martes, 7 de agosto de 2018

MONOGRÁFICO: LYLYTH


LYLYTH, HERALDO DE EVERBLIGHT

La tribu Voassyr siempre se ha jactado de sus cazadores agresivos y expertos en el combate a larga distancia, y todas sus esquirlas han pasado mucho tiempo defendiendo a los nyss de los intrusos. Lylyth nació con un padre severo e intransigente que le instiló la fría disciplina de la espada y el arco. Como campeón destacado de una importante esquirla, tenía muchas expectativas puestas en su hija. Ella se pasaba noche y día afinando sus habilidades, llegando incluso a renunciar al sueño mientras cazaba y aprendía las artes más sutiles sobre cómo rastrear y acechar a su presa.

Las cosas para la esquirla de Lylyth cambiaron dramáticamente después de que el asesinato de un trampero humano local provocase a la violencia a un pueblo montañoso entero. Una turba de leñadores khadoranos emboscaron a un par de cazadores Voasyrr y convirtieron sus cuerpos en una irreconocible pila de entrañas. Una de las víctimas fue el padre de Lylyth.

Fue Lylyth quién descubrió la matanza, y algo se rompió dentro de su mente. Persiguió a los leñadores a lo largo de una sangrienta semana y, luego, puso en su punto de mira a todo el pueblo, matando a cualquiera que se aventurase a salir de su casa. Lylyth volvió a su esquirla para hablar apasionadamente sobre su padre y provocar en su gente un deseo de venganza similar.

Apelando a códigos antiguos y que nunca se pusieron por escrito, la esquirla declaró una caza de sangre y juró marchar por los territorios septentrionales matando a todos los humanos que encontraran. Aunque no interfirió, el resto de la tribu se distanció de la esquirla de Lylyth y no les ofreció apoyo ni socorro mientras el clan atacaba implacablemente a una aldea aislada tras otra en las frías y salvajes tierras del norte.

Thagrosh, el Profeta de Everblight, encontró a Lylyth poco después de su propia transformación. Vio como su esquirla se lanzaba contra una gran banda de humanos salvajes llamados los Vindol y como se mataron mutuamente hasta que no quedó nadie en pie. Lylyth estaba malherida y a punto de perder la consciencia cuando Thagrosh llegó hasta ella y le ofreció salvarle la vida y darle más poder del que podría imaginar. Débil e irracional, aceptó. Thagrosh le sacó de la nieve y clavó una esquirla del athanc de Everblight en su pecho.

La transformación fue terriblemente dolorosa y, sin embargo, la agonía insoportable dio paso a la aceptación. Su corazón ennegrecido bombeaba la poderosa plaga a través de sus venas y enviaba poder corrupto a cada tejido y hueso. Al cerrar sus manos sobre sus ojos se dio cuenta de que no los necesitaba para ver. La radiancia plagada que rezuma de la esquirla del athanc emana de su piel sin que la carne sea una barrera para su energía oscura. Ahora, Lylyth cubre sus ojos para evitar la prosaica luz del mundo: ver el mundo a través de unos ojos vivos le parece algo imperfecto, una aberración.

Desde entonces, ha ido aprendiendo lo que conlleva ser la Heraldo de Everblight, la muerte que acecha de la Legión plagada. Lylyth se mueve como si fuese la garra delantera del dragón y ataca en lo más profundo del territorio enemigo. Allí por donde pasa, los cuerpos aseteados de sus enemigos caen y la plaga sigue sus pasos.

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LYLYTH, SOMBRA DE EVERBLIGHT

Lylyth ha renacido en la radiancia del dragón. Es la Sombra de Everblight y, por donde su Legión marcha, ella se mueve como si fuera la mismísima muerte. Mientras que Thagrosh reconstruye su ejército roto, Lylyth y sus secuaces caen sobre los enemigos del dragón obliterando ciudades y aldeas enteras con sus flechas. Sus recuerdos están bañados en sangre, pero cada muerte calma a los fantasmas de su pasado.

El Castillo de las Llaves albergaba una prueba horrible para la joven bruja. Lylyth fue enviada en solitario para que confirmara la presencia del dragón Pyromalfic pero atrajo la atención de sus guardianes y sufrió heridas graves antes de conseguir escapar. Como su muerte estaba prácticamente asegurada, Everblight mandó a las gemelas Saeryn y Rhyas para que recuperaran la esquirla del athanc de su cuerpo. El sufrimiento abrumó a Lylyth y se arrancó ella misma el athanc intentando escapar del dolor. La claridad la bañó de forma inesperada y vio su vida reciente a través de una perspectiva más mortal, descubriéndose consumida por el horror y la vergüenza al darse cuenta de lo que le había hecho a su pueblo. Cuando Saeryn y Rhyas llegaron, ya casi se había desangrado por completo y estaba conmocionada por sus propios recuerdos. Les ofreció el athanc pero la llevaron de vuelta a la Legión y volvieron a poner la piedra en su pecho. Su reunión con su amo dragón, intensificada por la destrucción posterior de Pyromalfic, sirvieron como un renacimiento oscuro que renovó su resolución.

Aunque Lylyth ha intentado olvidar esta experiencia, le ha dejado marca. Con la mente del dragón vinculada fuertemente a la suya una vez más, casi ha conseguido olvidar las caras de los paisanos que ha matado y la culpa que le ha atormentado durante su aislamiento forzado, pero la consciencia de su insignificancia perdura. Se lanza a una batalla tras otra para probar su valía a Everblight. En lo más profundo de su ser, se ha dado cuenta de que es importante para el dragón solo como receptáculo de una esquirla de su athanc, y está dispuesta a desechar su carne inútil. Solo mientras demuestre no tener igual en el arte de infligir muerte habrá un sitio para ella.

Desde la destrucción de Pyromalfic, los sentidos y reflejos de Lylyth han aumentado por encima del entendimiento humano. Sus flechas caen como si fueran una lluvia negra y golpean con una precisión sobrehumana. A veces, su intuición letal es infecciosa y se extiende a aquellos que están bajo su mando.

Su habilidad amplificada para percibir el mundo que le rodea conlleva un coste. Ahora, a Lylyth le cuesta soportar los sitios abarrotados de gente y rehuye incluso a los suyos. Prefiere mantenerse en movimiento, evitando todos los campamentos de la Legión salvo los más pequeños, excepto cuando el deber requiere su presencia. Reserva su amistad solo para los zancudos y los arqueros (los cazadores del ejército de Everblight). El odio de Lylyth hacia la humanidad en particular no ha hecho más que crecer.

Lylyth dirige a sus seguidores en una guerra implacable contra los enemigos de Everblight. Que lo haya hecho sin pedir apoyo ni suministros impresiona hasta al dragón. Con cuidado, selecciona a los objetivos lo bastante grandes para desmoralizar al enemigo pero lo bastante pequeños como para caer rápidamente bajo las flechas de su fuerza elegida personalmente. Sus zancudos realizan labores meticulosas de reconocimiento antes de que dé la orden de atacar y coordina a sus subordinados con una atención al detalle potenciada por su percepción dracónica.

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LYLYTH, JUICIO FINAL DE EVERBLIGHT

Aquellos que se opongan a la voluntad de Everblight deben estar listos para pagar un coste enorme, y es Lylyth, el Juicio Final de dragón, quien ejecutará ese cobro. Los pocos que han sobrevivido a las incursiones de Lylyth hablan del susurro de pasos a la carrera sobre suelo helado y de un plañido ominoso en el aire. Al golpear la primera flecha, se revela que ese sonido era el viento silbando sobre las cuchillas con púas cruelmente colocadas y las escamas de metal superpuestas que protegen la carroza de su trineo de guerra al ser arrastrado por la nieve por un par de poderosos ulks, cuyos cuernos están preparados para aplastar a cualquier que se cruce en su camino.

Desde su segundo renacimiento al servicio del dragón, Lylyth ha vivido sin tener el más mínimo miedo a la muerte. Explora lejos de las bases principales establecidas por la Legión, prefiriendo comandar a los cazadores y engendros dracónicos más rápidos para poder aprovechar la velocidad de su trineo de guerra. Estos trineos, tradicionales de los cazadores nyss, fueron usados en los tiempos de antaño para aterrorizar a las aldeas montañosas de los khadoranos del norte. Lylyth ha adoptado su uso dentro de la Legión para representar su posición como rastreadora y asesina preeminente entre un pueblo famoso por esas mismas habilidades. Sus patines de acero han sido inscritos con runas y potenciados mediante la hechicería para permitirle pasar rápidamente a través de entornos inadecuados para un transporte como este: estas cuchillas se deslizan con la misma facilidad sobre hierba y arena como sobre nieve y hielo.

Con la Legión esparcida por todo Immoren occidental y más allá para evitar ser destruida en su estado actual debilitado tras los eventos de la Gran caza, la habilidad de Lylyth para explorar a largas distancias y permanecer atenta a los movimientos de los enemigos del dragón se ha vuelto más importante que nunca. Como exploradora principal de Everblight, ha guiado a sus fuerzas a salvo de amenazas potenciales y ha conseguido recursos vitales para la supervivencia de la Legión. El más importante de estos hallazgos llegó en  la forma del cuerpo caído de Charsaug. Aunque el athanc del dragón había sido devorado por otro, el que Lylyth descubriera rápidamente el cadáver permitió a la Legión recolectar sus huesos y tendones, y usar estos valiosos recursos para crear engendros nuevos y más formidables con los que mantener las guerras de Everblight.

La intensa dedicación de Lylyth le permite aparter todos los pensamientos sobre el futuro que no se refieran a la tarea que está realizando en ese momento, y en esta iluminación ha descubierto una fuerza inquebrantable. Esta concentración tranquila le ha permitido afinar sus habilidades hasta dejarlas tan afiladas como el filo de una navaja. Aunque la Juicio Final otorga la muerte con cada flecha que sale de su arco, ella misma es un arma blandida por Everblight contra sus enemigos.

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