El Túmulo umbral, 13 de ashtoven del 605 AR
Los cuatro ejércitos llevaban horas combatiendo, llenando el aire con el rugido sordo de la batalla y con el tañido del acero sobre el acero. Una fuerza reclamaba las ruinas centrales del campo de batalla solo para ser rechazada por la siguiente mediante la presión de los cuerpos y el arrollar de los warjacks, la cual las mantenía hasta que otro ejército reunía las fuerzas necesarias para contraatacar. Pilas de cuerpos con uniformes rojos, azules, blancos y dorados cubrían el campo. Cada vez que un cuerpo caía, las antiguas ruinas del Túmulo umbral liberaban violentamente su alma y la arrastraban a las piedras negras.
Entre el humo y la neblina de la guerra, la hija de Baus Haley cogió la empuñadura de su larga lanza y mandó a los soldados bajo su mando a reforzar la línea allí donde había caído bajo el asalto enemigo, preparando unos potentes hechizos para usarlos contra las concentraciones de soldados rivales. A la vez, extendía su consciencia por las muchas máquinas de su grupo de batalla. Mientras estas combatían, utilizó sus ojos para echar un vistazo desde todas direcciones, dejando que el mosaico de una docena de imágenes distintas se superpusieran dentro de su mente.
Sabía que su hermana gemela estaba allí, en algún sitio. A su hermana (a quien se la arrebataron hace veintiún años) le habían lavado el cerebro los devotos de un dios extraño, hasta que su poder se convirtió en un arma que otros podían utilizar. Sabía que su hermana había matado en nombre de sus amos, que había aprendido a usar magia y warjacks como armas, y que tenía que perecer hoy aquí.
Entonces, por fin, la bruja de guerra Deneghra vio a su hermana, Victoria Haley.
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Ingrane, 584 AR
Las dos niñas corrían hacia el borde del agua, acercándose tanto como se atrevían. Al volver a subir la marea, salían corriendo por delante de las olas. Adelante y atrás, una y otra vez, se animaban mutuamente a dirigirse hacia el mar y volver a toda velocidad a la arena, riéndose.
El sol de la tarde ya estaba bajando lentamente, tiñendo las aguas de la Bahía de la rana con su luz y pintando la playa de tonos anaranjados. Arriba, en la aldea de Ingrane, las madres que preparaban la cena encendían las primeras lámparas de aceite. Las últimas ráfagas de viento del día acariciaban los árboles que rodeaban la aldea y sacaban a las titilantes luciérnagas de sus escondites.
Gloria y Victoria Haley pararon su desafío recíproco de tentar al oleaje, ya sin aliento. Ambas hermanas tenían la misma melena enmarañada de pelo rubio claro, ahora manchado de arena húmeda y trocitos de algas que se habían lanzado a puñados la una a la otra mientras jugaban.
Victoria desenterró un trozo de madera de balsa de la arena y apuntó con ella a su hermana. - ¡Soy la ascendente Katrena y estoy aquí para detenerte!
- ¿Y yo quién soy? - dijo Gloria, buscando a su alrededor un arma para ella.
- Cualquier escrutador tonto al que tengo que matar.
Gloria parecía molesta. - No. Soy la capitana Gloria, campeona de Cygnar. Y tengo un caballo.
Su hermana se rió de ella al coger Gloria un trozo de alga para que hiciera de látigo. - ¿Por qué lucharía Katrena con una capitana?
- Quizás esté loca. O quizás... quizás estén luchando juntas contra otra persona. Como unos piratas.
Victoria consideró la opción y asintió. - Vale. Pero hay cientos y cientos de ellos. Tantos que ni siquiera papá podría detenerles a todos.
Ahora le tocaba a Gloria parecer escéptica. Su padre, Baus, era el hombre más grande de Ingraine y sus brazos eran como los de un laborjack debido a los años pasados martilleando hierro en su herrería. - Quizás le capturaron la noche anterior.
Victoria se mostró de acuerdo y las dos hermanas partieron para expulsar al ejército de piratas imaginarios y rescatar a su padre, Gloria montando su supuesto caballo y golpeando su látigo sobre la arena.
Mientras jugaban, un extraño barco apareció en el horizonte y se dirigió hacia la ciudad de Ingrane.
******
Victoria yacía boca abajo, envuelta por el puño desmembrado de acero de un warjack khadorano. Cerca de ella, el chasis roto de un Juggernaut derramaba agua humeante manchada de aceite por todo el campo, y un Destroyer ardía como una pira llenando el aire de humo negro.
Mientras Victoria luchaba contra los dedos como prensas del brazo cercenado, Deneghra mandó a varios Slayers a que rodeasen a su hermana. A través de sus ojos vio a Victoria darse cuenta de su presencia a través de la neblina formada por el humo de pólvora, mientras se esforzaba por levantarse.
Unas runas blanquiazules aparecieron alrededor del cuerpo de la warcaster cygnariana mientras lanzaba un hechizo. La magia salió de ella formando una onda de choque. A su alrededor, los warjacks, las volutas de humo y las ascuas que caían se ralentizaron hasta casi detenerse y, aunque seguían avanzando, los Slayers también se vieron entorpecidos. Deneghra los veía como si estuviesen corriendo en un sueño, luchando por cada paso que daban.
Deneghra se acercó a Victoria. Se esforzó para mantener su compostura. Sujetó con fuerza su lanza, Tajada, para hacer que le dejasen de temblar las manos y caminó lentamente para saborear cada uno de sus pasos. Llevaba mucho tiempo sin estar tan cerca de su hermana gemela y el mero hecho de ver a Victoria la llenaba con emociones intensas, aunque conflictivas.
Avanzó hasta quedarse justo fuera del alcance de la lanza de Victoria y plantó una de sus botas sobre los restos del casco de un warjack, quedándose en una pose que esperaba que transmitiese confianza. Asphyxious le había enseñado a no mostrar nunca ninguna señal de tener miedo.
- Pareces una mula a la que han fustigado demasiado, hermana - dijo. No perdió de vista el cañón de mano y la lanza de su hermana, precavida ante un ataque repentino.
- Tú pareces una puta barata de puerto - le respondió Victoria con desdén. Su cara, idéntica a la de Deneghra, estaba retorcida y contraída por un asco evidente. Las palabras de su hermana hirieron a Deneghra más de lo que había esperado.
- Es divertido - dijo Deneghra - porque me siento como una warcaster victoriosa. - Jugueteó con una de las jaulas de almas que colgaban de sus caderas, dejando que uno de sus dedos bailase sobre las perforaciones que recorrían su superficie. - Tanta batalla y tanta sangre. Hay suficiente como para tomarse un baño largo y suntuoso.
Su hermana respondió como había esperado, poniéndose colorada y pareciendo herida por las palabras de Deneghra. "Bien. Veamos si te gusta así."
- También actúas como si lo fueras.
- Oh, querida hermana - dijo Deneghra. - Eres demasiado mansa. Eres la solterona amargada perfecta, sentada en lo alto de un pilar de virtudes falsas. Dime, ¿es algo que las monjas morrowanas te metieron en tu suave cabecita? Tu alma se sentirá liberada cuando te sueltes de esos grilletes.
- Mi alma está en paz, Bruja de guerra.
Deneghra se rió. - ¿En paz? Por favor. Tu alma está marchita. Mírate, la warcaster perfecta que hace todo lo que sus amos le mandan. Atada por ideales de honor y deber, y privada de cualquier placer. Matar no es una tarea de mal gusto; es una exaltación de tu poder, el poder que tú guardas en una perrera cygnariana.
Victoria cambió de postura. Había estado apoyándose sobre su lanza pero ahora la tenía a un lado, en posición preparada. A Deneghra le preocupó que estuviese a punto de hacer algo imprudente y la instó una vez más.
- ¿Sabes lo que se siente al estrangular a un hombre hasta la muerte con tus propias manos? ¿El poder que tienes sobre él en sus últimos momentos? - dijo Deneghra.
- ¿Es así como te sientes normal? ¿Desangrando y destruyendo todo lo que tocas? - dijo Victoria con desprecio.
Deneghra sintió un atisbo de duda pero no dejó que le afectara. Por supuesto que su educación había sido difícil, pero había sido lo necesario. Sin realizar sus pruebas nunca habría conseguido este dominio. Todos los retos que su amo, Asphyxious, había puesto delante suya le habían servido para arrancarle la debilidad y afinar sus instintos. Aparte, si Victoria se hubiese quedado a su lado, no habría sido tan difícil. Podrían haber trabajado juntas para unir su poder en busca de una meta común. Habría...
Deneghra apartó este tren de pensamientos. Eso no era lo que había ocurrido.
- Tú no estabas allí, hermana. No sabes nada de mi pasado. Pero yo sí te conozco - dijo al final.
- ¿De verdad? Si sabes que soy tu hermana debes saber algo de tu pasado, y de cómo ese dragón y sus secuaces no muertos te usaron. - Victoria negó con la cabeza. - Una vez, hace mucho, Gloria, fuiste dulce y hermosa. Es tan triste que ahora no quede más que un alma rota...
- ¡Claro que rota! - saltó Deneghra, incapaz ya de mantener la compostura - ¡Porque me robaste la otra mitad! - En respuesta a su estado emocional, las púas brujas de su armadura de warcaster cobraron vida, levantándose y abriéndose en abanico para crear un círculo defensivo.
Mientras Victoria luchaba contra los dedos como prensas del brazo cercenado, Deneghra mandó a varios Slayers a que rodeasen a su hermana. A través de sus ojos vio a Victoria darse cuenta de su presencia a través de la neblina formada por el humo de pólvora, mientras se esforzaba por levantarse.
Unas runas blanquiazules aparecieron alrededor del cuerpo de la warcaster cygnariana mientras lanzaba un hechizo. La magia salió de ella formando una onda de choque. A su alrededor, los warjacks, las volutas de humo y las ascuas que caían se ralentizaron hasta casi detenerse y, aunque seguían avanzando, los Slayers también se vieron entorpecidos. Deneghra los veía como si estuviesen corriendo en un sueño, luchando por cada paso que daban.
Deneghra se acercó a Victoria. Se esforzó para mantener su compostura. Sujetó con fuerza su lanza, Tajada, para hacer que le dejasen de temblar las manos y caminó lentamente para saborear cada uno de sus pasos. Llevaba mucho tiempo sin estar tan cerca de su hermana gemela y el mero hecho de ver a Victoria la llenaba con emociones intensas, aunque conflictivas.
Avanzó hasta quedarse justo fuera del alcance de la lanza de Victoria y plantó una de sus botas sobre los restos del casco de un warjack, quedándose en una pose que esperaba que transmitiese confianza. Asphyxious le había enseñado a no mostrar nunca ninguna señal de tener miedo.
- Pareces una mula a la que han fustigado demasiado, hermana - dijo. No perdió de vista el cañón de mano y la lanza de su hermana, precavida ante un ataque repentino.
- Tú pareces una puta barata de puerto - le respondió Victoria con desdén. Su cara, idéntica a la de Deneghra, estaba retorcida y contraída por un asco evidente. Las palabras de su hermana hirieron a Deneghra más de lo que había esperado.
- Es divertido - dijo Deneghra - porque me siento como una warcaster victoriosa. - Jugueteó con una de las jaulas de almas que colgaban de sus caderas, dejando que uno de sus dedos bailase sobre las perforaciones que recorrían su superficie. - Tanta batalla y tanta sangre. Hay suficiente como para tomarse un baño largo y suntuoso.
Su hermana respondió como había esperado, poniéndose colorada y pareciendo herida por las palabras de Deneghra. "Bien. Veamos si te gusta así."
- También actúas como si lo fueras.
- Oh, querida hermana - dijo Deneghra. - Eres demasiado mansa. Eres la solterona amargada perfecta, sentada en lo alto de un pilar de virtudes falsas. Dime, ¿es algo que las monjas morrowanas te metieron en tu suave cabecita? Tu alma se sentirá liberada cuando te sueltes de esos grilletes.
- Mi alma está en paz, Bruja de guerra.
Deneghra se rió. - ¿En paz? Por favor. Tu alma está marchita. Mírate, la warcaster perfecta que hace todo lo que sus amos le mandan. Atada por ideales de honor y deber, y privada de cualquier placer. Matar no es una tarea de mal gusto; es una exaltación de tu poder, el poder que tú guardas en una perrera cygnariana.
Victoria cambió de postura. Había estado apoyándose sobre su lanza pero ahora la tenía a un lado, en posición preparada. A Deneghra le preocupó que estuviese a punto de hacer algo imprudente y la instó una vez más.
- ¿Sabes lo que se siente al estrangular a un hombre hasta la muerte con tus propias manos? ¿El poder que tienes sobre él en sus últimos momentos? - dijo Deneghra.
- ¿Es así como te sientes normal? ¿Desangrando y destruyendo todo lo que tocas? - dijo Victoria con desprecio.
Deneghra sintió un atisbo de duda pero no dejó que le afectara. Por supuesto que su educación había sido difícil, pero había sido lo necesario. Sin realizar sus pruebas nunca habría conseguido este dominio. Todos los retos que su amo, Asphyxious, había puesto delante suya le habían servido para arrancarle la debilidad y afinar sus instintos. Aparte, si Victoria se hubiese quedado a su lado, no habría sido tan difícil. Podrían haber trabajado juntas para unir su poder en busca de una meta común. Habría...
Deneghra apartó este tren de pensamientos. Eso no era lo que había ocurrido.
- Tú no estabas allí, hermana. No sabes nada de mi pasado. Pero yo sí te conozco - dijo al final.
- ¿De verdad? Si sabes que soy tu hermana debes saber algo de tu pasado, y de cómo ese dragón y sus secuaces no muertos te usaron. - Victoria negó con la cabeza. - Una vez, hace mucho, Gloria, fuiste dulce y hermosa. Es tan triste que ahora no quede más que un alma rota...
- ¡Claro que rota! - saltó Deneghra, incapaz ya de mantener la compostura - ¡Porque me robaste la otra mitad! - En respuesta a su estado emocional, las púas brujas de su armadura de warcaster cobraron vida, levantándose y abriéndose en abanico para crear un círculo defensivo.
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INTELIGENCIA: GEMELOSEn los Reinos de Hierro hay muchas supersticiones respecto a los gemelos, ya que a lo largo de la historia han sido un tema fascinante y lleno de rumores. En la mayoría de las áreas está arraigada la creencia general de que es más probable que los gemelos acaben siendo extraordinarios y, a veces, han sido vistos como un presagio bueno o malo.
Parece que es cierto que hay una correlación entre los gemelos y un poderoso potencial arcano. El "don de la magia" es altamente impredecible, aunque hay algunas familias en las que estas habilidades aparecen más a menudo. Aunque no es probable que los hermanos regulares compartan este don, las posibilidades de que ambos gemelos puedan usar magia si uno de ellos puede son altas. Los ocultistas han teorizado que las almas de los gemelos están conectadas inextricablemente. Los gemelos más legendarios de los Reinos de Hierro fueron Morrow y Thamar, quienes alcanzaron la iluminación por separado y se convirtieron en dioses a pesar de haber nacido como mortales. Antes de esto, se les atribuyen supuestas hazañas milagrosas, las cuales podrían haber sido el resultado de alguna clase de maestría arcana rudimentaria.
A pesar de la existencia verificable de gemelos legendarios, la probabilidad de que estos sean especiales es muy baja. La mayoría de los gemelos de los Reinos de Hierro no poseen dones arcanos ni habilidades sobrenaturales, a pesar de que haya rumores que indiquen lo contrario.
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Los atacantes marinos golpearon sin previo aviso. Arpías aullantes con látigos llenos de cuchillas cortaban los cuerpos de los ciudadanos que huían mientras que sus compañeros piratas prendían fuego a las casas más cercanas a la orilla.
Huyendo aterradas de la costa, Gloria y Victoria se separaron. Corriendo a través de los callejones estrechos que separaban las casas, Victoria llegó hasta la más cercana de las que estaban en el interior. El golpe sordo de una lámpara al explotar precedió al rugido de una casa incendiándose y a los gritos de los ocupantes quemándose vivos.
Para cuando alcanzó el jardín, su madre y su padre ya estaban preparados para el ataque. Baus Haley llevaba un yelmo de hierro sencillo y blandía su martillo de forja más pesado, mientras que su madre le rogaba que se pusiese a salvo dentro de la casa.
La joven Victoria Haley se echó a llorar tan pronto como su madre la rodeó con sus cálidos brazos. Había sido testigo de cosas horripilantes mientras que los incursores se abrían paso por Ingrane pero solo ahora, en el familiar salón de su casa, pudo procesar lo que había pasado y bajar la guardia.
- Tu hermana, Vicky. ¿Dónde está tu hermana? - oyó preguntar a su madre.
Victoria intentó responder pero las palabras le salían a borbotones, convirtiéndose en un llanto incomprensible. Su madre apoyó su cara contra su pecho y le acarició el pelo.
- Baus, ve a encontrar a nuestra hija - dijo.
- Reuniré a todos los que pueda. Quedaos dentro. A salvo. - Normalmente la voz de su padre era un consuelo, como aquella vez que, con su tono profundo, el hombre había llamado a sus vecinos cuando el chico de los Pickwich se había alejado mucho por la costa y se había torcido la pierna. Ahora estaba al borde del miedo.
Su padre dejó a Victoria y a su madre, saliendo por la puerta principal para hacer sonar la alarma golpeando la lámina de hierro que colgaba allí. Todos lo que lo oyesen deberían reunirse cerca de su casa para expulsar a los piratas.
Deneghra señaló hacia delante, lanzando un chorro de icor venenoso hacia su hermana.
Victoria se protegió los ojos. A pesar de tener activado su campo de fuerza, parte del líquido lo atravesó y siseó al tocar el metal que protegía su carne.
Mientras que su gemela estaba distraída, Deneghra hizo girar a Tajada alrededor de todo su cuerpo y atacó allí donde el hechizo le había debilitado el campo de fuerza. La punta de la lanza lo atravesó sin notar apenas resistencia, perforando la armadura de Victoria allí donde el avambrazo terminaba a la altura de su codo. No consiguió traspasar su carne pero le bloqueó la articulación, atascándola en una posición extraña.
Victoria retrocedió ante el ataque de Deneghra y cayó al perder el equilibrio. La Bruja de guerra presionó aprovechando su ventaja, atacando con otro hechizo. Victoria clavó su lanza en el suelo y el hechizo saltó hacia ella, como si fuese un relámpago atraído por una varilla de cobre, disipándose sin hacerle daño.
Deneghra y su hermana pasaron a atacarse con golpes rápidos de lanza, cada una probando las defensas de la otra. Sus armas zumbaban al cortar el aire y tañían al impactar. El brazo dañado de Victoria hacía que sus ataques fueran torpes y parecía que Deneghra iba ganando hasta que su hermana soltó de repente dos rayos de poder arcano puro. La Bruja de guerra se agachó para esquivar el primero, pero el segundo le dio en la cadera tirándola al suelo.
Cayó con tanta fuerza que su mandíbula se le cerró de golpe y sus dientes se golpearon entre sí. Dolorida, luchó por ponerse de rodillas mientras Victoria se lanzaba hacia delante para apuñalarla en la espalda. Las púas de la Bruja de guerra se doblaron al recibir el impacto y casi se fue de vuelta al suelo.
Deneghra se apartó rodando ágilmente y Victoria la siguió, golpeando con una serie rápida de puntazos usando una sola mano. Un golpe flojo le arañó un costado antes de que pudiese volver a levantarse, dejando una fría línea de dolor en sus costillas.
Mentalmente, Deneghra llamó a uno de los helljacks que estaba por los alrededores. No podía permitirse la atención necesaria para controlar totalmente a la máquina, así que en su lugar la incitó a atacar a su hermana. El Slayer cortó el aire con sus garras, obligando a Victoria a interrumpir su ataque. Durante un instante, al girarse, se volvió vulnerable, y su cuerpo se quedó expuesto a un golpe letal.
- ¡No! - siseó Deneghra, dándose cuenta de su error. No podía dejar al helljack matara a su hermana. Si moría prematuramente, el poder del Túmulo umbral le arrancaría el alma y la haría pedazos antes de que pudiese reunirse con la suya. Deneghra impuso su voluntad sobre el córtex del Slayer para anular sus instintos asesinos, obligándole a detener un ataque que todo su ser le impulsaba a infligir. Su garra se detuvo a unos centímetros del torso de Victoria.
A través de los ojos del Slayer, vio a su hermana sonriendo. Victoria clavó profundamente su lanza en el torso del helljack. Luego, la warcaster liberó energía arcana a través de su arma directamente al córtex, rompiéndolo con un doloroso destello blanco.
Deneghra se tambaleó hacia atrás, agarrándose la cabeza. Apenas tardó un momento en recuperarse pero su hermana ya se había ido, cojeando de vuelta hacia las líneas de batalla cygnaranas. Deneghra ordenó a otros dos Slayers que le cortasen la retirada y se envolvió con un hechizo que le permitía moverse como si fuese una sombra espectral. Atravesó a Victoria y se dio la vuelta, con Tajada preparada en sus manos.
- Nada de eso - dijo. - Nuestras almas se reunirán aunque eso suponga mi muerte.
- Es un trato medio decente - le contestó Victoria.
Mientras que Deneghra se le acercaba, Victoria cambió su posición, colocando su lanza para proteger primero uno de sus costados y luego el otro. En ese momento de incertidumbre, Deneghra cargó. Totalmente entregada, dejó que la lanza de Victoria le golpease. Si su hermana esperaba otra finta y retirada, Deneghra se alegraría de decepcionarla. Se giró para atacarla con sus púas brujas y siguió con un golpe con los cuernos de su yelmo, haciendo perder el equilibrio a su hermana y derribándola de espaldas. Deneghra lanzó un golpe descendente con Tajada.
El ataque de Deneghra vino desde tan cerca y fue tan rápido que el campo de fuerza de Victoria poco pudo hacer para ralentizarlo. La lanza atravesó su ya debilitado avambrazo, clavándose entre el radio y el cúbito de su brazo. El acumulador de necrotita de Tajada brilló con una luz verdosa, y unos zarcillos de sombra parecidos a los brazos de un calamar emergieron para envolverla e inmovilizarla en el suelo.
Deneghra movió a Tajada violentamente hacia adelante y atrás hasta que los huesos se salieron de sus articulaciones con un chasquido audible. Victoria gritaba debido al dolor mientras que la Bruja de guerra se agachaba a su lado, respirando agitadamente a causa del esfuerzo.
- Eso es - la animó, - atesora estos últimos momentos como debilucha.
Pronto, se borraría el lavado de cerebro y el control de los captores de Victoria. Volverían a estar completas en el momento en el que Asphyxious vinculase sus almas para formar una sola. Solo tenía que incapacitar a Victoria y arrastrarla gritando a donde le quitarían la vida de manera ritual, y Asphyxious las uniría en un solo ser.
Victoria luchó para levantarse usando su brazo herido.
- Todos estos años malgastados - dijo Deneghra. Un sentimiento de auténtica compasión afloró en ella al pensar en la juventud y el potencial malgastados de su hermana. - Todos estos años empleados en entrenar para enfrentarte a mi, ¿y para qué? ¿Para que pudieras desangrarte sobre la tierra? Pobre chica. Te han hecho sacrificar tanto. ¿Por la victoria? ¿Por placer? Yo he tenido éxito en todo. Todo. Y he disfrutado de cada momento.
Estaba claro que era una mentirijilla, pero decirla le daba confianza y la reafirmaba en que lo que estaba a punto de hacer era lo correcto para ambas.
- Ah, pero te han dado algo, ¿no? Te han dado la ilusión de que eres importante. Que podías marcar la diferencia. Pero al final, hermana, morirás. A pesar de tus sueños, no detendrás a Cryx. Pero al morir, hermana, me otorgarás aún más poder para perseguir mis sueños. Piénsalo: en tu muerte desharás todo lo que has hecho en tu vida. ¿Todas esas victorias menores que ganaste? No importarán nada.
Entonces, dejó caer la hoja serrada sobre el hombro del brazo herido de la warcaster, haciendo que el arma potenciada cortase las placas de armadura y la carne que se encontraban debajo suya. Al partirse, los ligamentos saltaron como cuerdas rotas de violín, apenas audibles bajo los gritos de dolor de Victoria. Deneghra cortó hasta que el brazo cayó al lado del cuerpo de su hermana.
Al ver la sangre que se derramaba de la herida abierta, Deneghra usó los zarcillos de oscuridad de su arma para constreñir las venas y las arterias. - Aún no puedes desangrarte. Te das cuenta de que estás en un túmulo orgoth, ¿verdad, querida?
Con el dominio de Asphyxious sobre la nigromancia, este le prometió a Deneghra que podían usar la reliquia orgoth para fusionar sus almas. Pero la Bruja de guerra temía que si Victoria moría demasiado pronto, sus jaulas de almas no fuesen lo bastante fuertes como para capturar el alma de su hermana antes de que se le escapase y unirse a las otras en la maquinaria ocultista que seguía enterrada bajo la tierra, quedando posiblemente fuera de su alcance. Era mejor llevarla de vuelta con vida.
Victoria no era una amenaza, al menos por el momento. Deneghra aprovechó un momento para recuperar sus fuerzas. Recogió el miembro mutilado para estudiarlo. Ya había visto antes un buen número de partes de cuerpo desmembradas, y muchas de ellas las había cortado ella misma, pero este brazo era diferente. Aún seguía caliente y era un doble perfecto del suyo.
El brazo aún daba espasmos mientras lo sujetaba y sus dedos se contraían formando un puño. Deneghra torció el gesto y tiró el miembro como si fuera una serpiente. No había esperado que se moviera. Limpiándose la mezcla de sangre y sudor de la palma de su mano en su falda de cuero, volvió su atención a la forma tumbada boca abajo de su hermana.
Algo había cambiado. La cara de Victoria ya no era una máscara de dolor. Ahora, la warcaster tenía una expresión sosegada, con los ojos ligeramente cerrados. Entonces, Deneghra sintió un destello de poder.
Se sentía como si estuviese al lado de una hoguera ardiente o en el corazón de un horno enorme. Su piel hormigueaba por el calor mientras la mente y el alma de Victoria la abrumaban. Tocó brevemente algo cercano, hundiéndose en ese algo de la misma manera que su hechizo había pasado a la lanza de su hermana.
Su conexión con uno de sus helljacks se había roto.
Pegajosa debido a la sangre de su madre, Victoria se acurrucó en la oscuridad bajo las tablas del suelo.
Su padre y sus compañeros habían combatido por las calles contra los incursores y había derrotado a varias de las mujeres cornudas antes de morir. Su madre la había escondido, junto con Gloria, en el frío y húmedo sótano, y se había quedado arriba esperando sola a ser asesinada. La lluvia de sangre que corría a través de los tablones del suelo manchaba su pelo y bajaba lentamente por su cara y sus brazos, y la última sensación de calidez de la vida de su madre se iba con ella.
Tanto ella como Gloria intentaron estar en silencio. Se tragaron sus sollozos y tuvieron en todo momento sus bocas tapadas por sus manos, intentando no respirar. Por encima suya, el suelo crujía bajo el peso de los invasores. Sus botas emitían unos golpes sordos al registrar el salón de la casa.
Victoria quería ir con su hermana pero su cuerpo se negaba a obedecer. Sus piernas no le respondían. Con sus ojos, imploró a Gloria que viniera hacia sí y suplicó a su gemela que se acurrucase con ella en el rincón más oscuro del espacio situado bajo el suelo. Pero Gloria no se movió. Quizás no podía. Miró hacia arriba y una fina línea de luz artificial iluminó su cara, así como el tatuaje de gotas rojas que la recorría.
Victoria intentó cruzar el espacio que les separaba y arrastrarla de vuelta a las sombras. Apenas había empezado a moverse cuando uno de sus zapatos rascó la tierra del suelo.
Se quedó congelada. Por encima de ella, cesó todo movimiento. Entonces, unos rápidos pisotones golpearon los tablones del suelo.
El techo del sótano explotó cuando un puñetazo lo atravesó. El brazo se agitaba violentamente buscando a su presa y, entonces, sus dedos se enredaron en el pelo de Gloria. Victoria se acurrucó en silencio mientras su hermana chillaba por la sorpresa y el miedo.
La última vez que Victoria vio a su hermana, los ojos de Gloria le imploraban ayuda. Alargaba una mano hacia Victoria, como si su hermana pudiese tirar de ella y ponerla a salvo de la garra. Victoria no se movió, solo podía mirar mientras el brazo sacaba a Gloria del sótano. Y de la vida de Victoria.
La enorme zarpa del Slayer agarró a la Bruja de guerra. Estaba indefensa en su presa de acero. Las garras la apretaban con fuerza, aplastando las púas de su armadura y estrujando sus costillas. Sus órganos estaban a punto de estallar y sus huesos se rompían debido a la presión.
Deneghra luchó por recuperar el control del córtex del Slayer. Lo que sea que Victoria hubiese hecho al helljack le había dejado confundido y le había vuelto hostil. Intentó arrebatarle el control, como si se tratase de un caballo corcoveante.
Recuperó de nuevo el mando del helljack y le ordenó que la liberara, justo cuando un nuevo dolor la apuñaló. Al mirar hacia abajo, más allá de la garra que se estaba aflojando del Slayer, vio varios centímetros de la lanza ensangrentada de su hermana saliendo de su abdomen. La carne que rodeaba el corte cedió y dejó salir sus relucientes entrañas.
Murió.
Durante un momento, mientras el túmulo orgoth tiraba de su alma, vio a su propio cuerpo flácido en las garras del Slayer con el torso cortado por la mitad. Qué imagen más extraña. Luego, oscuridad. Oscuridad infinita llena con el sonido de las almas asustadas gimiendo de agonía o confusión.
Pronto, su propia voz estaba gritando entre las suyas.
Huyendo aterradas de la costa, Gloria y Victoria se separaron. Corriendo a través de los callejones estrechos que separaban las casas, Victoria llegó hasta la más cercana de las que estaban en el interior. El golpe sordo de una lámpara al explotar precedió al rugido de una casa incendiándose y a los gritos de los ocupantes quemándose vivos.
Para cuando alcanzó el jardín, su madre y su padre ya estaban preparados para el ataque. Baus Haley llevaba un yelmo de hierro sencillo y blandía su martillo de forja más pesado, mientras que su madre le rogaba que se pusiese a salvo dentro de la casa.
La joven Victoria Haley se echó a llorar tan pronto como su madre la rodeó con sus cálidos brazos. Había sido testigo de cosas horripilantes mientras que los incursores se abrían paso por Ingrane pero solo ahora, en el familiar salón de su casa, pudo procesar lo que había pasado y bajar la guardia.
- Tu hermana, Vicky. ¿Dónde está tu hermana? - oyó preguntar a su madre.
Victoria intentó responder pero las palabras le salían a borbotones, convirtiéndose en un llanto incomprensible. Su madre apoyó su cara contra su pecho y le acarició el pelo.
- Baus, ve a encontrar a nuestra hija - dijo.
- Reuniré a todos los que pueda. Quedaos dentro. A salvo. - Normalmente la voz de su padre era un consuelo, como aquella vez que, con su tono profundo, el hombre había llamado a sus vecinos cuando el chico de los Pickwich se había alejado mucho por la costa y se había torcido la pierna. Ahora estaba al borde del miedo.
Su padre dejó a Victoria y a su madre, saliendo por la puerta principal para hacer sonar la alarma golpeando la lámina de hierro que colgaba allí. Todos lo que lo oyesen deberían reunirse cerca de su casa para expulsar a los piratas.
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Deneghra señaló hacia delante, lanzando un chorro de icor venenoso hacia su hermana.
Victoria se protegió los ojos. A pesar de tener activado su campo de fuerza, parte del líquido lo atravesó y siseó al tocar el metal que protegía su carne.
Mientras que su gemela estaba distraída, Deneghra hizo girar a Tajada alrededor de todo su cuerpo y atacó allí donde el hechizo le había debilitado el campo de fuerza. La punta de la lanza lo atravesó sin notar apenas resistencia, perforando la armadura de Victoria allí donde el avambrazo terminaba a la altura de su codo. No consiguió traspasar su carne pero le bloqueó la articulación, atascándola en una posición extraña.
Victoria retrocedió ante el ataque de Deneghra y cayó al perder el equilibrio. La Bruja de guerra presionó aprovechando su ventaja, atacando con otro hechizo. Victoria clavó su lanza en el suelo y el hechizo saltó hacia ella, como si fuese un relámpago atraído por una varilla de cobre, disipándose sin hacerle daño.
Deneghra y su hermana pasaron a atacarse con golpes rápidos de lanza, cada una probando las defensas de la otra. Sus armas zumbaban al cortar el aire y tañían al impactar. El brazo dañado de Victoria hacía que sus ataques fueran torpes y parecía que Deneghra iba ganando hasta que su hermana soltó de repente dos rayos de poder arcano puro. La Bruja de guerra se agachó para esquivar el primero, pero el segundo le dio en la cadera tirándola al suelo.
Cayó con tanta fuerza que su mandíbula se le cerró de golpe y sus dientes se golpearon entre sí. Dolorida, luchó por ponerse de rodillas mientras Victoria se lanzaba hacia delante para apuñalarla en la espalda. Las púas de la Bruja de guerra se doblaron al recibir el impacto y casi se fue de vuelta al suelo.
Deneghra se apartó rodando ágilmente y Victoria la siguió, golpeando con una serie rápida de puntazos usando una sola mano. Un golpe flojo le arañó un costado antes de que pudiese volver a levantarse, dejando una fría línea de dolor en sus costillas.
Mentalmente, Deneghra llamó a uno de los helljacks que estaba por los alrededores. No podía permitirse la atención necesaria para controlar totalmente a la máquina, así que en su lugar la incitó a atacar a su hermana. El Slayer cortó el aire con sus garras, obligando a Victoria a interrumpir su ataque. Durante un instante, al girarse, se volvió vulnerable, y su cuerpo se quedó expuesto a un golpe letal.
- ¡No! - siseó Deneghra, dándose cuenta de su error. No podía dejar al helljack matara a su hermana. Si moría prematuramente, el poder del Túmulo umbral le arrancaría el alma y la haría pedazos antes de que pudiese reunirse con la suya. Deneghra impuso su voluntad sobre el córtex del Slayer para anular sus instintos asesinos, obligándole a detener un ataque que todo su ser le impulsaba a infligir. Su garra se detuvo a unos centímetros del torso de Victoria.
A través de los ojos del Slayer, vio a su hermana sonriendo. Victoria clavó profundamente su lanza en el torso del helljack. Luego, la warcaster liberó energía arcana a través de su arma directamente al córtex, rompiéndolo con un doloroso destello blanco.
Deneghra se tambaleó hacia atrás, agarrándose la cabeza. Apenas tardó un momento en recuperarse pero su hermana ya se había ido, cojeando de vuelta hacia las líneas de batalla cygnaranas. Deneghra ordenó a otros dos Slayers que le cortasen la retirada y se envolvió con un hechizo que le permitía moverse como si fuese una sombra espectral. Atravesó a Victoria y se dio la vuelta, con Tajada preparada en sus manos.
- Nada de eso - dijo. - Nuestras almas se reunirán aunque eso suponga mi muerte.
- Es un trato medio decente - le contestó Victoria.
Mientras que Deneghra se le acercaba, Victoria cambió su posición, colocando su lanza para proteger primero uno de sus costados y luego el otro. En ese momento de incertidumbre, Deneghra cargó. Totalmente entregada, dejó que la lanza de Victoria le golpease. Si su hermana esperaba otra finta y retirada, Deneghra se alegraría de decepcionarla. Se giró para atacarla con sus púas brujas y siguió con un golpe con los cuernos de su yelmo, haciendo perder el equilibrio a su hermana y derribándola de espaldas. Deneghra lanzó un golpe descendente con Tajada.
El ataque de Deneghra vino desde tan cerca y fue tan rápido que el campo de fuerza de Victoria poco pudo hacer para ralentizarlo. La lanza atravesó su ya debilitado avambrazo, clavándose entre el radio y el cúbito de su brazo. El acumulador de necrotita de Tajada brilló con una luz verdosa, y unos zarcillos de sombra parecidos a los brazos de un calamar emergieron para envolverla e inmovilizarla en el suelo.
Deneghra movió a Tajada violentamente hacia adelante y atrás hasta que los huesos se salieron de sus articulaciones con un chasquido audible. Victoria gritaba debido al dolor mientras que la Bruja de guerra se agachaba a su lado, respirando agitadamente a causa del esfuerzo.
- Eso es - la animó, - atesora estos últimos momentos como debilucha.
Pronto, se borraría el lavado de cerebro y el control de los captores de Victoria. Volverían a estar completas en el momento en el que Asphyxious vinculase sus almas para formar una sola. Solo tenía que incapacitar a Victoria y arrastrarla gritando a donde le quitarían la vida de manera ritual, y Asphyxious las uniría en un solo ser.
Victoria luchó para levantarse usando su brazo herido.
- Todos estos años malgastados - dijo Deneghra. Un sentimiento de auténtica compasión afloró en ella al pensar en la juventud y el potencial malgastados de su hermana. - Todos estos años empleados en entrenar para enfrentarte a mi, ¿y para qué? ¿Para que pudieras desangrarte sobre la tierra? Pobre chica. Te han hecho sacrificar tanto. ¿Por la victoria? ¿Por placer? Yo he tenido éxito en todo. Todo. Y he disfrutado de cada momento.
Estaba claro que era una mentirijilla, pero decirla le daba confianza y la reafirmaba en que lo que estaba a punto de hacer era lo correcto para ambas.
- Ah, pero te han dado algo, ¿no? Te han dado la ilusión de que eres importante. Que podías marcar la diferencia. Pero al final, hermana, morirás. A pesar de tus sueños, no detendrás a Cryx. Pero al morir, hermana, me otorgarás aún más poder para perseguir mis sueños. Piénsalo: en tu muerte desharás todo lo que has hecho en tu vida. ¿Todas esas victorias menores que ganaste? No importarán nada.
Entonces, dejó caer la hoja serrada sobre el hombro del brazo herido de la warcaster, haciendo que el arma potenciada cortase las placas de armadura y la carne que se encontraban debajo suya. Al partirse, los ligamentos saltaron como cuerdas rotas de violín, apenas audibles bajo los gritos de dolor de Victoria. Deneghra cortó hasta que el brazo cayó al lado del cuerpo de su hermana.
Al ver la sangre que se derramaba de la herida abierta, Deneghra usó los zarcillos de oscuridad de su arma para constreñir las venas y las arterias. - Aún no puedes desangrarte. Te das cuenta de que estás en un túmulo orgoth, ¿verdad, querida?
Con el dominio de Asphyxious sobre la nigromancia, este le prometió a Deneghra que podían usar la reliquia orgoth para fusionar sus almas. Pero la Bruja de guerra temía que si Victoria moría demasiado pronto, sus jaulas de almas no fuesen lo bastante fuertes como para capturar el alma de su hermana antes de que se le escapase y unirse a las otras en la maquinaria ocultista que seguía enterrada bajo la tierra, quedando posiblemente fuera de su alcance. Era mejor llevarla de vuelta con vida.
Victoria no era una amenaza, al menos por el momento. Deneghra aprovechó un momento para recuperar sus fuerzas. Recogió el miembro mutilado para estudiarlo. Ya había visto antes un buen número de partes de cuerpo desmembradas, y muchas de ellas las había cortado ella misma, pero este brazo era diferente. Aún seguía caliente y era un doble perfecto del suyo.
El brazo aún daba espasmos mientras lo sujetaba y sus dedos se contraían formando un puño. Deneghra torció el gesto y tiró el miembro como si fuera una serpiente. No había esperado que se moviera. Limpiándose la mezcla de sangre y sudor de la palma de su mano en su falda de cuero, volvió su atención a la forma tumbada boca abajo de su hermana.
Algo había cambiado. La cara de Victoria ya no era una máscara de dolor. Ahora, la warcaster tenía una expresión sosegada, con los ojos ligeramente cerrados. Entonces, Deneghra sintió un destello de poder.
Se sentía como si estuviese al lado de una hoguera ardiente o en el corazón de un horno enorme. Su piel hormigueaba por el calor mientras la mente y el alma de Victoria la abrumaban. Tocó brevemente algo cercano, hundiéndose en ese algo de la misma manera que su hechizo había pasado a la lanza de su hermana.
Su conexión con uno de sus helljacks se había roto.
******
Pegajosa debido a la sangre de su madre, Victoria se acurrucó en la oscuridad bajo las tablas del suelo.
Su padre y sus compañeros habían combatido por las calles contra los incursores y había derrotado a varias de las mujeres cornudas antes de morir. Su madre la había escondido, junto con Gloria, en el frío y húmedo sótano, y se había quedado arriba esperando sola a ser asesinada. La lluvia de sangre que corría a través de los tablones del suelo manchaba su pelo y bajaba lentamente por su cara y sus brazos, y la última sensación de calidez de la vida de su madre se iba con ella.
Tanto ella como Gloria intentaron estar en silencio. Se tragaron sus sollozos y tuvieron en todo momento sus bocas tapadas por sus manos, intentando no respirar. Por encima suya, el suelo crujía bajo el peso de los invasores. Sus botas emitían unos golpes sordos al registrar el salón de la casa.
Victoria quería ir con su hermana pero su cuerpo se negaba a obedecer. Sus piernas no le respondían. Con sus ojos, imploró a Gloria que viniera hacia sí y suplicó a su gemela que se acurrucase con ella en el rincón más oscuro del espacio situado bajo el suelo. Pero Gloria no se movió. Quizás no podía. Miró hacia arriba y una fina línea de luz artificial iluminó su cara, así como el tatuaje de gotas rojas que la recorría.
Victoria intentó cruzar el espacio que les separaba y arrastrarla de vuelta a las sombras. Apenas había empezado a moverse cuando uno de sus zapatos rascó la tierra del suelo.
Se quedó congelada. Por encima de ella, cesó todo movimiento. Entonces, unos rápidos pisotones golpearon los tablones del suelo.
El techo del sótano explotó cuando un puñetazo lo atravesó. El brazo se agitaba violentamente buscando a su presa y, entonces, sus dedos se enredaron en el pelo de Gloria. Victoria se acurrucó en silencio mientras su hermana chillaba por la sorpresa y el miedo.
La última vez que Victoria vio a su hermana, los ojos de Gloria le imploraban ayuda. Alargaba una mano hacia Victoria, como si su hermana pudiese tirar de ella y ponerla a salvo de la garra. Victoria no se movió, solo podía mirar mientras el brazo sacaba a Gloria del sótano. Y de la vida de Victoria.
*****
La enorme zarpa del Slayer agarró a la Bruja de guerra. Estaba indefensa en su presa de acero. Las garras la apretaban con fuerza, aplastando las púas de su armadura y estrujando sus costillas. Sus órganos estaban a punto de estallar y sus huesos se rompían debido a la presión.
Deneghra luchó por recuperar el control del córtex del Slayer. Lo que sea que Victoria hubiese hecho al helljack le había dejado confundido y le había vuelto hostil. Intentó arrebatarle el control, como si se tratase de un caballo corcoveante.
Recuperó de nuevo el mando del helljack y le ordenó que la liberara, justo cuando un nuevo dolor la apuñaló. Al mirar hacia abajo, más allá de la garra que se estaba aflojando del Slayer, vio varios centímetros de la lanza ensangrentada de su hermana saliendo de su abdomen. La carne que rodeaba el corte cedió y dejó salir sus relucientes entrañas.
Murió.
Durante un momento, mientras el túmulo orgoth tiraba de su alma, vio a su propio cuerpo flácido en las garras del Slayer con el torso cortado por la mitad. Qué imagen más extraña. Luego, oscuridad. Oscuridad infinita llena con el sonido de las almas asustadas gimiendo de agonía o confusión.
Pronto, su propia voz estaba gritando entre las suyas.
******
REPERCUSIONES: EL ASCENSO DE LA BRUJA ESPECTRAL
Deneghra pereció el 13 de Ashtoven del 605 AR, muerta por su hermana gemela Victoria Haley, pero esto no terminó con su servicio al Imperio pesadilla. Su muerte podría haber resultado en su pérdida permanente, lo que habría sido un duro golpe para el liche de hierro Asphyxious, que había llegado a depender de ella. Aunque los cryxianos son maestros de la nigromancia y diestros en animar a los muertos, estos esfuerzos no tienen garantías de éxito, o al menos no siempre como ellos desean.En la mayoría de los casos, un cadáver que es cosido y reanimado se convierte en un esclavo, una criatura patética sin cerebro que solo vale como carne de cañón. Que un valioso mortal se convierta en un no muerto superior capaz de razonar y mantener las habilidades que poseía en vida es complicado, y normalmente requiere años de preparación y una transformación controlada cuidadosamente. Los nigromantes que se convirtieron en liches de hierro pasaron décadas preparándose para este cambio, sabedores en todo momento de que sus mentes podrían romperse durante el proceso. Los lords liches son más hábiles en estos asuntos, habiendo afinado sus técnicas con una paciencia inmortal. Pero la creación de un poderoso no muerto solo es un problema trivial para seres divinos como lord Toruk.Afortunadamente para Asphyxious y Deneghra, la cercanía al Túmulo de almas preservó su alma inmortal y evitó que pasara a Urcaen, donde su recuperación hubiese sido imposible. Su cuerpo fue llevado de vuelta a Asphyxious por sus helljacks y, más tarde, el Liche de hierro tuvo éxito al extraer su esencia espiritual del mecanismo orgoth. Esto le permitió llevar a cabo los dificultosos rituales necesarios para darle a Deneghra una nueva forma espectral, conservando su inteligencia y sus dones de warcaster. Deneghra fue restaurada... y cambiada para siempre.
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