Kryssa 1 en castellano
Shredder en castellano
Nephilim Bolt Thrower en castellano
Neraph en castellano
Antes de la caída de las tierras natales de los nyss, Kryssa sirvió en los ryssovass, la clase de élite de guerreros blindados encargados de defender los estrechos pasos de montaña que conducen a los Picos Esquirla. Nació en la esquirla Gwylan de la tribu Aeryn, asociada durante mucho tiempo a los miembros de las filas de los ryssovass, y había entrenado en el arte de combatir con armadura pesada con la esperanza de seguir los pasos de sus ancestros. Su disciplina y devoción no tenían rival entre sus iguales, y esas mismas cualidades le han servido bien bajo el mandato del dragón.
En los últimos días de las tribus norteñas, la bruja de hielo Vayl quiso llevar a los Nyss bajo el control de Plagaeterna subvirtiendo, en primer lugar, a los ryssovass, volviendo su habilidad marcial y lealtad inamovible contra aquellos a los que habían jurado proteger. Kryssa y aquellos junto a los que servía estaban entre los primeros en caer presa de la influencia de Vayl, ya que estaban estacionados en un paso de montaña remoto de los Picos Esquirla. La plaga del dragón llegó a Kryssa no como una mortaja de engaño que velase su mente consciente, sino como un despertar; fue como si estuviera viendo el mundo por primera vez. Todos los principios que había mantenido (incluso su devoción a Nyssor, el dios del invierno) de repente parecían irrefutablemente falsos. Al mismo tiempo supo que su verdadero propósito en la vida era servir a la voluntad de Plagaeterna. Kryssa dirigió a los ryssovass contra aquellos que rechazaron rendirse al dragón, y al final solo sobrevivieron aquellos que huyeron a las montañas con su dios congelado.
Kryssa exhibió la misma devoción inamovible hacia Plagaeterna como legionaria plagada que servía de guardia personal de Thagrosh el profeta como lo había hecho de ryssovass. Largas marchas salpicadas por un enfrentamiento sanguinario tras otro en nombre de Plagaeterna la llenaron de un sentimiento de orgullo intenso, y pronto descartó cualquier pensamiento restante de la vida que había dejado atrás. Serviría al dragón en esta calidad durante los siguientes años, contenta con ser parte del todo maligno y cambiante que era la Legión.
No fue hasta que Kryssa se encontró al servicio de Talys, una de las brujas del dragón, que su contribución a la causa de Plagaeterna cambió drásticamente. Talys había sido una hechicera talentosa bajo la tutela de Vayl y recientemente había sido ascendida al recibir una esquirla del athanc de Plagaeterna. Cualquiera que fuese el potencial que la bruja de hielo viese en ella nunca fue cumplido. Fue asesinada por el dragón Scaefang cuando atravesaba las tierras salvajes de Rhul durante lo que llegaría a ser conocido como la Gran Cacería, el momento en el que todos los parientes de Plagaeterna se organizaron en su contra. Sintiendo el poderoso impulso de evitar su consumición, Kryssa corrió hacia los restos calcinados de Talys y recuperó su esquirla de athanc a la vez que Scaefang estaba girándose para reclamar su premio. Kryssa clavó la esquirla en su propio corazón y huyó a toda prisa, evitando al dragón, mientras solo pensaba en preservar la esencia inextinguible de Plagaeterna. Guiada por la voluntad del dragón consiguió volver a salvo a su Legión.
Creyéndose indigna de portar una parte de la esencia central de Plagaeterna, Kryssa esperaba que se le ordenase que entregase la esquirla (y estaba lista para hacerlo, incluso aunque habría implicado su muerte). La orden nunca llegó, y se encontró conque se le había otorgado un honor que nunca había esperado obtener. En apenas un par de años Kryssa ya había dado grandes pasos para probar su mérito, llevando con ella la determinación y el impulso de ver cumplida la voluntad de Plagaeterna.
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