Cuando empezaron los últimos meses del 605 AR muchos conflictos habían cambiado. Aunque la Guerra llaelesa había finalizado hacía ya casi un año y medio, sus secuelas se seguían notando. Con tanto personal y recursos asignados al norte para enfrentarse con Khador, Cygnar luchaba por adaptarse a las demás amenazas que le presionaban. Al acercarse el fin de año, la habilidad del reino para utilizar toda la fuerza de sus ejércitos divididos sería puesta a prueba, como presagio de lo que iba a ocurrir en los años venideros.
A pesar del ataque a las puertas de Caspia por el Protectorado de Menoth en el mes de octesh, Cygnar no pido encontrar una solución rápida para las hostilidades enconadas que se sucedían tan cerca de su capital. Cuatro meses más tarde seguían soportando ataques provenientes de la teocracia. Caspia seguía siendo segura, pero la frontera del Río Negro demostró ser difícil de salvaguardar. Los sul-menitas evitaban trabarse directamente con ejércitos grandes en localizaciones predecibles. Pasaría algún tiempo hasta que la Gran cruzada de la teocracia hiciese una campaña de guerra propiamente dicha. Durante muchos meses mantuvo en reserva a sus ejércitos más grandes, reclutando cada día más soldados.
La estrategia de Cygnar de preservar Caspia, Eastwall, Fort Falk y Corvis dejando grandes franjas de la frontera mal defendidas podría parecer desacertada, pero los generales de la nación no tenían mucho donde elegir. El personal militar no daba abasto y el conflicto en el norte cada vez exigía más soldados nuevos. La política del Servicio de Reconocimiento Cygnariano bajo el mando del general explorador Bolden Rebald era repartir a sus guardabosques por la frontera en equipos instruidos para priorizar el seguimiento de los grandes movimientos de tropas.
Poco se podía hacer para evitar la entrada de los grupos más pequeños, incluyendo a aquellos capaces de realizar guerras de guerrilla y sabotajes. Esto no era un problema siempre y cuando los infiltrados solo pudiesen atacar a objetivos menores, siendo una consecuencia prácticamente inevitable de los conflictos que estaban en marcha.
Muchos de los rangos más altos del SRC y de los cuerpos de oficiales generales eran de la opinión que los saboteadores del Protectorado estaban recibiendo ayuda de los menitas que vivían dentro de Cygnar. El que cualquier cygnariano realizara o no algún acto de traición sigue siendo un aspecto desconocido de este periodo. Es probable que los rumores sobre conspiraciones fueran exagerados, ya que la mayoría de los menitas nacidos en Cygnar se consideraban a sí mismos ciudadanos leales, muchos de ellos incluso estando dispuestos a presentarse voluntarios para el servicio militar.
La situación se complicó por culpa de aquellos que podrían haber ayudado al enemigo sin saberlo. A menudo, la minoría que quedaba en Cygnar estaba aislada, viviendo en sus propias pequeñas ciudades o en distritos segregados dentro de las ciudades más grandes. Ofrecer comida y refugio a los peregrinos visitantes que viajaban entre comunidades se convirtió para estos menitas en una tradición aceptada. A los agentes del Protectorado les habría resultado sencillo aprovecharse de estas prácticas y moverse sin ser vistos por el interior de Cygnar, mezclándose con aquellos que compartían su fe pero que no sabían nada de sus verdaderos objetivos.
Las tensiones entre las diferentes fes de Cygnar no hizo más que crecer tras los eventos de ashtoven del 605 AR, cuando un grupo de saboteadores sul-menitas penetró en lo más profundo de las tierras del interior hasta alcanzar un objetivo mayor. Su éxito tendría unas repercusiones enormes, consiguiendo destruir prácticamente el núcleo de la línea de suministros más importante entre norte y sur de Cygnar.
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