orden natural, incluyendo el movimiento de una enorme cantidad de nyss así como de otras criaturas. Kaya la nacida salvaje, Tanith la canción feral y Una la halconera estuvieron entre aquellos que se encontraron con la Legión de Everblight cuando su naturaleza aún era desconocida.

Potentes como Baldur el hiendepiedras y Vernor el portador de la noche trabajaron codo con codo con túnicas negras subordinados para investigar y confirmar la existencia de la Legión de Everblight. Fue gracias a sus esfuerzos que los omnipotentes se convencieron de que estaban tratando con un dragón, uno que no tenía cuerpo y que actuaba a través de intermediarios potenciados. No tardaron mucho en llegar a la conclusión de que Everblight representaba una amenaza existencial sin precedentes, una que el Círculo debía detener sin importar el coste.

REUNIENDO LOS HILOS

Las montañas Nyscatha. A finales del 605 AR.

El ataque llegó de repente y sin previo aviso, anunciado por el aullido de un gorax al clavarse profundamente una flecha en su costado, seguida rápidamente por dos más. A menos de 20 metros de distancia, una joven túnica negra atravesaba con cuidado las frías colinas, intentando permanecer alerta mientras patrullaba a pesar de estar distraída por sus propios pensamientos. No estaba mirando en dirección al ataque, pero sintió el dolor agudo de las heridas del gorax a través de su conexión mental con la bestia como si fuera una llamarada roja en su mente. Se giró de inmediato para enfrentarse a la amenaza, haciendo contacto mental para invocar a la pareja de argus invernales que estaban un poco más adelantados respecto a su posición. Le sorprendió que sus sentidos aguzados no hubiesen bastado para advertirla.

El gorax aulló de rabia y se revolvió, convirtiendo una encina cercana en astillas con sus puños callosos, pero más fechas se enterraron en su cuerpo. Tanith ya estaba de camino, moviéndose hacia él, extrayendo poder tanto de las líneas ley que había debajo de ella como de la furia ardiente de la bestia herida. Su aullido fue respondido por las cuatro cabezas de sus dos argus. Este sonido debió haber sorprendido al enemigo ya que unas figuras sombrías salieron corriendo de los árboles, alejándose con velocidad y gracia de su ahora abandonada presa. El gorax quería seguirles pero le forzó a quedarse, ya que sabía que unas pocas flechas más podrían acabar con él.

Tanith miró las heridas de la bestia a través de sus propios ojos, y vio la sangre resbalando por su pecho y su barriga. Las plumas de las flechecillas eran distintivas: eran del tipo preferido por los nyss, lo cual resultaba desconcertante. Si le hubiesen atacado con jabalinas podría haber pensado que eran rastreasangres tharns, dada su velocidad. Como estaba en un área remota de las tierras salvajes del norte de Khador ver a los nyss no era algo totalmente inesperado, aunque aún estaba muy al sur de las cumbres Esquirla que protegían tradicionalmente. Nada de lo que había visto hasta ahora había sugerido que su territorio de caza se extendiese hasta tan lejos.

Se apresuró para perseguir a las figuras que huían, atravesando una sección de terreno más irregular para ganar tiempo. Parecían estar siguiendo el curso de un arroyo seco que marcaba un camino a través de los árboles. Las figuras a las que perseguía eran más rápidas que ella pero confiaba en que su conocimiento de este área fuese mejor. Además, tenía sus lobos invernales flanqueándola, ambos ansiosos de cazar y matar.

Era en momentos como este que su propio ser podría perderse entre los sentimientos e instintos de las criaturas a las que estaba vinculada. Algunos de sus iguales se deleitaban en esta sensación y la abrazaban, pero Tanith se resistía a este impulso. Aunque su corazón se aceleraba y sentía la emoción de la caza, se mantuvo tranquila y bajo control, rechazando entregarse a pensamientos salvajes. Su instinto le decía que algo no iba bien, algo que debía descubrir.

Se agachó bajo la cobertura de una fila de árboles retorcidos para ocultar sus movimientos y se permitió una sonrisa de suficiencia cuando sus oídos le confirmaron que el enemigo se había desplazado a donde había anticipado, dirigiéndose directamente hacia ella sin saberlo. Se movían dando saltos como los de los ciervos, con una celeridad que la dejó atónita. Aún así, se posicionó por donde iban a pasar, y la vieron demasiado tarde.

Alzando su bastón, lanzó una oleada de energía enfermiza. Las raíces viejas y secas y las ramas retorcidas de los árboles abandonados cobraron vida y se lanzaron a por sus presas, consiguiendo agarrar a una de ellas y sujetarla con firmeza, retorciendo su cuerpo de manera antinatural. Murió en el acto. Las demás se vieron ralentizadas al verse forzadas a luchar contra las raíces ensombrecidas que les estaban enredando. Su primer argus llegó hasta ellos mordiendo con fuerza y lanzando su aliento congelante. Recibió una flecha en el hombro pero ni siquiera retrocedió, al estar poseído por el frenesí de la batalla. Su otro argus aulló al interceptar a otros dos en el extremo más lejano del barranco, mientras buscaban la protección de los árboles. Desgarró la garganta de uno y consiguió dar a un empujón al otro con su cuerpo, mandando al arquero hacia atrás dando tumbos. Tanith avanzó hasta este último nyss y acabó con él con un golpe de su bastón nudoso.

Miró hacia abajo, al cazador caído, sorprendida y con los ojos abiertos como platos.

- Atrás - ordenó, apoyando sus palabras con su voluntad. El argus más cercano soltó un quejido con una de sus cabezas mientras que la otra gruñía en señal de protesta, pero ambas se inclinaron sumisamente. El argus se alejó de su presa para que ella pudiese inspeccionarla. Uno de los caídos estaba demasiado desfigurado como para ser identificado con claridad pero el resto eran iguales al primero.

Puede que alguna vez hubiesen sido nyss pero ahora eran mucho más que eso.

Frunciendo el ceño, se agachó y le dio la vuelta al cuerpo, examinándolo de pies a cabeza con total atención. Sus piernas eran sorprendentemente diferentes, ya que ahora se parecían a las de un perro o a las de un ciervo. Su piel estaba extrañamente moteada y tenían crecimientos que daban a entender que sufrían algo similar a la infección de los dragones. Tan pronto como pensó esto, lo rechazó. Los nyss caídos eran demasiado similares entre sí. La infección era aleatoria y caótica. Lo que veía formaba unos patrones que no tenían ningún sentido. Sin embargo, sus arcos, sus flechas y sus armaduras eran claramente de fabricación nyss. Recordó haber oído un rumor que decía que habían sucedido algunos disturbios en las cumbres Esquirla, pero como estas estaban fuera de su territorio no les prestó mucha atención.

Supo de inmediato que la extraña apariencia de estos elfos infectados era un asunto del que debía informar a sus superiores. A Vernor el portador de la noche. El pensamiento le provocó un escalofrío que no tenía nada que ver con el aire frío. Prefería evitarle excepto cuando la invocaba ya que el hombre tenía poca paciencia con las interrupciones, pero, en este caso, se arriesgaba a sufrir un castigo mayor si se guardaba este secreto para sí misma. Se quitó la capa oscura que llevaba a la espalda y enrolló en su interior a la más pequeña de las cosas nyss, y luego la levantó y la aseguró sobre la espalda del argus. Un paquete repugnante pero, quizás, uno que su maestro estaría dispuesto a ver.

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Una no necesitaba haber sido instruida para mantener las distancias, pero tampoco podía resistirse al impulso de quedarse aquí y descubrir más cosas. Estaba subida a lo alto de un saliente y escondida entre las sombras, en la ladera rocosa de un acantilado, agachada y congelada, con una cornisa de tan solo unos pocos centímetros bajo sus pies. Las alturas nunca le habían importado. Se sentía como en casa en estos sitios tan traicioneros, siempre dispuesta a aventurarse en lo más alto para inspeccionar los nidos de aquellas criaturas con las que sentía una afinidad particular. Tan grande era la altura que ocupaba que las figuras de debajo de ella no eran más que unas motas, apenas imposibles de diferenciar de las rocas dispersas y la maleza que había en el valle estrecho. Su visión era más aguda que la de la mayoría pero no dependía de sus propios ojos para ver.


Por debajo de ella, un halcón unido a su mente volaba describiendo amplios círculos, el cual se dejó caer un poco y aletear suavemente hasta aterrizar ágilmente en una percha, a unas pocas docenas de metros de las figuras a las que había seguido hasta aquí. Era lo más próximo que había permitido al ave de presa acercarse a ellas, ya que entre los suyos había arqueros de ojos agudos que ya habían demostrado ser poco discriminatorios a la hora de elegir sus objetivos. Al mirar a través de sus ojos, el mundo era un lugar muy diferente: brillante, vibrante, y lleno de bordes abruptos y contrastes. Su visión era mucho mejor que la de ella e, incluso cuando estaba volando en lo más alto, podía observar a sus sujetos elegidos con relativa claridad, pero ahora se habían reunido en un círculo con la atención centrada sobre su líder y estaba dispuesta a apostar que estaba a punto de ocurrir algo importante.

Ya solo la composición del grupo era lo bastante extraña como para haberle llamado la atención, y la enorme figura del centro era algo que no había visto nunca antes. Al principio había pensado que era un ogrun, pero una inspección más concisa reveló a un ser más desfigurado y monstruoso, con cuernos curvados que salían de su frente y un brazo gigantesco y excesivamente musculado que terminaba en una garra enorme. En su mano más pequeña llevaba un arma de filo con una configuración que no le era familiar. Rodeando a este ser había docenas de nyss, aunque podía ver los signos de infección antes los que Kaya le había prevenido.

Ella era demasiado joven y de rango excesivamente bajo como para que se esperase de ella que reuniese algo más que esta información (sus movimientos), pero era cabezota. Más que eso, sentía la certeza de estar en la posición ideal para descubrir algo nuevo. La forma en la que los nyss rodeaban a su líder brutal, arrodillándose ante él, daba a entender que esto era un ritual. Había cierta corrupción antinatural en el aire, algo que hacía que el corazón de su halcón se acelerase y que requiriese de su fuerza de voluntad para evitar que saliese volando lejos de este lugar. No quería estar aquí. Era un instinto similar al que sentía antes de desatarse una tormenta.

Mientras ella obligaba al halcón a calmarse, el ogrun desfigurado se arrodilló, alzó su arma y se cortó profundamente la muñeca. Varios de los nyss que le rodeaban emitieron ruidos de admiración cuando la sangre espesa y casi negra fluía de la herido auto-infligida. Humeaba al tocar el aire y se derramaba sobre el suelo situado en el centro de la reunión. El fluido parecía ser denso y pesado, y no se movía como ella había esperado. Aunque Una aún tendría que verse involucrada en muchos actos de violencia, ya había visto a animales desangrándose y esto no se le parecía. Esta sangre se acumulaba de manera extraña y casi parecía moverse con voluntad propia. Una vez más, sintió el fuerte deseo del halcón de salir volando cuando un olor amargo y antinatural le alcanzó.

El aire brilló alrededor del charco de sangre, la cual parecía arremolinarse sobre sí misma como si fuese arcilla. La primera sangre en caer había cambiado, volviéndose carnosa. Incluso a pesar de la distancia y de estar viéndolo a través de un intermediario, el estómago de Una se revolvió ligeramente debido a una sensación de nausea al ver cómo la sangre se convertía en alguien más. Vio como se solidificaban lo que parecían ser huesos, los cuales se cubrían de músculos carnosos y resbaladizos, y que luego la sangre era como si se secase formando una piel escamosa y pálida. Una criatura se tambaleó vacilantemente sobre sus pies allí donde el icor negro se había derramado: una cosa dracónica y sin ojos que abría su boca con hambre y que le siseaba al aire.

Ya no pudo seguir conteniendo al halcón, el cual salió volando lleno de pánico, aleteando alto y lejos. Una se sintió aliviada al perder su conexión con él, aunque esto indicase una pérdida de auto-control. Ningún señor de las bestias del Círculo Orboros estaba allí para ver o comentar su fallo. También ella sentía la necesidad de huir de lo que había visto, pero no quería atraer la atención de los nyss infectados ni la de su extraño amo. Se quedó completamente quieta y esperó, mientras su mente le daba vueltas a lo que consideraba que había visto y cómo de importante sería llevar este asunto a unas mentes más instruidas y poderosas.

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Estos reportes y otras docenas más se filtraron mediante los zarcillos de la organización, transmitidos de los asalvajados de rango más bajo a los celadores y, luego, a los potentes. Juntos, formaron un tapiz tan desconcertante como curioso, cuya forma y extensión solo resultó evidente a unas pocas mentes solitarias de la cima de la peculiar jerarquía del Círculo Orboros. El avistamiento de una columna de nyss andrajosos que huían al norte. Informes de casas comunales antiguas y reverenciadas de las cumbres Esquirla abandonadas y quemadas. También había extrañas criaturas que venían del norte, que parecían nyss pero no lo eran, junto con lo que solo podían ser engendros dracónicos, en números nunca antes vistos en un solo lugar.

Siempre ha habido solo 3 grandes figuras en el Círculo frente a las cuales todos los demás acababan respondiendo: los omnipotentes. El día en el que el omnipotente Ergonus tuvo una reunión privada con el omnipotente Dahlekhov fue una ocasión especialmente importante, ya que ninguno había interactuado directamente con el otro en muchos años. En esta ocasión no se reunieron personalmente, ya que estaban a kilómetros de distancia, situados en lugares de poder particular dentro de la gran red de líneas ley. Se habían invocado grandes rituales que drenaban energía robada de la luna, las estrellas, los ríos y las montañas, y que conjuraron a Dahlekhov como una forma fantasmal hecha de humo que ondulaba en el aire delante de Ergonus. Hablaron de los datos que habían reunido, de las pistas que habían oído y de todo lo que esto podría presagiar.

"Esto es algo nuevo", dijo Dahlekhov, taciturno. "Y me temo que es muy mal augurio para todos nosotros. Es la Ruina de Issyrah, apostaría mi vida por ello. Sin embargo, se ha vuelto más grande de lo que jamás fue. Ya no está vinculado a una forma física. Ni a los límites físicos".

Ergonus asintió y dijo: "un dragón así se convertiría en un cáncer para Orboros".

Dahlekhov frunció el ceño. "Debemos aprender más. Sigue habiendo muchas incertidumbres y vacíos en nuestro conocimiento. Deberíamos hablar con Mohsar".

Ergonus movió una mano, rechazando la idea. "Ni siquiera esto le sacará de las arenas de sus desiertos. Puedes informarle si te sientes obligado pero yo tengo otros planes. Necesitamos saber más pero este conocimiento solo llegará a través de la confrontación. Cuando antes ataquemos, mejor. Tengo planes para combatir a este enemigo".

"Haz lo que creas que debes hacer", dijo Dahlekhov, "pero mantenme informado, ya que esta actividad parece estar centrada en mi región".

"Creo que podemos extirpar este cáncer antes de que se extienda demasiado. Requeriremos ciertos sacrificios".

"Las amenazas como esta siempre los requieren", dijo Dahlekhov, y entonces el humo que componía su forma se dispersó.

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REPERCUSIONES: EL DISPARATE DE ERGONUS
Los omnipotentes Dahlekhov y Ergonus fueron capaces de realizar una valoración muy precisa de Everblight y de la legión del dragón a partir de los detalles de docenas de encuentros e informes realizados por todo el norte de Khador. Para ellos, la pieza más importante del puzzle era el hecho de que Everblight pudiese crear engendros dracónicos a través de sus generales elegidos, sus warlocks. La manera exacta por la que esta habilidad era posible no fue comprendida por completo durante algún tiempo pero, incluso sin entender los detalles, era una noticia alarmante que daba a entender que Everblight podría acumular un ejército como nunca había sido visto antes en Immoren occidental.
Ergonus se pondría a la cabeza de las contramedidas iniciales contra la Legión de Everblight, coordinando asaltos para obtener información y confiando en subordinados clave como Baldur el hiendepiedras o Krueger la ira de la tormenta. Un punto clave de su estrategia a largo plazo era la noción de acumular un grupo lo bastante poderoso de peones que pudiesen luchar en lugar de los túnicas negras, los cuales eran poco numerosos. En su valoración, la carne de cañón más apropiada para ser sacrificada contra Everblight eran los kriels trollkins. Esto no salió como había planeado y resultó en un intento de asesinato fallido que crearía una separación vasta e irreconciliable entre los trollkins y el Círculo Orboros.

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