jueves, 22 de noviembre de 2018

EL FUEGO Y LA FORJA, PT. 35: PRELUDIO A LA INVASIÓN

Mientras que los Reinos de Hierro humanos permanecían centrados en los conflictos entre Khador, Cygnar y el Protectorado de Menoth, se acercaba una amenaza externa. Durante miles de años, el este y el oeste de Immoren habían estado divididos, dando lugar a culturas y naciones muy diferentes la una de la otra. Estaban separados por poderosas barreras geográficas y sobrenaturales, siendo la más importante de ellas el ancho Abismo, una sima que divide el continente y que está perpetuamente rodeada por los relámpagos de las Tierras tormentosas. Esto se combinó con las tormentas marinas y la aversión generalizada a los peligros de las tierras salvajes para desalentar la exploración y los viajes largos lejos de costas conocidas. Eso cambiaría pronto, y la reunión entre este y oeste estaba destinada a ser violenta.

Tras el Golpe de estado del León del 594 AR, el depuesto rey Vinter Raelthorne IV fue encarcelado durante un corto periodo de tiempo pero consiguió escapar, ayudado por colaboracionistas de dentro del castillo Raelthorne. Esta improbable huida involucró la toma de una nave voladora sencilla, la cual fue arrastrada por el viento hacia el este, por encima de las Marcas Petrasangre, donde parecía seguro que pereciese. Sin embargo, algunos se negaban a creer que este tirano hubiese sufrido una muerte tan innoble y seguían siéndole leales. Algunos se arrodillaban ante el hermano de Vinter, el rey Leto, pero hacían sus planes en secreto, mientras que otros se negaban a aceptar al usurpador y se convirtieron en forajidos o en criminales.

Uno de los partidarios más leales de Vinter era el warcaster Asheth Magnus, quien había sido un comandante del Ejército cygnariano. Combatió para proteger a Vinter durante el Golpe de estado del Leon contra los leales a Leto, entre los que se incluían figuras tan notables como Sebastian Nemo y un Coleman Stryker muy joven, el cual era miembro de la Guardia real. Tras el golpe de estado, Magnus se convirtió en un forajido y mercenario, y centró sus esfuerzos en socavar el gobierno de Leto de cualquier manera posible a la vez que hacía nuevos contactos y aliados entre las espadas de alquiler con peor reputación del reino.

La verdad es que Vinter había sobrevivido a su desgarrador pasaje hacia el este en el que su nave acabó aterrizando al otro lado del Abismo, en las afueras de los territorios de un pueblo llamado los skorne. Estos, al ser un pueblo belicoso, valoraban la destreza y la fuerza las armas por encima de todo lo demás y, pronto, Vinter demostró estar excepcionalmente bien preparado para vivir entre ellos. Cabalgando espada en mano para derrotar a un campeón y a un tirano tras otro, Vinter Raelthorne conquistó a los skorne y les unió para formar un imperio. Mientras reunía estas fuerzas solo tenía una meta: volver al oeste y reclamar el trono de su reino. Se adhirió a este curso con una obsesión que rayaba en la locura, alimentada por una paranoia creciente debido al recuerdo de la traición de su hermano.

Los skorne llegaron por primera vez a Immoren occidental en el 603 AR, cuado Vinter lideró a una fuerza de vanguardia de su gran ejército para tomar Corvis, la Ciudad de los fantasmas. El puente sobre el Abismo y las líneas de suministros con el oeste aún no se habían completado y, por lo tanto, esta fuerza estaba aislada. El ataque fue audaz y tenía la intención de pavimentar el camino para la futura invasión. Acabó fracasando, siendo derrotados por fuerzas inesperadas que se alzaron para defender Corvis. Vinter volvió a desaparecer entre las arenas y la gente de Cygnar se olvidó durante algún tiempo de los skorne, con la esperanza de que estos conquistadores, extraños y alienígenas, llegasen a la conclusión de que esa invasión era demasiado costosa y poco práctica. Durante algún tiempo, pareció que el oeste estaba a salvo de los portadores del dolor y de los esclavistas del otro lado del Abismo. Pero pronto, aquellos que seguían siendo leales a Vinter Raelthorne recibieron mensajes de su señor que anunciaban su regreso y demandaban su obediencia.

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