Guerra abierta
La guerra volvió a los Reinos de Hierro cuando Khador lanzó todo su poderío militar contra Llael en el último mes del 604 dR. Usando el invierno para ralentizar la habilidad de Cygnar de alcanzar a tiempo a su aliado, Khador esperaba obtener la victoria antes de que los refuerzos cygnarianos pudiesen llegar a Llael. Cuando el Ejército cygnariano entró por fin en la guerra se vio atrapado inmediatamente en una serie de combates desesperados que se sucedían por toda la campiña llaelesa. Las últimas batallas de la guerra, las más intensas, ocurrieron en la defensa de la capital llaelesa, Merywyn, que sufrió un asedio largo y difícil. Al oír que las fuerzas khadoranas se movían hacia el Bosque del Espino, Cygnar retiró sus ejércitos para defender sus propias fronteras y, poco después, la capital cayó. Toda la guerra duró menos de seis meses. Tras su conclusión, la reina Ayn Vanar XI declaró que su nación era un imperio, coronándose emperatriz en el 606 dR. El nuevo Imperio khadorano luchaba para restaurar el antiguo Imperio khárdico, y la emperatriz Ayn dejó bien claro que buscaba recuperar el mandato khadorano sobre sus territorios perdidos.Entonces, la lucha se desplazó a la frontera septentrional de Cygnar, donde se empantanó en una maraña de guerras de trincheras que acabaría con Khador tomando todo el Bosque del Espino.
La fecha de esta guerra en el norte resultó en un problema doble para Cygnar. Las relaciones con el Protectorado de Menoth habían empeorado considerablemente en los últimos años y estaba claro que los menitas estaban violando los acuerdos de desarme alcanzados tras la Guerra civil cygnariana. El jerarca Garrick Voyle exprimió la distracción proporcionada por la guerra convocando una cruzada contra los enemigos de la fe. Esto coincidió con la aparición de una Heraldo de Menoth, una mensajera sagrada que transmitía la voluntad de Menoth, en la capital del Protectorado, Imer.
Rápidamente estalló la guerra entre Caspia y Sul. Cygnar se vio forzada a dividir las fuerzas de su ejército entre la defensa de su capital y la guerra del norte, mientras posicionaba una parte de su poderío militar a lo largo de su litoral occidental contra la amenaza de Cryx.
Con la confusión en el sur empeorando de manera constante, el rey Leto acabó consintiendo la invasión de Sul. Las fuerzas cygnarianas abrieron una brecha en las murallas sulesas y entraron en la ciudad. El fervor religioso les dio a los defensores suleses una fuerza desesperada y dio lugar a unos años agotadores de combates urbanos. Con el ejército de Cygnar incapaz de obtener una victoria rápida, los menitas se reagruparon y acabaron haciendo retroceder a los cygnarianos. Esta vez, Caspia fue invadida por los menitas, liderados por el mismísimo jerarca Voyle. No fue hasta que estuvieron cerca de las puertas del Castillo Raelthorne que por fin cambiaron las tornas. Al igual que le había pasado a Sulon en la Guerra civil, el jerarca Voyle fue abatido. Esta victoria solo llegó después de que Voyle hubiese abierto un tremendo sendero de destrucción que atravesó la antigua capital, aniquilando a todos los obstáculos que se interpusieron en su camino.
Mientras que los combates rugían en las calles de Caspia y Sul, la Cruzada norteña se movió hacia Llael con la esperanza de llevar por fin el mensaje de Menoth a los territorios de Khador. Dirigida por Severius, quien sería nombrado jerarca poco después a raíz de la muerte de Voyle, la Cruzada norteña reclamó la ciudad llaelesa de Leryn, que se convertiría en la capital del Protectorado en el norte.
Durante una temporada, los Reinos de Hierro estuvieron devastados por la guerra abierta, hasta que fueron forzados a unirse para combatir una amenaza aún más insidiosa. Cryx había reclamado en secreto el corazón del Bosque del Espino y, allí, había amasado un ejército de no muertos con la ayuda de los sombríos cefályx. Aunque la alianza de los Reinos de Hierro no duró mucho, obligó a los ejércitos de Immoren occidental a agruparse para plantar cara a una amenaza común por primera vez desde la Rebelión contra los orgoths.
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Vlad Tzepesci mata a la Heraldo de Menoth |
Una nueva era
Los combates no se detuvieron. Khador continuó poniendo a prueba el temple de sus vecinos a la vez que consolidaba su control sobre Llael. Vinter Raelthorne IV volvió en el 609 dR a la cabeza de un ejército de traidores, antes de ser derrotado definitivamente. Justo después de este conflicto Leto Raelthorne abdicó a favor de su sobrino Julius.Y el rey Julius demandó la paz.
Al firmar un acuerdo histórico con Khador en el 610 dR, Julius acordó que en ausencia de un soberano auténtico de Llael reconocería las demandas de Khador sobre los territorios conquistados. A cambio, Khador acordó hacer retroceder a sus fuerzas y devolver a Cygnar sus territorios ocupados. El acuerdo fue recibido con poca fanfarria: la tregua terminó con la guerra abierta, pero nadie era tan optimista como para creer que la paz fuese duradera.
A pesar de este entendimiento entre los grandes poderes la acosada Resistencia de Llael seguía luchando, pero su causa cada vez parecía más fútil. Las ciudades del oeste de Llael habían sido totalmente ocupadas por fuerzas khadoranas y las líneas ferroviarias se extendían ya hasta el corazón del imperio. Poco a poco, el pueblo llaelés se había resignado a sus nuevos amos.
Mientras tanto, los esfuerzos de los misioneros del Protectorado no cesaron. Sacerdotes proselitistas viajaron al continente meridional de Zu en busca de conversos. Muchos de ellos viajaban inadvertidos entre las tripulaciones de los barcos cygnarianos y khadoranos, dejando que las naciones impías les llevasen hasta aquellos que aún tenían que oír la palabra del Creador.
La problemática del progreso
A lo largo de los siglos había un pequeño número de partidarios que veneraban a la diosa mecánica Cyriss: astrónomos, ingenieros y mecánikos arcanos que practicaban su fe dedicándose a la investigación científica, trabajando en teorías matemáticas, creando maquinarias o mecánikas intrincadas, o descifrando códigos y enigmas. Los rumores sugerían que estos cultos habían construido grandes templos ocultos por todo Immoren occidental, repletos de un tremendo surtido de maquinarias y protegidos por guardianes automatizados. Algunos hasta hablaban entre susurros de que los sacerdotes de más alto rango de Cyriss podrían transferir sus almas a cuerpos mecánicos y obtener la inmortalidad. Estas sospechas se confirmaron cuando la Convergencia de Cyriss se reveló al mundo.
La Convergencia de Cyriss trabajó durante años en las instalaciones de sus templos secretos construyendo enormes máquinas con las cuales pretendían completar su Gran trabajo y transformar la mismísima faz de Caen para provocar la manifestación de su diosa. Buscando cumplir estos planes, el ejército máquina del culto marchó para reclamar lugares repletos de actividad geomántica vitales para su trabajo. Filas de soldados que habían abandonado sus cuerpos de carne por unas cáscaras mecánikas atacaron diferenes puntos de Immoren occidental de forma inesperada, eliminando a cualquiera que se les interpusiera. Los poderes de Immoren apenas comprendían el peligro que representaba este culto, aunque están empezando a descubrirlo pagando un alto coste.
Los cefályx eran otra amenaza enigmática y terrorífica. Morando bajo la superficie de la tierra y cazando a aquellos que se acercasen demasiado a sus túneles, estos seres puramente cerebrales esclavizaban a otras especies inteligentes para que cumplieran su voluntad. Son una facción que realiza a sus esclavos extensas alteraciones quirúrgicas y mecánicas, convirtiéndolos en siervos y monstruosidades sin mente. Su necesidad de carne pura impulsa a estos seres a asaltar a los pueblos de los Reinos de Hierro.
Guiados al oeste por Vinter Raelthorne IV en el 603 dR, los skornes seguían siendo un enemigo hostil. Se tratan de poderosos guerreros con un temperamento cruel y entregados a la conquista y a la esclavitud. Marchan a la batalla junto a grandes bestias, y blanden extrañas armas y magia oscura. Habiendo construido fortalezas por todos los yermos orientales, los skornes ponían a prueba constantemente las fronteras de los Reinos de Hierro, librando una guerra contra Cygnar, el Protectorado e Ios según consideraban conveniente.
En el norte, una amenaza nueva había surgido de las tierras salvajes de las montañas del norte de Khador: un ejército inexplicable de nyss y ogruns infectados, y de engendros dracónicos. Al final se descubrió que era un ejército al servicio del dragón Everblight, y que la única intención tras sus esbirros era la matanza y la destrucción. Estas abominaciones se habían extendido hacia el sur y por todo Immoren occidental en pocos años. En ese tiempo, esta nueva amenaza se había convertido en un peligro terrible para todas las naciones, ya que su vileza se propagaba por toda la tierra.
Quizás como consecuencia del reflejo del caos creado por las guerras recientes, otras fuentes de violencia brotaban de las tierras salvajes. Kriels trollkins que habitaban pacíficamente las regiones indómitas habían tomado las armas, y hostigaban las rutas comerciales y las líneas ferroviarias de Cygnar, de Khador e incluso de Ord. Se les había visto marchando junto a enormes bestias trolls capaces de luchar en igualdad de condiciones hasta con los colosales.
Más cerca de la civilización, un ominoso grupo de místicos de la naturaleza llamados los túnicas negras se reunían por razones que solo ellos podían comprender. Operando desde las sombras, los túnicas negras orquestaban enfrentamientos sangrientos y desastres catastróficos. Aunque eran esquivos y raramente se les veía (excepto por aquellos que vivían en lugares asalvajados), se reunían en grandes números y demostraban que podían reunir sus propios ejércitos cuando surgiese la necesidad. Los rumores insinuaban que extraían poder de la Sierpe Devoradora para alimentar su potente magia y que sus aliados eran salvajes sedientos de sangre.
Quizás, el caos de estos conflictos recientes fuera, sencillamente, una consecuencia de que los Reinos de Hierro estaban al borde un gran cambio, y los cambios causan agitación. Era una época de exploración, de forzar los límites de los mapas para expandir la comprensión del mundo que tenía la humanidad. Lo que yace más adelante era desconocido, pero el tiempo ha demostrado que la guerra sigue a la humanidad allá donde viaje. La lucha por el poder y el dominio continúa más allá de Immoren, impulsando la innovación, el descubrimiento y el estudio a un paso que lleva generaciones sin ser visto.
En los Reinos de Hierro, el conflicto y la guerra son compañeros constantes de los hombres. Ese es el coste del progreso, y algunos discutirán que los mejores momentos de la humanidad a menudo han surgido con el fervor de la batalla. El fuego del corazón de Immoren y, quizás, incluso el de todo Caen, se aviva por las luchas de sus alrededores y de su interior. Sin importar la causa subyacente, los grandes poderes de los Reinos de Hierro continúan reforzando la fuerza de sus ejércitos y mirando a las fronteras de sus vecinos. Todos los hombres y mujeres deben elegir un bando, alzar un arma y levantar un estandarte en preparación por los conflictos que están por llegar.
Así es como empieza la guerra.
La Convergencia de Cyriss trabajó durante años en las instalaciones de sus templos secretos construyendo enormes máquinas con las cuales pretendían completar su Gran trabajo y transformar la mismísima faz de Caen para provocar la manifestación de su diosa. Buscando cumplir estos planes, el ejército máquina del culto marchó para reclamar lugares repletos de actividad geomántica vitales para su trabajo. Filas de soldados que habían abandonado sus cuerpos de carne por unas cáscaras mecánikas atacaron diferenes puntos de Immoren occidental de forma inesperada, eliminando a cualquiera que se les interpusiera. Los poderes de Immoren apenas comprendían el peligro que representaba este culto, aunque están empezando a descubrirlo pagando un alto coste.
Los cefályx eran otra amenaza enigmática y terrorífica. Morando bajo la superficie de la tierra y cazando a aquellos que se acercasen demasiado a sus túneles, estos seres puramente cerebrales esclavizaban a otras especies inteligentes para que cumplieran su voluntad. Son una facción que realiza a sus esclavos extensas alteraciones quirúrgicas y mecánicas, convirtiéndolos en siervos y monstruosidades sin mente. Su necesidad de carne pura impulsa a estos seres a asaltar a los pueblos de los Reinos de Hierro.
Guiados al oeste por Vinter Raelthorne IV en el 603 dR, los skornes seguían siendo un enemigo hostil. Se tratan de poderosos guerreros con un temperamento cruel y entregados a la conquista y a la esclavitud. Marchan a la batalla junto a grandes bestias, y blanden extrañas armas y magia oscura. Habiendo construido fortalezas por todos los yermos orientales, los skornes ponían a prueba constantemente las fronteras de los Reinos de Hierro, librando una guerra contra Cygnar, el Protectorado e Ios según consideraban conveniente.
En el norte, una amenaza nueva había surgido de las tierras salvajes de las montañas del norte de Khador: un ejército inexplicable de nyss y ogruns infectados, y de engendros dracónicos. Al final se descubrió que era un ejército al servicio del dragón Everblight, y que la única intención tras sus esbirros era la matanza y la destrucción. Estas abominaciones se habían extendido hacia el sur y por todo Immoren occidental en pocos años. En ese tiempo, esta nueva amenaza se había convertido en un peligro terrible para todas las naciones, ya que su vileza se propagaba por toda la tierra.
Quizás como consecuencia del reflejo del caos creado por las guerras recientes, otras fuentes de violencia brotaban de las tierras salvajes. Kriels trollkins que habitaban pacíficamente las regiones indómitas habían tomado las armas, y hostigaban las rutas comerciales y las líneas ferroviarias de Cygnar, de Khador e incluso de Ord. Se les había visto marchando junto a enormes bestias trolls capaces de luchar en igualdad de condiciones hasta con los colosales.
Más cerca de la civilización, un ominoso grupo de místicos de la naturaleza llamados los túnicas negras se reunían por razones que solo ellos podían comprender. Operando desde las sombras, los túnicas negras orquestaban enfrentamientos sangrientos y desastres catastróficos. Aunque eran esquivos y raramente se les veía (excepto por aquellos que vivían en lugares asalvajados), se reunían en grandes números y demostraban que podían reunir sus propios ejércitos cuando surgiese la necesidad. Los rumores insinuaban que extraían poder de la Sierpe Devoradora para alimentar su potente magia y que sus aliados eran salvajes sedientos de sangre.
Quizás, el caos de estos conflictos recientes fuera, sencillamente, una consecuencia de que los Reinos de Hierro estaban al borde un gran cambio, y los cambios causan agitación. Era una época de exploración, de forzar los límites de los mapas para expandir la comprensión del mundo que tenía la humanidad. Lo que yace más adelante era desconocido, pero el tiempo ha demostrado que la guerra sigue a la humanidad allá donde viaje. La lucha por el poder y el dominio continúa más allá de Immoren, impulsando la innovación, el descubrimiento y el estudio a un paso que lleva generaciones sin ser visto.
En los Reinos de Hierro, el conflicto y la guerra son compañeros constantes de los hombres. Ese es el coste del progreso, y algunos discutirán que los mejores momentos de la humanidad a menudo han surgido con el fervor de la batalla. El fuego del corazón de Immoren y, quizás, incluso el de todo Caen, se aviva por las luchas de sus alrededores y de su interior. Sin importar la causa subyacente, los grandes poderes de los Reinos de Hierro continúan reforzando la fuerza de sus ejércitos y mirando a las fronteras de sus vecinos. Todos los hombres y mujeres deben elegir un bando, alzar un arma y levantar un estandarte en preparación por los conflictos que están por llegar.
Así es como empieza la guerra.
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