martes, 23 de julio de 2019

EL COSTE



Notas del autor sobre "El coste"

"El coste" es una historia escrita para cubrir un trozo de trasfondo perdido sobre el personaje Eilish Garrity, el cual se sitúa entre el momento en el que le vimos en la novela Black Crowns y su encarnación como "Eilish el ocultista", como miniatura jugable en Warmachine. Ahora se acerca Oblivion y Eilish está a punto de tomar una senda siniestra. Esta historia trata sobre uno de sus primeros pasos por este camino insidioso, ayudado por un cameo protagonizado por uno de los primeros personajes de nuestra ambientación, y también uno de los más importantes.

Para aquellos que no estéis familiarizados con él, Eilish Garrity ha participado en bastantes aventuras antes de convertirse en una miniatura jugable de Warmachine. En sus orígenes, era un personaje inventado para las demos del juego Iron Kingdoms Roleplaying y, después, junto con sus amigos de la compañía mercenaria "Los irregulares del Río Negro", protagonizó varios libros de Skull Island eXpeditions y juegos de mesa como Undercity o Widower's Wood. El autor Richard Lee Byers lo recuperó para la novela Murder in Corvis, seguida por Black Dogs y Black Crowns.

Eilish siempre ha sido un investigador y mago muy extraño. Su entrenamiento formal en técnicas forenses y de investigación siempre le ha resultado útil, teniendo en cuenta los raros misterios con los que su grupo se suele topar. Pero su curiosidad hacia el lado más oscuro del ocultismo ha aumentado. El conocimiento puede ser bastante peligroso, y el poder es seductor. Aseguraos de volver a encontraros con Eilish en Warmachine: Oblivion.

******


Les habían advertido de que la barcaza llamada "La esposa del jugador" tenía un horario irregular. Durante su ruta por la Lengua del Dragón se detenía dónde querían sus ricos y excéntricos pasajeros, y durante el tiempo que pidiesen. Eilish Garrity estaba empezando a preocuparse por si se había perdido algo cuando vieron la característica proa del barco aproximándose. Asentados en una taberna rústica situada junto al río, en el caserío de Briv, se habían procurado una mesa desde la que se podía ver bien el agua. Briv había resultado ser un lugar miserable habitado por unas pocas familias de ariscos pescadores y granjeros. Un sitio que Eilish estaba deseando abandonar.

- Ahí está, - dijo. Remató lo que le quedaba de cerveza y recogió la faltriquera que se encontraba protegida entre sus piernas, metiendo su brazo entre los tirantes para que pudiese descansar de manera segura contra su costado. Se encontraba nervioso pero intentó que no se le notara. A lo largo de los años había aprendido que fingir confianza era casi tan bueno como sentirse confiado. - Será mejor que estemos preparados en el puerto, ya que dudo que se pare si no hay nadie. Yo no lo haría si fuese el timonel.

El pistolero rhúlico emitió un quejido: - bah. Acababa de comprarme esto - dijo, levantando un vaso lleno con un gesto de disgusto. - Es una cerveza mala, pero no me gusta desperdiciarla.

- ¿Qué clase de enano no puede vaciar un vaso de un solo trago?

- No todos somos unos patanes borrachos - se quejó el enano en voz baja.

- Acaba con ella y vámonos.

Barl se irguió, como si le hubiese ofendido, y se levantó lentamente, ajustándose su chaqueta de cuero y el pañuelo que llevaba anudado alrededor del cuello. Era un enano bien vestido, con su barba y sus patillas arregladas, y un aspecto más elegante y adinerado que el de la mayoría de los mercenarios. Se enorgullecía de su apariencia y, a veces, se esforzaba para evitar mancharse con sangre o mugre, aunque Eilish sabía que, en los combates, era capaz de dejar de lado esas exquisiteces.

En el caso de este trabajo, Eilish no se sentía inclinado a decirle lo que estaba haciendo a ningún otro de los irregulares del Río Negro (especialmente a Colbie). Barl era el único en el que podía confiar que le guardase el secreto, lo que quería decir que tenía que tolerar la idiosincrasia del enano.

Había un paseo corto hasta el destartalado y mal conservado embarcadero, el justo para ver llegar al navío. Las cubiertas superiores del barco a vapor estaban fuertemente iluminadas, e incluso desde lejos podían oír el ruido de las voces, la música y la juerga. Contrastaba fuertemente con la silenciosa ciudad y sus habitantes taciturnos. Eilish levantó las manos y saludó vigorosamente. Se quedó aliviado al ver que la nave empezaba a frenar y aproximarse al puerto.

- Podríamos habernos montado en esta cosa en Point Bourne - apuntó Barl. - No me habría importado echar un par de manos de cartas. ¿Por qué hemos venido aquí primero?

- El hombre con el que me voy a reunir es cauto. Y con razón. Como es probable que nadie más vaya a embarcar aquí, puede identificarme en un momento y decidir si vale la pena hablar conmigo.

Barl resopló. - A ver si me aclaro: ¿le dejas dictar el momento y el lugar de la cita, y no tienes ni idea de quién es o de cuánta gente le acompaña?

Eilish soltó una risita y dijo:  - por eso te traje. Si intentan matarnos, dispárales. Es fácil.

- Eso haré. Maldita sea, los magos sois bastante rápidos. Te he visto disparar un rayo mágico antes de que me diese tiempo a parpadear.

- La persona con la que nos reuniremos es mucho más poderosa y hábil que yo. Podría hundir el barco entero con solo pensarlo.

- Oh, eso es tranquilizador - dijo el enano.

- Estaremos bien - dijo Eilish haciendo un gesto de desdén con la mano, fingiendo una total falta de preocupación que no concordaba con lo que sentía en realidad. - No hay razones para que nadie sea apuñalado, disparado ni asesinado de ninguna otra forma. Este es un lugar público y el hombre con el que nos vamos a reunir es un miembro de la Orden fraternal. Valora su reputación. Si decide matarnos mandará a algunos secuaces para que lo hagan, como se hacía antiguamente.

- Si le importa su reputación, ¿por qué se reúne contigo?

Eilish suspiró. - Le mandé una carta para convencerle de que no puede permitirse no hablar conmigo. Esto también quiere decir que lo más seguro es que esté nervioso. A nadie le gusta que le arrinconen. Mantente calmado, incluso si se pone agresivo.

- Contendré mis impulsos de saltar a defenderte - dijo Barl con una sonrisa taimada.

- Me preocupa menos tu lealtad fraternal que lo mucho que te gusta disparar a gente.

- Ahí me has pillado. Pero las balas no son gratis. Me alegraré de que me pagues por no hacer nada.

- Ese es el espíritu. Irá con sus matones, de eso no hay duda, y tú eres el mío. Un elemento disuasorio mutuo. - La voz de Eilish no traicionaba la incertidumbre que sentía. Llevar un guardaespaldas, sin importar lo habilidoso que fuera, era algo inadecuado. Seguramente debería haber venido solo pero odiaba no tener a nadie con quien hablar.

Un par de vecinos corpulentos que trabajaban en el embarcadero aseguraron las sogas que les tiraron desde la barcaza fluvial y, al poco, una rampa de embarque cayó sobre la superficie. La subieron para encontrarse con un marinero malencarado. En cuanto Eilish y Barl pusieron un pie en la cubierta principal dio la orden de retirar la rampa y gritó que desataran el navío.

Cuando Eilish intentó pasar por su lado, el marinero se interpuso con firmeza en su camino con la palma de la mano extendida.

- Esto es un barco casino, ¿no? - dijo Eilish. - No pensaba que hubiese una tarifa de embarque.

- Es obligatorio apostar en las mesas - explicó el hombre, con una sonrisa desagradable. Tenía en una mano un par de cordones trenzados y cortos, teñidos de dorado y de negro. - Necesitaréis uno de estos para sentaros en ellas. Diez coronas cada una.

- ¿Y si solo hemos venido para beber y comer un poco?

- Igualmente compraréis los nudos de jugador si no queréis que os tiremos por la borda. El río está frío, así que no os recomiendo daros un baño. - Al marinero se le habían unido una pareja de tripulantes, firmes, cruzados de brazos y claramente preparados para intervenir si era necesario usar la fuerza.

- Págale y vámonos - refunfuñó Barl.

- Vale. - Eilish metió la mano en una de sus faltriqueras y extrajo las monedas necesarias para comprar los cordones.

Una vez hubo pagado, el marinero y sus socios se relajaron. Su tono se volvió más civilizado. El marino hizo un gesto con la mano para abarcar al todo el barco y dijo: - disfrutad de vuestra estancia a bordo de La esposa del jugador.

- Van a seguir sacándote la pasta - apuntó Barl amablemente mientras se dirigían a las escaleras que conducían a la cubierta inferior. - Así es cómo estos sitios hacen dinero.

- Apostar no es uno de mis vicios - dijo Eilish. - Y el coste de este encuentro podría ser mucho más que unas pocas monedas.

- Probablemente deberíamos jugar un par de manos. Solo para pasar desapercibidos, - sugirió Barl con la avaricia brillando en sus ojos. - Además, hemos comprado esos nudos. Sería una pena no usarlos.

- No hemos comprado nada - le corrigió el arcanista. - Y no estamos aquí para eso.

El ruido aumentaba exponencialmente a medida que descendían hacia la segunda cubierta, donde se encontraban todas las partidas y la diversión. Estaba llena de mesas de juego y docenas de clientes, así como tripulantes con atuendos coloridos que repartían cartas, recogían dados y llevaban las partidas de otras maneras. La bebida fluía libremente, dispensada por los camareros de un par de bien abastecidas barras. A veces, entre el barullo general, se podía oír el sonido de la música. Mirando a través de la niebla producida por el humo de los puros, Eilish pudo ver lo que parecía ser un escenario en la otra punta del barco en el que estaban trabajando unos animadores. Este estaba parcialmente oculto por un acuario de tamaño considerable que contenía varios peces que parecían peligrosos, con unos dientes grandes y serrados.

Todo lo del lugar era agobiante, y Eilish intentó fichar a la vez a todo y a todos. Este era el típico sitio atestado que era perfecto para los carteristas, los espías y los asesinos. Vio a un par de trollkins y gobbers entre los clientes y la tripulación, así como a algunos enanos, aunque casi todos eran humanos. Un examen visual rápido no reveló a nadie que llevase los colores de la Orden fraternal de hechicería.

Eilish se detuvo delante del acuario. Era un sitio tan bueno como cualquier otro para ser visto por aquellos que le buscaban. Se quedó mirando embobado a los peces-demonio. Una vez se comió uno, y le resultó bastante sabroso. Sin embargo, verlo en el plato era bastante diferente a tener a uno vivo devolviéndole la mirada, con sus mandíbulas abiertas y llenas de dientes afilados como cuchillas. Retrocedió cuando el más cercano embistió contra el cristal y chasqueó las fauces.

Al echarse hacia atrás, un hombre que estaba sentado en la mesa más próxima se levantó y se le acercó. Era un individuo musculoso, fornido y de pelo castaño. No parecía un mago, aunque a veces era difícil adivinarlo. Al examinar las manos ásperas del hombre, las cicatrices que recorrían sus antebrazos y su manera de caminar, resultaba más fácil clasificarlo como un guardaespaldas o un mercenario.

- ¿El maestro Garrity, supongo? - preguntó el hombre con educación, teniendo que alzar la voz para que se le oyera por encima del estruendo. Cuando Eilish asintió, dijo: - soy Vorral. Trabajo para el magus. Si es tan amable de seguirme, hemos reservado una suite donde nos será más fácil conversar.

Aunque Eilish estaba contento de no verse obligado a intentar hablar en código velado en medio de una sala llena de jugadores, también se le ocurrió que, si algo iba mal, a su anfitrión le sería más fácil eliminarle una vez estuviesen dentro de su suite privada. Pero ya era demasiado tarde para preocuparse por esas cosas, y desde que partió en esta expedición sabía que tendría que aceptar algunos riesgos. Barl se sitúo detrás de él mientras seguían a Vorral.

El barullo general se fue atenuando a medida que descendían por otro tramo de escaleras hasta la siguiente cubierta, una reservada para las habitaciones de los invitados. Pasaron de largo varios angostos camarotes individuales hasta alcanzar los de los clientes más adinerados. Vorral abrió uno y le hizo señas para que entrara.

La habitación era espaciosa y lujosa, y estaba claramente fuera de lugar en un barco. Bien podrían haber sido transportados a una cara posada de Caspia. Los muros estaban adornados con cuadros, el ojo de buey estaba escondido elegantemente detrás de una suntuosa cortina, y había un gran diván de felpa, una gruesa mesa de madera de roble y varias sillas de aspecto confortable repartidas por toda la sala. Podría haber sido el salón o la sala de lectura de una rica hacienda, aunque le faltaban las obligatorias estanterías repletas de libros.

Varios hombres vestidos de manera sencilla estaban posicionados por los bordes de la habitación, todos alertas y preparados de tal manera que daban a entender que eran guardias mercenarios. Pero de pie, cerca de la entrada, se encontraba un hombre mayor con el pelo plateado y fino que llevaba la túnica distintiva de la Orden fraternal de hechicería. Rodeando su cuello se encontraba una cadena que llevaba el símbolo de esa organización: un ojo llameante encima de un libro abierto. El atuendo era poco práctico y parecía incómodo, pero resultaba bastante impresionante.

- ¿Magus Conleth Norweth? - dijo Eilish.

Normalmente, habría avanzado para darle la mano, pero, en este caso, el magus estaba muy quieto y parecía disgustado, con sus manos situadas detrás de la espalda. Inclinó la cabeza una vez, muy serio.

A Eilish le recordaba a su antiguo mentor y sintió varias emociones conflictivas a la vez, incluyendo envidia, desdén, indignación e, incluso, un ligero toque de pena. Lo cierto es que nunca se llevó especialmente bien con él, pero siempre creyó que cualquier posibilidad de alcanzar todo su potencial se esfumó junto con la vida del magus. Intentar mejorar aprendiendo por su cuenta había resultado ser difícil. A veces, imposible. Eilish sabía que alguien como Norweth era parte de una élite selecta: aquellos lo bastante cultos y poderosos como para impresionar a la Orden fraternal, una organización que era conocida por sus altos estándares. Estándares que, aunque a Eilish le dolía reconocer, nunca podría alcanzar por sí solo.

- Eh, sí - Eilish se aclaró la garganta. - Permítame que me presente. Eilish Garrity de Corvis. Este es Barl Blackheel.

El magus dijo: - ese nombre no me dice nada. ¿Acaso debería? Tu carta daba a entender que estás familiarizado con materias que no son ampliamente conocidas. Me gustaría mucho saber como has obtenido ese conocimiento. ¿Qué esperas ganar al exigir esta reunión?

- ¿Exigir? Eso suena menos amistoso de lo que era mi intención - dijo Eilish.

- Teniendo en cuenta la extorsión, parece lo más apropiado - intervino Norweth.

Eilish negó con la cabeza. - No, esa no era mi intención. Pensé que era importante que usted entendiera que no soy un ignorante de ciertas materias y así dejar atrás algunas evasivas. No soy ninguna amenaza. En este caso, estoy en una desventaja grave, como estoy seguro que ya sabe.

Norweth no se rindió. - Todo lo que te atañe es sospechoso, y el hecho de que hables de cosas de las que no deberías no hace nada para mejorar la situación. No estoy seguro de lo que esperabas al venir aquí, o a quién sirves en realidad, pero no me engañarás tan fácilmente para que confiese.

- Esperaba evitar parte de esto - dijo Eilish. - Solo he venido en busca de información. La cual solo conseguiré hablando con un progenesista.

Los ojos del magus se desviaron al oír esa palabra, como si le preocupase oírla en voz alta.

Eilish continuó. - Decidí ser franco sobre mis metas con la idea de ahorrarnos tiempo. Sé de buena tinta que pertenece a esa cábala. O, al menos, que una vez lo hizo. Negarlo no servirá de nada.

- ¡Lo niego! Pisas terreno peligroso al pronunciar ese nombre tan a la ligera.

Eilish podía sentir el cambio en el ambiente: un hormigueo en el vello de sus brazos y su cuello, y un olor como el de una tormenta en ciernes. Le parecía que los ojos de Norweth se volvían brillantes y se llenaban con un fuego interior. No había dudas de que tenía su poder arcano listo, en las puntas de sus dedos. Podría ser una bravata pero, teniendo en cuenta su reacción, Eilish se vio forzado a considerar que realmente el magus podría estar dispuesto a matar para proteger su reputación si fuese necesario. Al mirar a Barl, Eilish notó que el pistolero rhúlico parecía tranquilo y no echaba mano a su arma, lo cual, probablemente, fuese algo bueno. Sin embargo, por otra parte, le hacía preguntarse si el enano estaba prestando atención.

Levantó rápidamente una mano. - ¡Hey, hey! Escuche, no estoy aquí para acusar a nadie. Estoy contando con su ayuda. Estoy buscando información que no se encuentra con facilidad y necesito de un experto. Todo esto quedará entre nosotros. Tengo varios tomos raros que sé que le interesaría ver. Estoy buscando un intercambio de beneficio mutuo.

Dio unos golpecitos a la faltriquera que traía con él, considerando que el magus y sus matones podrían decidir, sencillamente, matarle y robarle los libros. Era una posibilidad muy real, aunque tenía algunos de sus tesoros más preciados bien escondidos por si acaso necesitaba endulzar el trato.

- Si estuviese involucrado con ese grupo con una reputación tan extremadamente mala, esto me resultaría fascinante - dijo Norweth arrogantemente. A pesar de sus palabras, la oferta de Eilish parecía haberle producido cierto impacto, ya que la mayoría de la tensión violenta se disipó.

El magus siguió:  - sea cual sea el extraño rumor o mentira que hayas oído, no pertenezco a esa sociedad. De hecho, ni siquiera sé si existen realmente. Puede que hayan sido una invención de los guardianes de la puerta para exponer a los incautos. Siempre he cooperado con los guardianes. Si trabajas para ellos, esta misión es infructuosa. Sin embargo, los estudios Esotero Editio podrían estar interesados en los volúmenes que has mencionado. Te pagaría para que nos los entregaras.

Eilish consideró sus palabras, intentando que no se le notase que nunca había oído hablar de las otras organizaciones. Gracias a su ahora fallecido mentor, sabía que la Orden fraternal estaba plagada de conspiraciones secretas. Demasiadas como para que nadie pudiese llevar la cuenta. Cuando tres magos se juntaban para cenar, nacía una nueva cábala.

Honestamente, no sabía gran cosa sobre los progenesistas, solo que eran eruditos que recolectaban conocimientos prohibidos. Como los trabajos que coleccionaban estaban clasificados como magia negra, el grupo estaba obligado a operar en secreto. Sin importar sus metas actuales, sus acciones se veían como siniestras y también eran ilegales. Las palabras y la el lenguaje corporal de Norweth daban a entender que suponía que Eilish estaba trabajando para un agente de la Orden fraternal, los llamados "guardianes de la puerta". Aunque esto podía hacer más improbable que el hombre matase a Eilish, no ayudaba a convencerle de que fuese más comunicativo.

- Su cautela es comprensible. Déjeme asegurarle de que no estoy asociado con nadie de su orden, y que tampoco estoy en su nómina. Nunca me hablarían. Soy un advenedizo autodidacta. - No necesitaba fingir desprecio hacia sí mismo al usar ese término. - Respecto a cómo sé lo que sé, fui el último aprendiz del magus Gilmartin Reed. Fui el que confirmó que fue asesinado por los lordgrises.

Norweth frunció el ceño. - La muerte de Reed fue una grave pérdida. Era un visionario. No sabía que tuviese aprendices.

El teniente del BRI suspiró y se rasco detrás de la oreja. - No era nada que valiese la pena mencionar. Estoy bastante seguro de que fui una decepción. Demasiado arrogante y cabezota para mi propio bien, como solía decirme.

Esta confesión produjo que la expresión del otro hombre se suavizara y que apareciera un atisbo de interés. - Intenté arreglar los asuntos de Reed tras su muerte y fui a recoger sus notas, pero nunca las encontré.

Eilish dijo: - yo me las llevé. Mientras investigaba su muerte encontré sus cartas, su archivo privado. Así es como supe la identidad de usted. Usaba un código cifrado, por supuesto, pero al final fui capaz de romperlo. Sé que usted y el magus Reed erais cercanos. No le he mencionado a nadie nada de esto. Si no le gusta oírme hablar de los progenesistas, no volveré a mencionarlos, pero las cartas daban a entender que usted y mi mentor compartíais creencias muy arraigadas sobre la libre adquisición de conocimientos místicos. Eso es algo que yo también valoro. Puede que mi vida y las de mis amigos dependan de ello.

Eilish echó mano a la faltriquera que estaba a su costado, lo cual hizo que, inmediatamente, todos los que estaban cerca de él se pusiesen tensos y echasen mano a sus armas. Alzó una mano para que esperaran y empezó a moverse lentamente, para que pudiesen ver con claridad lo que estaba haciendo. Sacó un un trozo de pergamino, viejo y sucio, y se lo entregó al magus.

Le dijo: - una de sus cartas, para que pueda ver que digo la verdad. Reed la escondió bien. Si quisiese causarle problemas habría llevado esta información a vuestra sede, en Ceryl. Lo que es seguro es que no habría acordado reunirme aquí con usted, siguiendo sus términos. Y solo.

- Eh, que estoy aquí - murmuró Barl, pero Eilish le ignoró.

- Encontré estas cartas hace años pero en aquel entonces no me servían para nada. Puede que usted no lo supiera, pero llevo todo este tiempo guardando sus secretos. Puede confiar en mi discreción.

Norweth tenía gesto pensativo y, tras una pausa, dijo: - aceptaré tu aseveración de que has entrenado bajo la tutela de Reed. Explica por qué estás aquí. ¿Qué buscas?

Eilish respiró profundamente, ya que había pasado mucho tiempo considerando como afrontaría este momento. Había un gran trato que quería decir, preguntar, pero sabía que debía ir al grano rápidamente. - He llegado al límite de lo que puedo hacer por mí mismo, siendo autodidacta. He estado buscando más conocimientos útiles, intentando expandir mi saber, mi maestría. Ha sido difícil, como usted podría imaginar, pero no he dejado que eso me detenga. He seguido la pista a textos difíciles de encontrar y a enseñanzas ancestrales. He visitado bibliotecas donde los secretos han sido acumulados en rincones apartados. Mi mejor progreso vino tras ir a Elsinberg. Allí obtuve acceso al tercer volumen del Libro Aeterna Noctem.

Norweth reaccionó al oír el nombre, tal y como esperaba Eilish. - Un volumen sumamente raro.

- Necesito leer los otros del conjunto. Creo que me pueden ayudar a alcanzar un nuevo nivel de potencial. A través de su correspondencia, he podido entender que colecciona este juego. ¿Puede que tenga uno o más estos volúmenes? Intercambiaría los tomos que nombré en mi carta por el derecho a acceder a esos libros. No espero que esté dispuesto a separarlos permanente.

- Lo que ofreces es un intercambio muy razonable, y muy favorable para mi. Normalmente, sospecharía que hay algo más, ya que está claro que no eres un imbécil.

Eilish dijo: - solo me importa el conocimiento. No tengo interés en crear una biblioteca privada. No tendría ningún lugar donde mantener a salvo estas cosas, pero tengo una memoria extremadamente buena. Retengo todo lo que leo.

- Una habilidad muy útil, - concedió Norweth. - ¿Puedo ver lo que ofreces, para verificar que es genuino?

Alargó una mano, expectante.

Eilish se desabrochó la faltriquera que llevaba y sacó de su interior un tomo forrado en cuero, y solo dudó ligeramente antes de dárselo. Su superficie tenía manchas oscuras, casi negras, y sobre su lomo había escritas con plata varias formas rúnicas poco usuales. Eilish dijo: - tengo más que sé que usted apreciará. No los he traído conmigo, por si acaso, pero también serán suyos si alcanzamos un acuerdo.

El magus cogió el volumen con respeto, casi con reverencia, y le echó un vistazo rápido, pero que se notaba realizado por un experto. Lo inspeccionó por todos los ángulos posibles y, luego, lo abrió y ojeó varias páginas.

- Es el artículo genuino. Me gustaría mucho añadirlo a mi colección, pero hay un problema.

Eilish se quejó para sí mismo. Claro que tenía que haber un problema. Se aclaró la garganta. - ¿Y cuál es?

- La verdad es que, por desgracia, he experimentado un robo hace muy poco. Afortunadamente, su alcance fue muy limitado. Tenía varios tomos antiguos siendo restaurados por un experto de confianza y se desvanecieron en el proceso. Aún no tengo ninguna pista. Así que, por el momento, no puedo satisfacer tu petición.

El teniente del BRI puso mala cara, desconcertado. Había sido tan cuidadoso para poner esto en marcha, para engatusar a este mago hasta traerle a una conversación potencialmente comprometedora.... nunca se le había ocurrido que Norweth no tuviese acceso a los libros que buscaba.

- ¿Robados? Qué desafortunada coincidencia que se perdiesen justo cuando los estoy buscando. - Se había ido volviendo cada vez más paranoico desde las desventuras por las que había pasado en Llael, aunque entendía que, en realidad, el mundo no estaba en su contra. Últimamente, solo se lo parecía.

Norweth extendió una mano. - Así es la vida de los exploradores de los misterios más profundos. Las extrañas coincidencias abundan.

Su tono se volvió más condescendiente cuando añadió: - de hecho, recientemente han tenido lugar varios robos de obras importantes en las bibliotecas privadas de la región. Debo admitir que, al acordar reunirme contigo, pensé por un momento que podrías estar involucrado. Era una de las razones por las que acepté tu invitación a hablar.

Eilish asintió. - Una sospecha comprensible. He llegado muy lejos para conseguir conocimientos ocultos como este, pero nunca hasta el punto de asaltar bibliotecas privadas. Le aseguro que soy mejor resolviendo crímenes que perpetrándolos. De hecho, quizás pueda ayudarle con este asunto. Estudié ciencias forenses en la Universidad de Corvis. Si llegase al fondo de este asunto y recuperase sus obras robadas, ¿me culparía por leerlas antes de devolverlas?

- No veo cómo podría impedírtelo, - dijo Norweth, - aunque apreciaría claramente el regreso de esos libros. Su valor es incalculable.

- ¿Tiene usted información sobre esos otros robos recientes? Si se han producido en el mismo área, parece muy probable que esté involucrado el mismo culpable.

Norweth lo consideró, con el gesto pensativo. - No he oído nada que sugiera ninguna característica en común. Eran volúmenes muy diferentes de colecciones bastante distintas. Si te diese más detalles pondría en riesgo a ciertos intereses, individuos que tienen buenas razones para que sus identidades sigan siendo desconocidas.

- Entonces, ¿quizás haya algo en común que haya pasado por alto? He sido entrenado en estos asuntos y se me dan bien. Puedo esforzarme para que los secretos que sean necesarios para la investigación sigan siéndolo. Puede que no necesite los detalles para resolver el asunto.

Al final, Norweth fue persuadido para satisfacer las preguntas de Eilish. Este no tardó mucho en determinar que, probablemente, todos los libros robados fuesen unos que sus propietarios habían adquirido recientemente, cuyas circunstancias apuntaban a que podían ser el resultado de la misma venta: una subasta de la biblioteca privada de un colega fallecido recientemente. Aunque los tomos robados no estaban relacionados entre sí, anteriormente habían formado parte de la misma colección. Todo esto daba a entender que el ladrón tenía acceso a los documentos que llevaban las cuentas de la venta de esa colección. Al principio, Norweth era reticente a nombrar a los otros colegas suyos que habían participado en la puja; aquellos que, por lo que él sabía, aún no habían sido robados.

- Si se corre la voz de que te he dado esta información, mi vida estaría en peligro. - A pesar de sus palabras, Norweth no parecía estar asustado. Eilish sospechaba que el mago era lo bastante poderoso para defenderse y que estaba más preocupado por su reputación que por su vida.

- Tengo mis propias razones para no hablar, - dijo Eilish. - Prometo que nadie sabrá que usted ha tomado parte en esto.

Norweth bajó la voz. - Debes saber que, si rompes la promesa que me has hecho, dedicaré todos los recursos de la orden para orquestar tu destrucción de forma dolorosa.

Desde luego que era una amenaza terrible. Eilish sentía que el mago estaba obedeciendo a su sentido del decoro y a sus obligaciones hacia los demás miembros de su fraternidad. Esperaba cierto grado de hostilidad de alguien de su posición, pero estaba claramente ansioso por los libros con los que Eilish le había tentado.

- Por dejar las cosas claras, - dijo Barl inesperadamente, dirigiéndose por primera vez al magus. - Solo soy una pistola de alquiler. No soy parte de nada más.

- Mi ira empezará y terminará con Eilish Garrity, siempre y cuando no te interpongas en mi camino, - tranquilizó Norweth al enano, quien asintió satisfecho.

- Gracias, - susurró Eilish.

- Esto es lo que sé. - dijo Norweth, por fin. - Tengo un colega que vive en una hacienda en las colinas de las afueras de Carre Dova. Su nombre es Upton Waller y es un coleccionista de manuscritos raros. Un hombre con una maestría considerable en el saber ocultista. Realizó unas cuantas adquisiciones caras durante la subasta en cuestión. No he oído ningún informe de que le haya ocurrido nada inapropiado, ni a él ni a su morada. Seguramente sea el siguiente.

- ¿Hay alguna posibilidad de que sea el que está detrás de estos robos? - Eilish planteó la pregunta, sopesando la posibilidad de que un coleccionista obsesionado le negase los volúmenes que tanto deseaba.

- No puedo descartar la posibilidad, - dijo Norweth frunciendo el ceño, - aunque lo considero improbable. Waller es un anciano inocuo y endeble, y depende en gran medida de la benevolencia de nuestra orden. No me parece posible que afrontase un plan tan temerario.

- Está bien. Lo comprobaré. ¿Habrá un sitio mejor para contactar con usted más adelante? ¿O tendré que volver a encontrar esta barcaza?

- Estaré en los Cinco Dedos. - Norweth se dirigió a un cercano escritorio pequeño y allí garabateó algo sobre un trozo de papel. Lo dobló y se lo ofreció a Eilish. - Ve a la taberna el "Profesor de terciopelo", en la Isla del toro, y dale esto a cualquier camarero de allí.

- Más maniobras encubiertas, - pensó Eilish. Aceptó el papel plegado y se lo guardó. El viaje a Carre Dova le llevaría mucho tiempo; un tiempo que no quería perder. Había confiado en volver a Corvis antes de que notasen su ausencia pero parecía que siempre había algún problema. No estaba seguro de cuánto más podría tener a oscuras a los demás sobre lo que estaba haciendo, pero había aceptado esas necesidades dado el giro que había tomado su investigación sobre lo arcano. Era un camino oscuro y traicionero, y parecía que ahora era demasiado tarde para darse la vuelta.

******

Como necesitaban pasar por los Cinco Dedos, Eilish consintió a Barl y le permitió gastarse el dinero en las mesas de cartas mientras bajaban por el río. Nunca había visto al enano tan animado como cuando estaba jugando, y resultó ser un tahúr moderadamente bueno. Eilish vio varias oportunidades en las que podía aprovecharse de la situación para obtener la ventaja, apoyando sutilmente al enano en la mesa, pero resistió la tentación. Decidió que era mejor no hacer nada que atrajese la ira de los supervisores que pululaban cerca. Pensó que lo mejor era evitar darles una excusa para tirarles al río. Además, Barl lo estaba haciendo bastante bien sin necesidad de trampas.

Entre partidas, al tomarse un descanso para tomar un trago en el bar, era cuando Barl se volvía más social. Preguntó a Eilish: - ¿por qué estás tan interesado en esos libros? Parece que dan muchos problemas.

- Desde luego. Pero son la única forma de hacerme más fuerte.

- ¿Quieres decir más poderoso? Parece que lo estás haciendo bastante bien por tu cuenta. A mi no me verás buscando pistolas cada vez más grandes. Trabaja con lo que tienes, es lo que digo siempre.

Eilish le dedicó una sonrisa sardónica. - Te recuerdo que antes tenías pistolas de un solo disparo. Te gastaste bastante en estas, personalizadas con cañones dobles. Estabas intentando mejorar. Una forma de potenciar tu juego. Ahora, tienes un disparo más en cada una antes de recargar, lo que te permite esperar unos segundos más antes de tener que hacerlo. Ese tipo de ventaja te puede salvar la vida. Quizás ya lo haya hecho.

- No es lo mismo, - dijo Barl, descartando el alegato con un gesto de la mano.

- Yo creo que sí. Tú confías en tus pistolas para tu sustento. Tienes lo mejor que puedes encontrar y permitirte, y las mantienes en buen estado y practicas para conservar tu ventaja. La mayor parte de la magia que llevo haciendo casi toda mi vida son trucos de salón. Un mago como Norweth podría barrer el suelo conmigo. Lo importante es cuánto sabes. Ahora mismo, no sé lo suficiente.

Tras considerar esto, Barl dijo: - pillo lo que dices, pero mis pistolas mejoradas solo requirieron pagar algunas monedas extra a un armero. Estás intentando encontrar un atajo y asumiendo riesgos extra. Hay una razón por la que no quieres que Colbie o los demás sepan lo que estás haciendo, y por la que yo estoy aquí. Todos esos tipos con los que hablas son sospechosos y quieren citarse en lugares extraños. Está bastante claro que estamos buscando algo que es peligroso.

Eilish sintió una punzada, ya que las palabras de Barl habían dado en el clavo. - No estás equivocado. Es un atajo y hay peligros, pero es la única forma en la que podré hacerlo. Necesito ponerme al día. No soy un miembro de un grupo exclusivo como la Orden fraternal. Soy demasiado viejo como para hacer esto de forma lenta y segura. Esa puerta se cerró el día en el que los lordgrises mataron a mi antiguo profesor.

- Mi poder me ha permitido arreglármelas, pero no puedo seguir contando con ello. No estuviste con nosotros en Llael. No viste a lo que tuvimos que enfrentarnos. Los cryxianos no se andan con tonterías. Si tengo que cumplir con mi parte para mantener a los otros a salvo..., Colbie, Milo, Gardek, Candice, Pog, incluso Gardek..., necesito mejorar mi juego. No puedo apañarme con trucos de salón. Es un riesgo, pero tengo que asumirlo. Ensuciarme las manos.

Tras escuchar este largo monólogo, Barl recuperó su sonrisa de antes. - Puedo entender que necesites ensuciarte las manos. Sea como sea, no es mi problema. Solo me lo preguntaba, ya que siempre me ha parecido que Colbie y tú erais amigos cercanos. Un buen equipo. Me sorprendió que le ocultases secretos tan gordos.

- Hay algunas cosas que es mejor que ella no sepa, - dijo Eilish, dándose cuenta de que Barl no era el único al que estaba intentando convencer. Quería el poder para salvar a sus amigos, pero esa no era toda la verdad. Había perdido su toque, aquello que solo él tenía. Tras lo ocurrido en Llael, se sentía vacío, como un fraude. Allí, había tocado brevemente el poder auténtico. Había hecho que se diera cuenta de lo pequeño que era y lo poco que sabía. No quería volver a sentir eso nunca. Sin su ventaja, bien podría marcharse y ser olvidado.

******

- No hagas ruido y agáchate, – susurró Eilish. - Alguien se nos ha adelantado.

Dirigió la atención de Barl a una de las ventanas del primer piso situada en el lado este de la casa, la cual parecía estar entornada. Caía el ocaso y la luz restante era tenue, pero Eilish se dio cuenta de que la ventana estaba rota gracias a haber atisbado unos reveladores destellos de cristales en el suelo, cerca de ellos. Barl asintió, desenfundando una de sus pistolas a medida que se acercaban. Intentaban mantenerse tras la cobertura de los setos que delimitaban el camino y de varios arbustos bien cuidados que se encontraban a lo largo del lado de la casa.

Habían conseguido llegar sin incidentes hasta la finca Waller, cerca de Carre Dova, alquilando caballos de un establo a las afueras de los Cinco Dedos. No habían visto al magus ni a ninguno de sus matones durante el resto del viaje río abajo, ni tampoco en la ciudad, lo cual no parecía ser fortuito. Eilish se veía obligado a tratar con un pistolero de alquiler un poco gruñón y descontento, ya que Barl descubrió que no pasarían nada de tiempo en los Cinco Dedos, lo que consideraba que era una oportunidad malgastada y que casi era un crimen. Era cierto que la ciudad era conocida por sus entretenimientos diversos, siendo uno de los sitios favoritos de los marineros de las armadas órdica y cygnariana que estaban de permiso en tierra, así como de incontables corsarios, piratas de mala reputación y una cantidad equivalente de mercenarios. Sabiendo lo fácil que se distraería con los encantos de la ciudad, Eilish insistió en que fuesen directamente desde los puertos del este hasta la carretera septentrional que se dirigía a Carre Dova. En ese momento ya estaba preocupado por si llegaban a la finca después de que la hubiesen saqueado.

Ahora parecía que sus miedos estaban fundados, aunque había indicios de que el suceso podría ser reciente. Había visto el parpadeo de la llama de una vela en una de las ventanas superiores, que en un principio atribuyó a uno de los habitantes de la casa. También vio un hilo de humo que se escapaba de una de las chimeneas, junto con otras cuantas pistas sutiles que daban a entender que se trataba de una ocupación normal.

El hedor de algo fétido y pútrido fue la única advertencia que tuvo antes de que varios no muertos avanzasen pesadamente hacia él desde detrás de la casa.

Incluso a pesar de la luz menguante no podía equivocarse con las formas, con su carne en putrefacción, sus bocas abiertas y las motas brillantes de malevolencia en los huecos de sus ojos que, por lo demás, estaban vacíos. Una de las figuras esqueléticas blandía una espada muy agujereada con sus dos manos huesudas y avanzaba velozmente, dando a entender que tenía más consciencia y que era la amenaza mayor.

Barl alzó inmediatamente una pistola pero Eilish hizo un gesto de corte con una mano para detenerle, preocupado porque el estallido del disparo alertase a cualquier nigromante que, claramente, estuviese dentro. Solo podía suponer que quienquiera que hubiese entrado por la fuerza en la finca había dejado atrás estas criaturas para evitar que le interrumpiesen.

Actuando más por instinto que por pensamiento, Eilish reunió su poder interior y se dirigió mentalmente a por los siervos. En vez de invocar las runas que desatarían rayos de energías que les perforarían, recordó la sensación que había sentido cuando le obligaron a emplear el poder de las coronas del rey negro en Umbrey. Recordó cómo esa energía fluyó a través de él y lo diferente que le había parecido a blandir sus propios dones innatos. Había sido como coger poder de algo fuera de él mismo, extrayéndolo de las corrientes oscuras y frías que esperaban dentro de la carne muerta que temblaba en el interior de su propia sangre y huesos.

Una energía verde fluyó desde él hasta los siervos, y boqueó sorprendido al sentir de nuevo ese poder extraño. Era como meter de golpe la cara en un arroyo frío, y podía sentir algo oscuro reptando hacía él a través de esos flujos, como unos gusanos reptantes. Reprimió esta sensación apretando los dientes y, de repente, los siervos se quedaron congelados, sujetos firmemente por su voluntad. Era una sensación emocionante, pero también aterradora. Oyó a Barl jadear por la sorpresa, pero estaba tan preocupado que no registró los otros sonidos que venían desde detrás de él, no hasta que resonó una voz dura.

- ¡Nigromante!

Eilish se dio la vuelta y pudo ver a varias figuras con capa que se acercaban rápidamente, incluyendo la feroz cara del hombre que había gritado el epíteto. Apenas lo había digerido cuando Barl le empujó a un lado justo en el momento en el que una bala pasó silbando cerca de su cabeza, rompiéndose contra un árbol cercano. Barl ya había sacado sus pistolas y estaba devolviendo el fuego. Adelantó a Eilish, manteniéndose agazapado y buscando a toda prisa el refugio parcial que le proporcionaba la esquina de la casa. Esto requería que se aproximase a los siervos pero, como estaban congelados, parecía aceptar la amenaza menor por encima de la más activa: llevarse un disparo.

Probablemente, el teniente del BRI debería haberle seguido, pero en vez de eso apoyó su espalda contra el árbol e intentó ordenar sus pensamientos. Ser empujado no había roto su control de la magia mediante la cual había congelado a los siervos, y apenas había caído en el peligro de los pistoleros cuando los no muertos se pusieron otra vez en marcha, esta vez dirigiéndose hacia los que disparaban a la posición del arcanista.

- ¡Tu magia impía no te servirá de nada! - gruñó el interlocutor. Eilish echó un vistazo por detrás del árbol para ver aparecer una flor de fuego en las manos juntas del hombre y un anillo de runas alrededor de sus muñecas, abrasando a dos de los siervos más débiles mientras que el tercero era abatido a tiros por los demás. Sin embargo, el no muerto más rápido, el de la espada, consiguió alcanzar a uno de los hombres armados y hundió su arma profundamente en su costado. Este soltó un grito ahogado y cayó. El siervo espadero consiguió herir a otro de los tiradores antes de que el fuego también le consumiese.

Las balas desgarraron la corteza del árbol de Eilish y arrancaron piedras del edificio detrás del que se había agachado Barl. El pistolero esperó cuidadosamente su momento y se asomó para ejecutar varios disparos de experto, cada uno de los cuales mandó a un hombre retrocediendo trastabillando o derribado. El último alcanzó en el hombro al arcanista que utilizaba magia de fuego, haciendo que se tambaleara. Eilish levantó su mano y extrajo poder de su reserva interior para disparar un rayo arcano a ese hombre, impactándole cerca de la cintura. Este tropezó con un muro de contención que se encontraba detrás de él y se cayó.

Eilish no notó movimientos inmediatos ni disparos de represalia, así que se arriesgó a salir de su cobertura a toda prisa, desenfundando su espada para acercarse al hombre caído. Utilizó su magia para protegerse de cualquier daño mientras avanzaba, ya que sabía lo peligroso que podía ser un mago, aunque estuviese herido.

El adversario sangraba, pero se estaba levantando cuando Eilish estampó la parte plana de su espada contra la cabeza del hombre, volviendo a tirarle al suelo. Barl también había avanzado. Levantó una de sus pistolas de cañón doble, ya recargada, para acabar con él, pero Eilish se interpuso. - ¡Espera! ¡No le mates!

- Él iba a matarte. Parece lo justo, - se quejó Barl, como si hubiese herido sus sentimientos.

- Vigila a los otros, - dijo Eilish, lanzando un vistazo a los árboles que rodeaban la finca. El cielo se oscurecía rápidamente a medida que las últimas luces del día se desvanecían. Se agachó para inspeccionar al mago caído y puso mala cara al darse cuenta del pequeño símbolo del libro y el ojo que tenía cosido en la tela de sus hombros. - Estaban con la Orden fraternal. Que Urcaen los acoja.

Maldiciendo entre dientes, le arrancó la capa al hombre e intentó taparle la hemorragia de encima de su pecho. El mago seguía respirando, aunque le costaba. En el proceso, Eilish descubrió que el atacante llevaba un anillo grande con un sello que mostraba un rastrillo cerrado rodeado por un círculo y una serie de runas místicas simbólicas.

Barl lo observó todo frunciendo el ceño, y preguntó después: - ¿le ha enviado el que conocimos en el barco?

- No creo. Probablemente sean los ya mencionados guardianes de la puerta. - Le enseñó el sello. - Investigadores de la Orden fraternal. Su equivalente a los iluminados. No quiero que vengan a por mí.

- Entonces deberíamos acabar con este, ¿no crees? - Barl le señaló con su pistola.

- No. Matarle solo atraería a más. Dudo que llegase a verme bien y no creo que nos sigan. Ya estaban viniendo. Será mejor que le dejemos aquí y esperemos que viva. Cuando vuelva a estar de pie podría intentar cazarnos.

Barl bajó la pistola para apuntar a la pantorrilla izquierda del hombre y, luego, apretó el gatillo con toda tranquilidad. Se produjo otro sonido explosivo y la bala se hundió en su pierna.

- ¡Hey! - gritó Eilish, demasiado tarde. La sangre empezó a empapar los pantalones del mago herido.

Barl le miró con calma. - Eso debería ralentizarle.

- ¡Que Thamar te lleve! - Eilish usó su espada para cortar una tira de tela de la capa y se preparó a taparle también la pierna. - Sabes que un hombre puede morirse por la pérdida de sangre.

- Probablemente vivirá. Será mejor que salgamos de aquí, por si acaso.

Eilish apretó la tela ensangrentada que estaba anudando. - No hasta que vayamos dentro y veamos si podemos encontrar ese libro. Será mejor que nos movamos deprisa. Si hay un nigromante de verdad por aquí habrá oído todo el tiroteo.

Barl se encogió de hombros mientras volvía a recargar su pistola y dijo: - tú verás. Ve delante. Te cubriré.

******

Treparon hasta la misma ventana que rota que, presuntamente, había usado el primer intruso. Eilish iba delante, intentando ser silencioso y estar alerta. Se le ocurrió que el alboroto del tiroteo afuera podría haber asustado al potencial ladrón de libros y presunto nigromante, quien seguramente no querría más problemas. Esperanzado, se imaginó por un momento a un ocultista sorprendido dejando caer los libros que había reunido cuidadosamente mientras saltaba por otra ventana y huía en la noche. Eso habría sido ideal, aunque Eilish nunca había tenido tanta buena suerte.

Cuando llegaron a las escaleras principales que conducían al segundo piso pudieron oír sonidos de golpes sordos y de objetos rompiéndose que venían de arriba. El oído experto de Eilish captó el ruido de lo que tenía que ser una librería cayéndose con todos sus volúmenes desparramándose sobre un suelo enmoquetado. Era un sonido que ya había oído antes: durante una de las rabietas periódicas de su maestro. Apretó los labios y frunció el ceño, ya que nunca había sido alguien que aprobara que se dañase a los libros.

En lo alto de las escaleras, otro siervo trastabillaba hacia ellos, y este llevaba el atuendo de un mayordomo. Eilish se encargó de él con otra descarga de energía mágica sin preocuparse de intentar el truco que había conseguido con los de afuera. Por lo que había leído, tenía la impresión de que no funcionaría con no muertos que estuviesen cerca de su amo. Y, eso, en el hipotético caso de que pudiese volver a hacerlo de manera fiable.

Teniendo en cuenta el ruido y las señales obvias de perturbación, era fácil decir adónde necesitaban ir. Justo al atravesar la entrada había unas puertas dobles que habían quedado entreabiertas. Una de ellas se había salido de sus goznes. Eilish se acercó con cautela, avanzando con la espalda pegada a la pared, esforzándose para avanzar sin ser visto. Barl le siguió no muy de lejos con una pistola en cada mano.

Echando un vistazo dentro, Eilish vio una librería medio rota, varias estanterías tumbadas y el suelo lleno de volúmenes. Dominando la escena se encontraba una mujer sorprendentemente joven con el pelo negro, que tenía una espada a dos manos oscura casi tan alta como ella colgada por encima de su hombro. En la habitación había también al menos tres siervos de aspecto formidable y con armaduras hechas de retales. Uno armador con una espada, otro con un hacha y un tercero con una alabarda. La mujer ojeaba impacientemente un libro que había cogido de una balda cercana, antes de arrojarlo a un lado con un gruñido. Murmuraba para ella misma, como si discutiese con alguien a quien Eilish no podía ver. Se dio cuenta de que había otro siervo menos impresionante de pie no lejos de ella, encorvado bajo la carga que llevaba: lo que parecía ser una mochila de tamaño considerable atada sobre su espalda, llena de libros y pergaminos.

Eilish notó que se le secaba la boca mientras el miedo le atenazaba. Nunca la había visto antes, pero nadie que hubiese vivido en Corvis en los últimos ocho años se hubiese equivocado al reconocer a Alexia, la obstinada sobrina de un prelado morrowano que había invocado a un ejército de muertos. Supuestamente había asesinado a todos los iluminados que habían mandado tras ella, y había matado y reanimado a incontables otros. Se decía que era una nigromante, pero era mucho más. Era una amenaza maldita por los dioses que esgrimía un artefacto impío, un arma de la que se decía que disfrutaba particularmente matando arcanistas y robando sus almas.

- Atrás, - susurró lo más bajo posible, aunque con vehemencia, haciendo un gesto a Barl para que se retirase.

Antes de que el enano pudiese dar siquiera un paso, una imponente voz de mujer proveniente de la habitación dijo: - sé que estáis ahí. ¡Acercaos de una vez!

Dudó y consideró salir corriendo, pero entonces una gran bola de fuego torvo se estampó contra el muro justo a su izquierda, abriendo un agujero ardiente de tamaño notable.

Barl apretó los dientes y, a juzgar por su postura, parecía estar dispuesto a entrar corriendo y disparando. Eilish alargó una mano hacia él para contenerle.

- Aparta esas cosas, - siseó, envainando su propia espada. Su corazón latía con fuerza. Tuvo que combatir un ataque de pánico. Intentó tranquilizarse. - No vamos a salir de esta peleando.

Levantó las manos para mostrar que no era una amenaza y entró con cuidado en la habitación. Tras dudar un momento, Barl enfundó sus pistolas y le siguió.

Alexia se les quedó mirando con evidente curiosidad y la cabeza inclinada hacia un lado. Había algo inquietante en su mirada. Dijo: - no sois mis perseguidores. ¿O sí? Caras nuevas...

- No, no somos ellos, - dijo Eilish. - No quiero hacerte ningún daño.

- Disparé afuera a varios de ellos, - añadió Barl amablemente. - Creo que acabamos con la mayoría.

A Eilish le resultaba difícil apartar la mirada de la espada enfundada de encima de su hombro, con sus grotescos elementos góticos, las caras con bocas abiertas de las que salían lo que parecían ser espesas lenguas con pinchos que servían como garfios. Fuego de bruja. Había algo en la espada que hacía que los ojos le escociesen. A través de sus sentidos místicos pudo notar una energía oscura y palpable que irradiaba del artefacto, y que empapaba a todo lo que le rodeaba. Podía sentir motas que recorrían la carne de sus brazos, de su cuello y de su cara.

- ¿Por qué estáis aquí? - preguntó casi absorta mientras alargaba una mano para seleccionar otro libro de un balde cercano. Lo ojeó, y su expresión se oscurecía mientras lo hacía: estaba claro que no le gustaba lo que había encontrado.

- Quizás, por razones similares a la tuya, - dijo Eilish. - Por el conocimiento. Hay algunos libros que busco.

- A menudo, los libros son decepcionantes, - dijo ella, tirando a un lado el que había estado mirando. Eilish lanzó una mirada de deseo a la cubierta y a los diagramas de sus páginas. Sospechaba que él no lo habría encontrado tan inútil como estaba claro que ella lo había hecho. Sus manos se movieron involuntariamente hacia él mientras caía al suelo, rebotando hasta quedarse con la cubierta abierta y sus páginas aplastadas. Le parecía tan perturbador como un cadáver que yacía con sus miembros extendidos en ángulos antinaturales.

- ¿Eres un mago? - Ella se había girado hacia él tras echar un vistazo rápido a las baldas más cercanas, sus ojos fijos con una intensidad inquietante, como si le viese por primera vez.

- Um... no exactamente, - dijo Eilish.

Ella se movió de una forma extrañamente elegante pero antinatural, encogiendo los hombros y retorciéndose, echando mano a su espalda para empuñar a Fuego de bruja. Estaba en sus manos antes de que pudiesen parpadear y, entonces, cruzó el espacio que les separaba con una celeridad similar, acercándose para enfrentarse a él, la hoja ennegrecida de la espada descansando sobre el hombro de Eilish con su frío filo muy cerca de su garganta. Se quedó sin aliento y sus ojos se abrieron como platos al notar, sin lugar a dudas, que había oído algo susurrándole al oído. Luego, un ruido extraño, agudo, sonó dentro de su mente y recibió la nítida impresión de que la espada estaba hambrienta. Nunca había estado tan asustado en toda su vida.

- Sé... sé algo de magia, – tartamudeó.

Por el rabillo del ojo vio que Barl había dado un paso atrás y que tenía las manos en las culatas de sus pistolas, pero aún no las había desenfundado. Quizás estaba calculando su velocidad contra la posibilidad de provocar a Alexia y que le cortase la garganta a Eilish.

Ella apartó la mirada diciendo: - sé que podríamos. Eso sería un desperdicio. Ni siquiera es un buen aperitivo. Matarle estaría por debajo de nuestro nivel.

Dijo estas palabras a alguien a quien nadie podía ver, y le provocaron escalofríos a Eilish. Sospechaba que estaba discutiendo sobre su vida. ¿Era un arcanista tan malo como para ser digno de ser sacrificado? Eso parecía, con toda seguridad. Era difícil no sentirse insultado.

Alexia preguntó: - ¿entiendes de nigromancia? ¿Cómo se transfieren las almas de un lugar a otro?

Cuando negó con la cabeza, ella siguió: - hay cierta experiencia en ese asunto de la que carezco. Nadie parece poseer suficiente comprensión.

Tragó saliva e intentó recuperar el control de su lengua. - Sé algo de nigromancia, un poco, pero no soy ningún experto. Tengo acceso a tomos que pueden ser útiles y algunos de los libros que no te sirven podrían ser de ayuda para mí.

Ella continuó mirándole, como si apenas oyese sus palabras. Sentía que le analizaba no como persona, sino como cosa. Era difícil no imaginarse que estaba "ojeando sus páginas", en sentido figurado, como había hecho con el último volumen. Su expresión daba a entender que le encontraba igual de insuficiente. Sin embargo, su alma podría resultarle más útil, arrancada de su cuerpo para potenciar su magia o, sencillamente, guardada para más tarde. Sabía que era así como los nigromantes experimentados miraban a veces a la gente: como bolsitas sucias de recursos potenciales.

- Puedo ser de utilidad, - dijo Eilish un poco desesperado. - Soy un lector rápido, excelente para encontrar información clave. - Hizo una pausa y su mente se quedó en blanco cuando lo único en lo que pudo pensar era en esa espada negra. - Quizás... quizás pueda ayudar con lo que estés buscando aquí.

Hizo un gesto hacia el siervo de los libros. - Y yo también tengo mis propios recursos. - Por si acaso, dio unos golpecitos a la faltriquera de su cintura.

Tras valorarlo unos momentos, ella dio un paso atrás y bajó la punta de la espada, perforando la alfombra al apoyarse en su empuñadura. - ¿Qué es lo que tienes?

Extrajo con cuidado un libro pequeño y delgado que había traído con él, un diario copiado meticulosamente de uno de los primeros devotos del vástago Delesle. - Es un trabajo prohibido e inestimable. No me interesan sus enseñanzas, pero a ti podrían serte útiles.

Lo recibió alzando una ceja. - Aquellos que ofrecen ayuda solo porque temen a la muerte no son de fiar. Aceptaré tu oferta pero deberías recibir algo a cambio. ¿A por qué has venido?

Eilish mantuvo la templanza. Ella era mentalmente inestable e impredecible. No quería hacer nada que despertase su ira.

- ¿Te importa? - señaló al siervo de los libros.

Asintió para mostrar su consentimiento. Ya estaba inspeccionando el diario que le había dado. Eilish lanzó una mirada rápida a Barl y, luego, se aproximó al siervo sobrecargado. Le miraba con malicia pero sin inteligencia y, al acercarse, la visión de la carne putrefacta que cubría su cara le revolvió el estómago. Cuánto más cerca le miraba, menos apreciaba la nigromancia. Rebuscó entre los libros de la mochila de la criatura y, con manos temblorosas, sacó dos de los volúmenes perdidos del Libro Aeterna Noctem. Se los enseñó a ella y esta le hizo un gesto de indulgencia con una mano, tras lo cual se escabulló con el corazón latiéndole con fuerza al pensar en su suerte. Ahora tenía que vivir lo bastante como para devolverlos.

Alexia se dirigió al escritorio del mago, donde colocó el diario con las páginas abiertas mientras inspeccionaba otros libros que se encontraban allí. - Ayúdame con esto, - le ordenó.

Eilish se acercó obedientemente, nervioso y tragando saliva mientras pasaba por encima de un cadáver que no había visto. Era la forma de un anciano vestido con una túnica. Probablemente, el propietario de la finca: Upton Waller. Su cabeza estaba separada de su cuello y sus ojos miraban al techo con la vista perdida. Se había formado un gran charco de sangre debajo de su cuerpo, empapando varios de los libros que estaban tirados por el suelo. Para intentar sacar esa imagen de su cabeza, Eilish se centró en los libros del escritorio y enseguida se concentró, intentando pensar en cualquier cosa que pudiese decir para mantener su interés. Intentó ignorar su letalidad y se centró en las materias arcanas de los libros que se encontraban delante de él, todos ellos relacionados con aspectos de un ritual nigromántico superior. Era una colección singular de conocimientos prohibidos.

- Este patrón, - tartamudeó Eilish. - Es recurrente. C... creo que lo vi en los márgenes del diario que acabo de entregarte. ¡Justo aquí! - Ojeó el libro hasta encontrar la página, y la señaló. - Estos glifos aparecen en varios trabajos. Deben de ser importantes. Este podría representar la esencia espiritual y su transferencia.

- Hmmm..., - dijo Alexia, cogiendo la página para escudriñar el pequeño texto escrito al lado de los símbolos. - No, soy muy consciente de eso. ¿Qué? No, eso no es cierto. Lo intentamos pero esto podría sernos útil. Tengo una idea.

Una vez más, parecía estar hablando con alguien que no era Eilish. Estaba seguro de que oía voces que él no podía discernir. Había algo en ella que le llevaba a pensar que no eran producto de su imaginación. Se le puso la carne de gallina en los brazos. Esperaba que las voces no la estuviesen aconsejando convertirle en un siervo.

Se giró hacia él y le dijo: - puede ser que yo no hubiese encontrado eso. Gracias.

Barl cambiaba nerviosamente su peso de un pie a otro cuando refunfuñó: - necesitamos salir de aquí. Ese hombre de fuera no dormirá eternamente.

Alexia lanzó una mirada dura a Eilish y entrecerró los ojos. Él dijo titubeando: - esto no tiene por qué ser el final de nuestra colaboración. Si permites que me marche, prometo que volveré a buscarte. Una vez que reúna... eh... otros volúmenes interesantes. Tengo escondido un alijo proveniente de la biblioteca de Elsinberg. Estaría encantado de prestártelos. Podrían ayudarte.

Ella levantó una ceja y, por un momento, estuvo seguro de que le empalaría en el sitio. Pero entonces, Alexia habló: - de acuerdo. Haré que cumplas tu palabra. No intentes esconderte de mí. Puedo encontrarte.

En su estómago solo había un foso de miedo, pero aún así consiguió asentir lo suficiente para que no resultase evidente. - Estoy deseando que llegue el día.

Mientras se giraba para irse, ella le dijo: - espera. Una cosa más.

Combatiendo el instinto de salir corriendo, se detuvo mientras ella se dirigía a una de las estanterías del otro lado de la habitación. Allí, recogió algo y volvió con él. A medida que se acercaba vio que llevaba una calavera humana, una que había sido ornamentada y grabada con muchas runas diferentes y ostentosas.

Jadeó y susurró asombrado: - ¡La valija de Ipsortus!

La reconoció al momento a raíz de unos dibujos que había visto. Ipsortus había sido un lingüista y un erudito de Calacia, y se decía que poseer su cráneo podría conceder varios dones, siempre y cuando el portador fuese lo bastante fuerte. También se le describía como un artefacto maldito.

Se la lanzó descuidadamente y él se apresuró a cogerla al vuelo, tropezándose un poco. A duras penas consiguió evitar que se le cayera y se rompiese al golpear el suelo al lado de la alfombra que estaba pisando. Alexia dijo: - esperaba que me ayudase, pero es inútil. Quédatela. Puedo usarla para volver a encontrarte.

Eilish sintió un cosquilleo en las yemas de los dedos que subió por sus manos: una descarga eléctrica que recorrió sus brazos al sujetar la calavera. Vino seguido por un sentimiento extraño en toda su piel y algo parecido a un zumbido sonando en sus oídos... o dentro de su cabeza. Notaba que el cráneo era poderoso y sintió inmediatamente una resonancia en su interior. Con gran emoción, consideró que podría ser justo el catalizador que necesitaba.

Alexia pareció perder el interés en él, dándole la espalda para volver a los libros que se extendían por el escritorio. Eilish le hizo un gesto con la cabeza a Barl y ambos se retiraron rápidamente. A Eilish no le cabía la calavera en su faltriquera, así que la envolvió en un mantel que cogió de una mesita cercana. Una vez estuvieron fuera, se aseguraron de evitar el área donde habían dejado al guardián de la puerta herido y se apresuraron para alejarse todo lo posible de la finca.

******

A Eilish le resultó imposible relajarse hasta alcanzar las afueras de Carre Dova. Ya había caído la noche, y la ciudad estaba oscura y silenciosa. No habían dicho una sola palabra desde que salieron de la casa. Eilish estaba completamente ensimismado en sus pensamientos.

Mientras buscaban una posada por las tranquilas calles, el enano rompió el silencio. - Vaya, eso fue un poco desastroso. Pero lo has manejado bien. Esa era la infame Alexia de la Noche más Larga, ¿eh? En cuanto la reconocí, pensé que eramos fiambres.

- Poco nos ha faltado, - dijo Eilish. - Con esa espada en sus manos nos podría haber matado fácilmente a los dos.

- Y no solo con la espada, ¿verdad? Su magia es poderosa.

Eilish le dedicó al enano una mirada de apreciación. - Es bastante poderosa, y es difícil decir cuánto le debe a la espada. Hay un montón de rumores locos sobre ella.

- ¿Estaría bien decir que ella ha tomado algunos atajos? Si me preguntas, no parece que hayan ayudado a su estabilidad mental. Parecía estar más que chiflada. Tengo que creer que no es ninguna coincidencia.

- Ya sé por dónde vas, - le cortó Eilish.

Barl levantó una mano. - Vale, vale. Solo pensaba que era algo interesante a considerar. Bueno, pues... ¿Conseguiste lo que estabas buscando? ¿Recuperaste los libros que quería ese mago?

Eilish bajó la mirada al bulto vagamente esférico que tenía en sus manos. - Oh, sí. He conseguido mucho más de lo que podría esperar.

Hizo una pausa y añadió en voz baja: - aunque supongo que conllevará un coste.

- Suele pasar con estas cosas, - dijo Barl. - Eres un chaval listo, así que estoy seguro de que no pasará nada. Te recomiendo que te alejes todo lo posible de esa mujer en el futuro. Es peligrosa.

- No creo que tenga mucha elección. Hará que cumpla mi promesa.

Barl suspiró y añadió: - bueno, si no cambian las cosas, preferiría que me dejases fuera de tu siguiente aventura. Soy más de disparar a gente normal. Para ti los demás. Tus Órdenes fraternales y tus guardianes con puertas, nigromantes y eso. Esas cosas no son para mí.

- Tu contrato se habrá cumplido hasta que no lleguemos a Corvis, así que tendrás que seguir conmigo un poco más.

- Estúpidos contratos. Los clientes siempre te pillan con la letra pequeña, ¿verdad? - dijo Barl.

Eilish pestañeó al oír esas palabras, las cuales se quedaron resonando en su cabeza debido a su reciente cambio de mentalidad y a la senda ocultista que había considerado explorar. - Sí. Eso es. Puede que negociar contratos sea un arte perdido. Uno que todos los mercenarios deberían intentar dominar.


******

Dedicado al pequeño Miguel

3 comentarios: