lunes, 11 de junio de 2018

EL ÚNICO


Por Matt Goetz

Keleg el hambriento tenía codicia en la mirada. Ammok el portador de la verdad supo de su envidia en cuanto le vio. Hacía que sus ojos brillaran y era imposible de ignorar. Los ojos de Keleg estaban tan llenos de codicia que podían hacer que el hielo de un glaciar pareciese sucio en comparación.

Ammok estaba sentado en su tienda y contemplaba el campamento de guerra donde Keleg y sus belisarios estaban celebrando. Estos estaban acuclillados sobre los cadáveres de un alce y dos hombres caídos, retorciendo sus miembros, arrancándolos descuidadamente y metiéndose las articulaciones ensangrentadas en la boca. Llenaban el aire con los sonidos de los crujidos y los chupetones producidos por su torpe forma de comer.

- ¿De qué más crees que tienen hambre?

- Silencio - susurró Ammok, golpeando el frío metal de su reliquia con las puntas de los dedos. Con cada roce podía sentir el poder de Everblight, el Reformador, el Administrador de la transformación, aún dentro de él, entumeciendo su piel y y vibrando dentro de su mente. - Ese chucho indigno no te mancillará.

El Malihedro respondió a su toque haciéndole sentir frialdad y calma.

Keleg el feo, cuyos colmillos estaban astillados y amarillentos. Keleg el hambriento, quien se rompió los dientes en la armadura de metal de un humano intentando morder su carne. Keleg el estúpido, el que deseaba algo que nunca tendría.

Ammok el portador de la verdad se decidió. Descruzó sus piernas, cargó el tremendo peso del Malihedro sobre uno de sus hombros y reprimió un escalofrío cuando este tocó su carne. El barro congelado del campamento crujió y se hundió bajo sus pesados pasos mientras se dirigía hacia la banda de Keleg.

La cálida peste que emanaba de las vísceras atacó al olfato de Ammok. Keleg y sus belisarios le miraron sin dejar de comer, masticando huesos y atragantándose al intentar engullir grandes trozos de carne.

Keleg el hambriento habló, escupiendo trocitos de carne a Ammok mientras lo hacía. - ¿Qué quieres, Portador de la verdad? - Como tenía comida en la boca no podía vocalizar bien a causa de sus babas y la carne a medio masticar.

- Sí.

Ammok giró sobre sí mismo, dejando caer todo el peso del Malihedro sobre el cráneo de Keleg. Sus cuernos se partieron por el impacto y el belicista cayó boca abajo sobre la pila de cadáveres.

A su derecha, Gantak el sordo se levantó de golpe, golpeando la cara de Ammok con un fémur mordisqueado. El borde afilado del hueso rasgó su mejilla y dejó sus encías expuestas al aire frío. Ammok le dio una patada a Gantak y atacó con su carga, pulverizando la mandíbula del ogrun más grande.


Un brazo se enrolló alrededor de la garganta de Ammok desde atrás, aplastando su tráquea y levantándole del suelo. Una voz carente de sentimientos gruñó en su oído, emitiendo sonidos puramente animales que debían venir de aquel al que llamaban el Aullador.

Keleg el hambriento se levantó con el cráneo roto y sangrando. Los vasos sanguíneos de uno de sus ojos habían estallado, llenando de sangre la órbita. Estampó sus cuernos en la cara de Ammok.

Una luz blanca explotó en la cabeza de Ammok. Su sangre le cayó sobre los ojos haciendo que le escocieran.

- ¿Quieres verme muerto, orador? - dijo Keleg a través de unos dientes tan apretados que chirriaban. - Deberías haberlo intentado mejor.

Dio un golpe de revés al Portador de la verdad con su puño erizado de púas, abriendo nuevas heridas en la cara de Ammok.

Ammok consiguió tragar saliva a pesar de la presión infligida sobre su garganta. Su cara estaba caliente y sus sienes latían. El viento mordía sus heridas.

Keleg ordenó al Aullador que le sujetara con firmeza y metió su mano a la fuerza dentro de la boca del Portador de la verdad, cogiendo su lengua con dedos sucios. - Te ahogarás con tu propia sangre cuando te arranque la lengua.

Ammok mordió y sintió el crujido de los huesos de Keleg entre sus dientes. El belicista rugió de dolor y le dio otro revés a Ammok, con tanta fuerza que el Aullador aflojó su presa. El Portador de la verdad se soltó y se arrastró frenéticamente hasta alcanzar el Malihedro, abrazándolo contra su pecho.

- ¡Ningún belicista indigno y apestoso como tú lo tendrá jamás! ¡Yo fui elegido! - gritó. Protegió la reliquia con su propia carne despreciable. - ¡Yo! ¡Solo yo!

Keleg estaba sujetando su mano lesionada igual que un niño acunaría a un pájaro herido. Mostraba signos de confusión. - Ni siquiera los putrealas tocarían esa cosa. Solo tú.

Las mentiras de Keleg eran insoportables. Codiciar la reliquia era una cosa, pero hablar en su contra era blasfemo.

- Destrúyelo.

Con un rugido, Ammok levantó el Malihedro por encima de su cabeza y cargó.

El Aullador dio un paso al frente, interceptando el ataque con sus dos manos. Pero en cuanto el otro ogrun tocó la reliquia sus ojos llenos de furia se pusieron en blanco hasta que Ammok pudo ver el color rosa de los nervios ópticos del Aullador. El belicista soltó un sonido: no un grito de ira como aquellos por los que era conocido sino el grito agudo de un niño siendo aplastado bajo las garras de un engendro dracónico.

El oponente de Ammok cayó al suelo sin conocimiento y entre espasmos. Ammok y los demás vieron cómo el Aullador miraba fijamente al cielo con la mente perdida mientras se mordía los labios. La sangre le corría por las mejillas.

- El Portador de la verdad le ha matado.- Siseó Keleg. - A mi belicista. Exijo su vida.

El jefe de guerra arrancó su cuchilla del suelo con su mano buena y avanzó hacia Ammok.

- ¡El poder del Reformador no puede ser blasfemado ni menospreciado! - chilló Ammok.

Keleg ya blandía su arma contra la garganta de Ammok cuando el Malihedro despertó. Las runas talladas en su centro cobraron vida con un estallido cuando el núcleo de la reliquia empezó a girar. Keleg se quedó quieto en el sitio, como si le estuviesen sujetando.

Ammok, triunfante, levantó la reliquia, dejando que las ondas de poder plagado que irradiaban de ella les bañasen. Sobre su cara llena de júbilo cayeron coágulos de sangre de Keleg y Gantak, llevándose su ira y reemplazándola por la calidez del éxtasis.

- Cesad esto - dijo una voz detrás de Ammok.

Keleg cayó de rodillas y agachó la cabeza. Una ogrun corpulenta y poderosa se adelantó a zancadas desde atrás de Ammok. En una mano llevaba una larga lanza de guerra, una con tres cabezas cortadas y empaladas. Con su mano vacía señaló al Malihedro, canalizando su poder hacia su corazón. Era La que se deleita en la fatalidad, matrona de las tribus plagadas. Su bestia Golab caminaba detrás de ella con sus alas completamente desplegadas, de forma que la ogrun caminaba bajo su sombra. Ammok, lleno de dicha, vio como La que se deleita en la fatalidad arrancaba un parásito huidizo de las plumas del ave y se lo metía en boca.

- Madre de muchas hambres - dijo Keleg. - Tu ayudante...

- No me importa, niño - dijo La que se deleita en la fatalidad. Puso la punta de su lanza bajo la barbilla de su hijo arrodillado, levantándole la cara para poder ver sus ojos heridos. - Sabéis que no se hace daño al Portador de la verdad.

- Él nos atacó - dijo Keleg. Cuando hablaba a su madre su voz era casi un gemido.

- Eso no cambia nada. - Se movió hacia uno de sus campeones, el llamado Ojopodrido. Aún sin haber dicho una sola palabra, el ogrun comprendió y dejó caer su arma sobre el hombro de Keleg, cortando los huesos y la carne de dos golpes rápidos.

La que se deleita en la fatalidad recogió el miembro cercenado y lamió sus dedos, como si estuviese probando su calidad. Satisfecha, se metió el brazo en el cinto que le rodeaba la cintura. - Desobedéceme una segunda vez y me comeré también tu otro brazo.

- Sí madre - dijo Keleg, intentando contener la hemorragia con la mano que le quedaba.

Anamag la que se deleita en la fatalidad se giró hacia Ammok y señaló hacia su tienda. - Vuelve allí. Ya.

Le hizo una reverencia y se retiró, abrazando fuerte al Malihedro y sin darle la espalda a Keleg. Mucho después de haber vuelto a sentarse seguía mirando al otro ogrun, susurrando palabras reconfortantes al compañero de hierro negro que tenía en sus brazos.

- No te preocupes. Keleg un-brazo nunca se te llevará. No le dejaré.


******

Hola gente, aquí Nate Feyma. ¡Pensé en entrar y enseñaros cómo pasó Ammok del concepto al modelo!


Ammok empezó (como casi todas nuestras miniaturas) como un informe, el cual describía a un profeta de la ruina ogrun que llevaba un artefacto morrdhico antiguo. Ponía que el artefacto era como una rueda de oración budista pero con un toque malvado. En base a la descripción proporcionada me puse a trabajar en una serie de opciones con las que ir empezando.


Después de seleccionar los elementos del personaje y del artefacto que nos gustaban, pasé algo de tiempo trabajando en cómo podría Ammok llevar este enorme artefacto de forma realista. El director artístico Mike Vaillancourt se trajo una bolsa de deporte enorme y me ayudó a ver cómo podía estar alguien de pie con este gran objeto. También pasamos algún tiempo pensando en ideas para caras alternativas. Afortunadamente, fuimos capaces de mezclar mis dos favoritas: la del ojo loco y la de la capucha grande.


El artefacto necesitaba algunos ajustes para que funcionase como quería, así que se volvió más cúbico para que la esfera que tiene dentro pudiese proyectarse tal y como yo deseaba. Incluso después de hacer todo esto el escultor tuvo que hacerle algunos ajustes para que pareciese un objeto real (¡Gracias Nathan!). También necesitábamos generar un nuevo conjunto de runas a causa de los orígenes morrdhicos del artefacto. Mientras tanto, Ammok recibió unas pocas modificaciones para minimizar los problemas que podrían surgir a la hora de fundir y producir la miniatura final, como anudar a su torso la piel que lleva o reducir la longitud de los colgajos de su capucha.


El último paso de la fase de conceptualización era decidir los colores que usaría el estudio para pintar la miniatura. Nuestros colores para pintar ogruns plagados están bastante establecidos, así que lo principal era decidir dónde aplicarlos. Pusimos a Ammok un poco más de rojo y dorado de lo normal debido a su estatus de favorito, mientras que el artefacto se quedó oscuro y apagado para dar una idea de su edad y dar más énfasis al brillo de sus runas.



¡Podéis encontrar a Ammok el Portador de la Verdad en las tiendas u online!

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